Mi banca y la tuya
Pared con pared con el Museo de Cera de Madrid, el paseante se encuentra desde hace pocas semanas con un edificio que pese a ser flamante y estar, todo lo indica, reci¨¦n inaugurado, ya est¨¢ cubierto de grafitis. Los grafiteros no respetan nada, me dije yo la primera vez que pas¨¦, con prisa, por el bulevar del paseo de Recoletos y vi esa fachada nueva y manchada. Pero el otro d¨ªa iba menos apresurado y me detuve en la acera, la misma acera en la que est¨¢n, bajando hacia Cibeles, el restaurante El Espejo, el legendario caf¨¦ Gij¨®n y las salas de arte y conferencia de la Fundaci¨®n Mapfre. Un se?or estaba sacando dinero de un cajero autom¨¢tico cuya pantalla, teclado y boca emisora de billetes ten¨ªa una pintada enorme que lo cruzaba todo de arriba abajo: "Que no me enga?e". El se?or recuper¨® su tarjeta sin prestar atenci¨®n en ning¨²n momento de la operaci¨®n al inmenso eslogan trazado en rojo, y se march¨® satisfecho con su dinero. Entonces me acerqu¨¦ yo al cajero. El "que no me enga?e" era falso, quiero decir, no era obra de un artista callejero que por all¨ª hubiera pasado dejando su huella escrita. Tambi¨¦n eran falsos los dem¨¢s grafitis que adornan esa fachada de Recoletos: "Que entienda lo que dicen"; "Que pueda decidir yo la Obra Social"; "Que me digan cu¨¢nto ganan con mi pasta"; "Hemos escuchado tu voz", y el m¨¢s revelador y contundente: "Banca C¨ªvica es tu dinero y t¨² decides".
?Puede un banco ser c¨ªvico?, me preguntaba yo mientras cruzaba la plaza de Col¨®n
?Puede un banco ser c¨ªvico?, me preguntaba yo mientras cruzaba la plaza de Col¨®n. A lo mejor s¨ª, y la desconfianza visceral que uno siente por los oximorones es exagerada, un reflejo -en este caso- de un escepticismo residual, no solo izquierdista, que no se va del cuerpo, del cuerpo social que formamos todos, unos con m¨¢s aprieto que otros. La colecci¨®n grafitera que en Col¨®n adquiere su imagen de enorme visibilidad se repite en m¨¢s peque?o por toda la ciudad, y uno presume que por todas las ciudades de Espa?a, ya que se trata de la campa?a publicitaria de lanzamiento de ese nuevo conglomerado bancario llamado Banca C¨ªvica en letra muy grande, y en letra peque?a explicado como la fusi¨®n de cinco cajas de ahorros repartidas por nuestra geograf¨ªa, incluyendo las islas, puesto que una de las entidades fusionadas es CajaCanarias.
La bancarizaci¨®n (extra?a y no muy hermosa palabra que vamos a o¨ªr mucho en el futuro) de las cajas es uno de los epifen¨®menos -suponemos- del nuevo orden econ¨®mico mundial, y ya veremos c¨®mo nos afecta a los bancarizados de a pie. Yo, de momento, sigo guardando el fruto de mis ahorros en un banco tal cual, es decir, no fusionado ni -l¨®gicamente- bancarizado; ya veremos hacia d¨®nde evolucionan las cosas de comer. Por otro lado, no deja de resultar curioso que en un tiempo de descr¨¦dito general en las entidades y organismos que rigen los destinos financieros del mundo, asistamos a una campa?a de propaganda bastante espectacular (p¨¢ginas enteras de anuncio en los peri¨®dicos, am¨¦n de los falsos grafitis de la Banca C¨ªvica) que trata de seducir al inversor y al peque?o ahorrador con la imagen de una naturalidad que pasa por la mujer joven de bonita sonrisa y a la que han puesto un nombre, Ana, que es, nos dice otro anuncio, una de las once millones doscientas mil personas clientes de otro ente bancarizado, Bankia, "el primer banco de la nueva banca". Bankia, al menos, no hace el gui?o populista y juvenil -posiblemente demag¨®gico- que hace Banca C¨ªvica, asociando al indignado medio con la cultura de la pancarta y el rayajo pintado con un espray de colores.
Mientras asistimos a la guerra de las cajas, a los albores quiz¨¢ de un nuevo mundo de bancarizaciones obligatorias, siguen saliendo en prensa, en alguna ocasi¨®n pared con pared period¨ªstica de los anuncios bancarios a que me he referido, los sueldos astron¨®micos que los directivos de las nuevas bancas van a cobrar. Y sigue en cartel el documental Inside Job, obra del cineasta norteamericano Charles Ferguson. Es una pel¨ªcula modesta, realizada con la elocuencia que pueden llegar a tener los gritos necesarios de auxilio. Una pel¨ªcula optimista alineada en la ¨¦tica de la derrota. Porque mientras las bancas se juntan y los bonos basura apestan por toda Europa, unos culpables que Ferguson nombra y todos nosotros, a la fuerza, sabemos qui¨¦nes son, rigen el mundo, se burlan del mundo ajeno a ellos y pintan en falso el exterior de nuestras viviendas. Son los se?ores Moody, Fitch, Standard y Poor, los se?ores que crean nuestros est¨¢ndares de vida y nos hacen a todos cada d¨ªa m¨¢s poor.
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