La gran frustraci¨®n
Hay una frase en ingl¨¦s que b¨¢sicamente sugiere que hay aspectos de la vida real que ser¨ªan pr¨¢cticamente imposibles de imaginar -en ingl¨¦s, you can't make this up-. Por desgracia, la realidad est¨¢ superando con creces a la ficci¨®n, y la evoluci¨®n y la gesti¨®n de la crisis de la deuda soberana europea han conseguido alcanzar este tipo de caracterizaci¨®n. La cantidad de errores cometidos y ocasiones perdidas para enderezar la crisis y evitar males mayores es tan larga que es imposible enumerarlos. Haber conseguido que, a fuerza de desconocimiento de los mercados, tozudez y miop¨ªa pol¨ªtica y ego¨ªsmo de las minor¨ªas, la crisis de la deuda haya destruido la credibilidad de los mercados de renta fija europeos y afectado de manera violenta a Italia es algo realmente dif¨ªcil de explicar. Algunos de los gestores de esta crisis pasar¨¢n a la historia, y no precisamente por su destreza.
Los inversores est¨¢n hartos de la falta de capacidad de gesti¨®n de las autoridades europeas
La situaci¨®n actual, que ha generado un aumento violento de los tipos de inter¨¦s en Espa?a y en Italia en las ¨²ltimas semanas, se deriva de la terrible incapacidad de las autoridades europeas para decidir la financiaci¨®n del nuevo paquete de rescate griego. Recordar¨¢n que hace unas semanas los mercados pasaron varios d¨ªas en vilo ante las dudas generadas por la votaci¨®n del nuevo paquete de medidas de ajuste fiscal en Grecia. Al final, las dudas se despejaron y Grecia aprob¨® la legislaci¨®n necesaria. Misi¨®n cumplida, se dir¨ªa. Pues no, no tan r¨¢pido. Una vez que Grecia cumpli¨® con las condiciones impuestas en el nuevo programa, quedaba por acordar c¨®mo se iba a distribuir la financiaci¨®n del mismo. Y aqu¨ª las autoridades europeas llevan encalladas varios meses, debatiendo la necesidad y las modalidades de la contribuci¨®n del sector privado a dicha financiaci¨®n.
La tragedia de dicho debate es que se ha centrado no en alcanzar una soluci¨®n que fuera ¨®ptima para Grecia, sino en alcanzar una soluci¨®n que fuera ¨®ptima para las necesidades pol¨ªticas de algunos de los pa¨ªses prestatarios. En un contexto en el que las decisiones se deben tomar por unanimidad, la tiran¨ªa de la minor¨ªa se convierte en un elemento de gran frustraci¨®n. De ah¨ª las posiciones extremas adoptadas por algunos pa¨ªses exigiendo, por ejemplo, acciones que llevar¨ªan a Grecia a una situaci¨®n de default -definido como una situaci¨®n donde los tenedores de bonos, al expirar, no reciben todo su dinero, sino un modo de pago alternativo o una cantidad inferior a la esperada-. Eso s¨ª, cuando las agencias de rating se han atrevido a llamar al default por su nombre, algunos de esos mismos pol¨ªticos se han dedicado a atacar a las agencias de rating. Pol¨ªtica en estado puro.
La decisi¨®n de Moody's hace un par de semanas respecto a Portugal y esta semana respecto a Irlanda hay que entenderla en ese contexto. Tras varios meses de debate sin acuerdos sobre la financiaci¨®n del paquete griego, Moody's lleg¨® a la conclusi¨®n a la que hubiera llegado cualquier persona que simplemente leyera los peri¨®dicos todos los d¨ªas: que las autoridades europeas ponen como condici¨®n necesaria para una posible extensi¨®n de las ayudas que el sector privado contribuya a trav¨¦s de una quita o extensi¨®n de plazos. En otras palabras, las autoridades europeas ponen como condici¨®n para la extensi¨®n de la ayuda que se genere una situaci¨®n de default. Por tanto, como la probabilidad de que Portugal no tenga acceso a los mercados durante los pr¨®ximos tres a?os -como asume el programa- es positiva, la probabilidad de que se produzca una quita o extensi¨®n de plazos obligada por las autoridades europeas es tambi¨¦n positiva. Y esto genera una rebaja del rating del pa¨ªs en cuesti¨®n. L¨®gico. Pero a las autoridades europeas no les gust¨® este l¨®gico razonamiento y se han dedicado a atacar a las agencias de rating. ?Cu¨¢l es el mensaje de Moody's? Que, por desgracia, independientemente de los esfuerzos de ajuste del pa¨ªs, la probabilidad de default generada por las acciones de los pa¨ªses prestamistas es positiva y, por tanto, el programa de ajuste, desde el punto de vista de recuperar el acceso a los mercados, est¨¢ condenado al fracaso.
La cacofon¨ªa de la gesti¨®n de la crisis de las autoridades europeas ha generado tanta desconfianza entre los inversores internacionales que han decidido ya abandonar algunos de los mercados. Italia era vista con buenos ojos hasta hace un par de semanas. Pero una serie de incidentes, que en cualquier otra situaci¨®n hubieran pasado desapercibidos, generaron una se?al de alarma que, en este contexto de alt¨ªsima desconfianza, provoc¨® una salida en estampida del mercado de deuda italiana. No olvidemos, Italia es un pa¨ªs del G-7 que est¨¢ siendo tratado como un mercado emergente (como le ha pasado a Espa?a), y el violent¨ªsimo aumento de los tipos de inter¨¦s a largo plazo sufrido en los ¨²ltimos d¨ªas pasar¨¢ a la historia.
El mensaje est¨¢ claro: o la Uni¨®n Europea decide de una vez c¨®mo va a gestionar el nuevo programa griego, o el riesgo de que los inversores internacionales de verdad abandonen los mercados de renta fija europeos aumenta de manera significativa. La reuni¨®n del Eurogrupo del lunes se limit¨® a una declaraci¨®n de intenciones que no bastar¨¢ si no va acompa?ada, r¨¢pidamente, de acciones concretas. Los l¨ªderes europeos deben tener la lucidez y la capacidad de gesti¨®n para acordar r¨¢pidamente una flexibilizaci¨®n y un aumento de la capacidad del fondo de estabilidad europeo, que sirva para dise?ar un programa de recompra de la deuda griega, que reduzca su stock de deuda de manera significativa y que ponga punto final a esta triste saga. Esta es la soluci¨®n que deber¨ªa haberse adoptado a principios de a?o y que se descart¨® por la oposici¨®n de una minor¨ªa. Y esperemos tambi¨¦n que clarifiquen que ni Irlanda ni Portugal ser¨¢n tratados como Grecia, o los mercados permanecer¨¢n cerrados, endureciendo as¨ª tambi¨¦n las condiciones de financiaci¨®n del sector privado. Se han acabado las oportunidades. Los inversores est¨¢n hartos de la falta de capacidad de gesti¨®n de las autoridades europeas. Los programas del FMI t¨ªpicamente generan una recuperaci¨®n de la confianza en 12-18 meses. Han pasado ya 12 meses desde el inicio del programa griego y la situaci¨®n no ha hecho m¨¢s que empeorar debido a los titubeos europeos. Adem¨¢s de convertirse en el hazmerre¨ªr de la comunidad internacional, el coste de esta mala gesti¨®n, en funci¨®n de riqueza y crecimiento para Europa, puede ser significativo y duradero. El nivel de frustraci¨®n es alt¨ªsimo y plenamente justificado.
?ngel Ubide es investigador visitante del Peterson Institute for International Economics en Washington.
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