Indignados en los Balcanes
Una ola de protestas que exige m¨¢s democracia y menos neoliberalismo recorre la antigua Yugoslavia. Por efecto domin¨®, podr¨ªa extenderse a todo lo que fue el Pacto de Varsovia. Los ¨²ltimos lustros han sido frustrantes
Aunque en contadas ocasiones resulta gratificante atreverse con la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de una novela, creo que en el caso de Cirkus Columbia del oscarizado director Danis Tanovic el esfuerzo vale la pena. No solo recomiendo ver la pel¨ªcula, sino leer tambi¨¦n la novela hom¨®nima del periodista Ivica Djikic en la que se basa. Y no tanto por el hecho de juzgar si el director ha sido fiel al esp¨ªritu de la novela, sino porque tanto la novela como la pel¨ªcula son excelentes y se complementan en una visi¨®n certera de las causas del desplome de la antigua Yugoslavia.
La novela Cirkus Columbia es una corrosiva y dur¨ªsima s¨¢tira del nacionalismo suicida de los Balcanes durante los a?os noventa del pasado siglo, negr¨ªsima a pesar o gracias al humor tan caracter¨ªstico de la zona. A trav¨¦s de sus personajes de diferentes edades, estratos sociales y nacionalidades asistimos al colapso de la sociedad yugoslava. Los que optaron por la emigraci¨®n ya no volvieron a su pa¨ªs, y si volvieron no lo reconocieron. Djikic no deja t¨ªtere con cabeza y a partir de su experiencia como periodista disecciona con su afilado escalpelo la sociedad exyugoslava desde una peque?a ciudad de provincias en Herzegovina, aireando todas sus verg¨¹enzas y todos sus cr¨ªmenes. A pesar de que la cr¨ªtica ha visto influencias de Fellini y Kusturica en la novela, la huella de autores centroeuropeos como ?don von Horv¨¢th es mucho m¨¢s evidente.
Ruman¨ªa, Albania, Croacia, Bosnia y Serbia viven un hervidero de protestas estudiantiles
Las nuevas generaciones buscan una democracia m¨¢s real en sus propios pa¨ªses y en toda Europa
Por su parte, la pel¨ªcula acude a ese "speak, memory" que activa tantas historias. Me explico: aunque esta prescinde en buena parte y en cierta medida de la s¨¢tira, del humor negro, incluso de la violencia, y omite la feroz cr¨ªtica al nefasto papel de los medios de comunicaci¨®n, de los pol¨ªticos y de los militares cuando describe los meses que precedieron a la guerra en una regi¨®n de Bosnia de mayor¨ªa croata, s¨ª que aporta al final, y creo que con acierto, cierta esperanza a sus m¨¢s j¨®venes protagonistas: los j¨®venes de una generaci¨®n que hered¨® la guerra de sus padres y abuelos y que tuvo que emigrar al extranjero encuentran en el amor cierta redenci¨®n.
Danis Tanovic ha declarado que leer Cirkus Columbia fue como viajar a los a?os previos al estallido de la guerra. Los personajes de la novela, y tambi¨¦n los de la pel¨ªcula, creen ingenuamente que la guerra no es posible en una sociedad en la que han convivido durante tantos a?os. Nadie se explica c¨®mo -aunque negar la realidad de que un pa¨ªs se prepara para la guerra y que el peligro es inminente son reacciones muy humanas- cualquier hijo de vecino se convirti¨® en un asesino.
Con la ca¨ªda del comunismo, la Europa del Este se coloc¨® al borde del abismo mientras el mundo civilizado miraba hacia otro lado. Yugoslavia se lanz¨® al vac¨ªo y, por las noticias que nos llegan ahora a cuentagotas, parece que siga precipit¨¢ndose. Sin embargo, mucha gente se enfrent¨® y combati¨® la violencia que azot¨® la regi¨®n en los a?os noventa del pasado siglo, entre ellos Djikic y Tanovic, el primero como periodista desde las p¨¢ginas del semanario Feral Tribune, azote del nacionalismo croata y serbio, y el segundo filmando la guerra durante el asedio a la ciudad de Sarajevo. De alguna manera ambos son yugonost¨¢lgicos, pero no pol¨ªticamente, sino porque sus recuerdos de antes de la guerra, de su infancia y juventud, que son lo ¨²nico que guardan de antes del Apocalipsis. Cirkus Columbia, la pel¨ªcula, viene a ser un homenaje a esa infancia y juventud perdidas.
