Inocencia burlada

Miniatura de alta precisi¨®n, pel¨ªcula empe?ada en aparentar modestia mientras esconde su verdadera grandeza, Convenci¨®n en Cedar Rapids tiene algo de comedia de Preston Sturges poblada por personajes de Frank Capra, o de extra?o cruce entre la mirada sobre la pureza estadounidense de Fargo (1996) y las comedias de enredos viriles e inmaduros de la era Apatow. Es importante dejarlo claro: en esta peque?a pel¨ªcula hay una gran pel¨ªcula; la piel de comedia de la crueldad de ¨²ltima generaci¨®n protege un poderoso relato sobre la p¨¦rdida de la inocencia en un universo donde los valores ideol¨®gicos (religiosos, empresariales) no son m¨¢s que la cortina de humo de una mediocridad corrupta. Eso s¨ª, el matiz es importante: corrupta a una escala casi min¨²scula y, por tanto, tremendamente mezquina. En este nuevo largometraje de Miguel Arteta, la escala lo es todo: Cedar Rapids, poblaci¨®n con algo m¨¢s de 126.000 habitantes, es contemplada como inabarcable megal¨®polis babil¨®nica por el personaje central, un agente de seguros de Brown Valley (Wisconsin) que nunca hab¨ªa abandonado su uterino lugar de origen.

Cuando el mejor agente de seguros de su compa?¨ªa -interpretado por Thomas Lennon, la respuesta americana a Carlos Areces: su presencia tambi¨¦n electriza la reciente Bad teacher- muere de manera inesperada e infamante, el c¨¢ndido antih¨¦roe (Ed Helms) carga con la responsabilidad de acudir a la convenci¨®n anual donde se otorga un premio de reconocido prestigio en el sector. El primer tramo de Convenci¨®n en Cedar Rapids parece anunciar un sostenido recital de humillaciones infligidas sobre el personaje: la mala bestia encarnada por John C. Reilly, un actor cada vez m¨¢s poderoso en sus registros c¨®micos, levanta unas expectativas que Arteta va desarticulando con implacable eficacia.

Y, al final, junto al doloroso aprendizaje que vive el personaje de Ed Helms, Convenci¨®n en Cedar Rapids tambi¨¦n logra un preciso retrato de grupo con el tr¨ªo formado por Reilly, Isiah Witlock y Anne Heche, tres declinaciones de un mismo fracaso que encuentran su particular Ed¨¦n en el no-lugar del hotel de paso.