As¨ª robaron el C¨®dice (ficci¨®n)
Cae la noche en Compostela; una puerta abierta, un falso embarazo, una mete¨®rica huida: un relato sobre el hurto del 'Codex Calixtinus', que hoy sigue buscando la polic¨ªa
Hac¨ªa tres d¨ªas que la pareja se hab¨ªa inscrito en un hotel, cerca de la avenida de Lugo. Ella estaba embarazada y, por su aspecto, no pasar¨ªan muchos d¨ªas antes de que diera a luz.
Se hab¨ªan registrado sin disponer de reserva previa, y el recepcionista apenas les hab¨ªa prestado atenci¨®n; parec¨ªa una m¨¢s de las muchas parejas que esos d¨ªas de principios de julio visitaban Compostela, aprovechando las vacaciones veraniegas, para visitar los monumentos del Camino de Santiago y disfrutar de la gastronom¨ªa gallega.
El mi¨¦rcoles, no muy temprano, acudieron a desayunar y pidieron la cuenta. Al llegar al hotel hab¨ªan dicho que se hospedar¨ªan hasta el viernes, pero alegaron problemas familiares inesperados para dejar la habitaci¨®n dos d¨ªas antes de lo previsto. Mediada la ma?ana salieron del hotel con un par de peque?as maletas y se dirigieron caminando hacia el casco antiguo. Hab¨ªan aparcado su coche en un garaje cercano a la r¨²a das Trompas. Dejaron all¨ª las maletas, comprobaron que el veh¨ªculo estaba en perfectas condiciones y salieron del aparcamiento caminando hacia la catedral. Se sentaron en una terraza, pidieron dos caf¨¦s y aguardaron pacientes. ?l mir¨® su reloj varias veces hasta que lleg¨® el momento. Pagaron la consumici¨®n y recorrieron una calle peatonal hasta la plaza del Obradoiro.
Entraron con el sigilo y la rapidez de quien est¨¢ acostumbrado a ese tipo de acciones
Caminaron hacia la salida sin prisa; fueron los ¨²ltimos en abandonar las salas
Hab¨ªa bastantes turistas haciendo fotos y todav¨ªa quedaban en el centro de la plaza algunas tiendas de campa?a del movimiento de los indignados. Contemplaron la fachada barroca de la catedral, subieron las escaleras que conducen al P¨®rtico de la Gloria, casi todo ¨¦l tapado por unos andamios y unas telas debido al proceso de restauraci¨®n, y, tras dejar pasar un poco m¨¢s de tiempo, se dirigieron a la puerta del Archivo de la catedral, distribuido en varias salas en cuatro plantas en el lado oeste del claustro, donde se ubicaba adem¨¢s un peque?o museo con algunas obras de arte. Aguardaron hasta el ¨²ltimo momento; justo tras ellos, un conserje cerr¨® el acceso. Caminaron despacio, comprobando que ning¨²n visitante quedara a sus espaldas. Las salas fueron quedando vac¨ªas.
Cuando estuvieron solos se dirigieron hacia la c¨¢mara donde se guardaban los c¨®dices y las joyas m¨¢s valiosas del tesoro catedralicio. La puerta, como ya sab¨ªan, estaba abierta. Entraron con el sigilo y la rapidez de quien est¨¢ acostumbrado a ese tipo de acciones, y abrieron uno de los armarios.
All¨ª estaba: un c¨®dice de 30 por 21 cent¨ªmetros, y cinco de grosor, encuadernado en piel. A toda prisa, la mujer se levant¨® la amplia camisola y vaci¨® tres cuartas partes de aire de un globo de resistente goma de casi dos palmos de di¨¢metro que llevaba ajustado al vientre. El hombre despleg¨® una funda de tela, cogi¨® el libro y lo introdujo en ella, coloc¨¢ndolo despu¨¦s sobre el vientre de la mujer con unas tiras de cinta adhesiva. Puso el globo casi deshinchado sobre el libro, lo peg¨® con otro par de tiras y la mujer se cubri¨® con la camisa: volv¨ªa a parecer que estaba embarazada. Caminaron hacia la salida, sin prisa; fueron los ¨²ltimos en abandonar las salas del Archivo.
Ya en el aparcamiento, arrancaron el coche y enfilaron la r¨²a das Trompas en direcci¨®n a la autov¨ªa hacia Portugal. Dos horas despu¨¦s devolv¨ªan el coche de alquiler en el aeropuerto de Oporto, y apenas tuvieron que esperar un par de horas m¨¢s a la salida del vuelo a Londres.
El archivero deposit¨® en el armario de seguridad el libro miniado que durante toda la tarde un profesional hab¨ªa fotografiado para su digitalizaci¨®n. Volvi¨® la puerta y cuando iba a girar la llave se detuvo. Algo no estaba bien. Enarc¨® las cejas, se acarici¨® el ment¨®n y volvi¨® a abrir. Ech¨® una mirada al interior y fue entonces cuando not¨® su falta. Repas¨® cada uno de los valiosos c¨®dices con sumo cuidado, mir¨® una y otra vez en los estantes y observ¨® a los lados del armario, pero no lo encontr¨®. Sinti¨® un sudor fr¨ªo, como si unos copos de nieve se estuvieran derritiendo sobre su piel, y avis¨® al de¨¢n.
La polic¨ªa de Santiago se present¨® en la catedral poco antes de las 10 de la noche. El Codex Calixtinus, la joya bibliogr¨¢fica de la catedral compostelana, hab¨ªa desaparecido. No se apreciaba ninguna se?al de violencia ni signos que hicieran suponer que alguien hab¨ªa forzado la c¨¢mara donde se guardaba el manuscrito del siglo XII. El jefe superior de polic¨ªa pidi¨® las cintas grabadas por las c¨¢maras de seguridad; curiosamente, en aquella estancia no hab¨ªa instalada ninguna. Cuando las visionaron, un inspector repar¨® en una pareja de turistas: le llam¨® la atenci¨®n que la mujer, aunque estaba embarazada, no llevara ning¨²n bolso...
Su pr¨®xima novela, en la que ya trabaja, versar¨¢ precisamente sobre el robo del C¨®dice Calixtino. Editorial Planeta publicar¨¢ el libro.
Jos¨¦ Luis Corral es catedr¨¢tico de Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza y autor de novelas como Numancia, El Cid (Edhasa) o La prisionera de Roma (Planeta).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.