Todo esto viene a cuento porque ya desde hace a?os las escasas noticias que nos llegan desde los Balcanes, y concretamente desde la antigua Yugoslavia, est¨¢n relacionadas con atentados, mafia, detenci¨®n de criminales de guerra, corrupci¨®n, tr¨¢fico de drogas y personas, etc¨¦tera. Un rayo de luz lo aportaba desde estas mismas p¨¢ginas, y a ra¨ªz de la detenci¨®n del criminal de guerra Ratko Mladic, Andrea Rizzi, que enviaba una cr¨®nica desde Belgrado subrayando el hecho de que las nuevas generaciones serbias dan la espalda a Mladic y miran hacia Europa.
Sin embargo, la prensa apenas se ha hecho eco de que en los ¨²ltimos meses los Balcanes han sido un hervidero de protestas estudiantiles y ciudadanas, que ciertamente entroncan con las revoluciones ¨¢rabes y las protestas de los indignados espa?oles. El pasado mes de mayo se celebr¨® en la capital croata, Zagreb, el encuentro internacional Nuevas luchas emancipadoras, que cont¨® con la presencia de famosos activistas como Toni Negri, Zygmunt Bauman y Slavoj Zizek. En los Balcanes, como aqu¨ª, los j¨®venes est¨¢n hartos de un modelo pol¨ªtico y social que redunda en los mismos errores del pasado y b¨¢sicamente exigen una democracia real y participativa, garantizar servicios p¨²blicos de calidad y m¨¢s control sobre los poderes econ¨®micos y financieros.
Desde principios de este a?o se vienen convocando en Ruman¨ªa, en Albania, en Croacia, Bosnia y Serbia manifestaciones. A pesar de que los medios internacionales apenas han prestado atenci¨®n, Slavoj Zizek opina que las manifestaciones de Zagreb podr¨ªan ser el inicio del tan esperado despertar de los pa¨ªses del Este de Europa despu¨¦s de una frustrante transici¨®n tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
As¨ª que algo se mueve en los Balcanes, un domin¨® que se puede extender a todo al antiguo bloque del Pacto de Varsovia; ahora solo hace falta que Europa no siga siendo tan miope y se entierre como un avestruz como ocurri¨® con la guerra yugoslava. En el interesante art¨ªculo de Srecko Horvat e Igor Štiks ?Son los Balcanes un nuevo Magreb?, donde los autores analizan estos movimientos de protesta, resulta interesante leer que al iniciarse las manifestaciones en Croacia el ministro de Interior croata, Tomislav Karamarko, tild¨® a los manifestantes de "indios". Para ¨¦l las protestas eran un colorido carnaval sin relevancia pol¨ªtica. Sin embargo, como en T¨²nez, como en Egipto, como en Espa?a y en Italia, lo que empez¨® como un movimiento de indios de una generaci¨®n de j¨®venes pol¨ªticamente insatisfecha con la actuaci¨®n de sus Gobiernos est¨¢ derivando en algo mucho m¨¢s serio.
El euroescepticismo en los Balcanes no es solo una reacci¨®n de la derecha nacionalista, sino un rechazo a las pol¨ªticas neoliberales (que no liberales en la acepci¨®n correcta de la palabra) de la Uni¨®n Europea y de la mayor¨ªa de los Gobiernos europeos. Al igual que en el famoso granero de Europa se gestaron los peores conflictos que asolaron Europa durante el siglo XX, quiz¨¢ habr¨ªa que estar m¨¢s atentos (tanto en pensamiento pol¨ªtico como en manifestaciones art¨ªsticas) a lo que producen las nuevas generaciones de los Balcanes, que hartas de unas pol¨ªticas periclitadas buscan nuevas v¨ªas para una democracia m¨¢s real en sus pa¨ªses y en Europa.
Quiz¨¢ esa bomba balc¨¢nica que tantas veces explot¨® en el siglo XX nos aporte ahora una ola de nuevas ideas, las mismas que empiezan a aportarnos nuestros j¨®venes (y no tan j¨®venes) indignados espa?oles. De alguna manera hay que abrir una nueva etapa, aprender de los errores del pasado y dejar paso a las nuevas generaciones. A ellas pertenece el futuro y ya es hora de que los mayores dejemos de entorpecer su progreso con el lastre de nuestro pasado.
Christian Mart¨ª-Menzel es agente literario especialista en literatura balc¨¢nica. Cirkus Columbia de Danis Tanovic (www.wandavision.com) se acaba de estrenar en cines en Espa?a. Cirkus Columbia de Ivica Djikic se ha publicado en Sajal¨ªn Editores (www.sajalineditores.com), con traducci¨®n de Maja Drnda.
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