Vallas y paredes para jugar

Jimena destac¨® en su dibujo la protecci¨®n de la lluvia que proporciona la estructura y las manos que hay impresas digitalmente sobre la superficie de policarbonato. Rodrigo opt¨® por la sinuosa valla que hace doblete como un ¨¢baco gracias a unos discos de silicona que tiene engarzados. Laura, sin embargo, se fij¨® en los ojos de buey c¨®nicos de la portada, que funcionan como una suerte de canastas horizontales. Por ello se incluy¨® en el dibujo, pelota en mano. ?Qui¨¦n dice que los ni?os no entienden nada de arquitectura?

Jimena, Rodrigo y Laura son alumnos de infantil del centro Mirabal de Boadilla. Usuarios de Umbr¨¢culo y jard¨ªn de juegos, un proyecto de los arquitectos Csaba Tarsoly y Eduardo Navadijos (seleccionado en la X Bienal de Arquitectura Espa?ola). Cuando acabaron las obras, solicitaron a los profesores que pidieran a los alumnos dibujos del proyecto. Los muestran orgullosos a la sombra de su alargada estructura: "Los ni?os se fijan mucho en lo que les rodea y tienen una mirada sin prejuicios... una visi¨®n casi art brut, que contiene muchas verdades".

Los profesores les contaron que casi una semana al mes los ni?os no pod¨ªan jugar fuera por la lluvia o el exceso de sol. Los arquitectos idearon entonces una cubierta con l¨¢minas de chapa dobladas de tal forma que se viese el cielo, pero no entrase la lluvia ni el sol. Bajo la p¨¦rgola hay un arenero, una laber¨ªntica monta?a de caucho que aprovecha un desnivel y unos diminutos retretes abiertos ("a esa edad no hay pudor") con paredes corredizas de pizarra para pintar sobre ellas.

"Un proyecto as¨ª se hace con el m¨¢ximo cari?o", dicen Navadijos y Tarsoly. "Fue muy divertido meternos en la cabeza de los usuarios". Para ello leyeron a pedagogos como Jean Piaget o Howard Gardner. El resultado es una obra sin aristas (nada donde hacerse da?o) pero emocionante y l¨²dica: hay cuestas por las que rodar y sitios donde mancharse. Las vallas que deb¨ªan disgregar a los ni?os de distintas edades se construyeron como un ¨¢baco redondeado para que en vez de separar como rediles uniesen a trav¨¦s del juego. Casi todo tiene una doble funci¨®n, vallas / ¨¢baco, paredes / pizarra, ojos de buey / canastas, incluso en el miniauditorio los asientos de madera suenan un poco como un xil¨®fono. "Y luego est¨¢n los usos que se inventan los ni?os...", dicen los arquitectos, "como cuando cuelgan los abrigos en la barandilla o meten el trasero en los cubos del arenero como si fuesen sillones, eso es lo m¨¢s bonito".

Llama la atenci¨®n la ausencia de colores chillones. Prima el blanco, el azul celeste y los tonos lilas y gris¨¢ceos, que reflejan la lavanda que rodea el jard¨ªn. "Los ni?os no solo ven rojo, verde y amarillo, son mucho m¨¢s sofisticados y sutiles de lo que creemos", dicen Tarsoly y Navadijos. "Lo importante para nosotros era crear sensaciones, una atm¨®sfera agradable, un lugar del que guarden un buen recuerdo cuando se hagan mayores". Los dibujos ayudar¨¢n.