La digesti¨®n del pasado vasco
Existe una palabra en alem¨¢n -para no nativos m¨¢s o menos impronunciable- que, debido a su popularidad en los ¨²ltimos a?os, incluso ha entrado en los diccionarios coloquiales de otros idiomas. Se trata de Vergangenheitsbew?ltigung. Describe ese largo proceso de confrontaci¨®n p¨²blica sin tab¨²es con el pasado nacionalsocialista que, desde finales de la d¨¦cada de los sesenta, acab¨® con ese tiempo de silencio autoimpuesto que, tras el fin de la guerra, hab¨ªa permitido a los sobrevivientes de la cat¨¢strofe alemana reconstruir el pa¨ªs en medio de un artificial ambiente de normalidad y crecimiento econ¨®mico.
Obviamente, las diferencias hist¨®ricas son abismales, pero sigo pensando que en estos momentos en los que estamos vislumbrando en el Pa¨ªs Vasco, por primera vez desde hace cuatro d¨¦cadas, una posibilidad real y tangible, no solo basada en un piadoso wishful thinking, de entrar en una nueva etapa pos-ETA, ha llegado la hora para un gran debate -no solo acad¨¦mico- sobre la que para m¨ª es la pregunta b¨¢sica: ?c¨®mo fue posible que en una sociedad desarrollada y culta como la vasca pudo perdurar y reproducirse un fen¨®meno violento como ETA durante tanto tiempo?
?Por qu¨¦ tuvieron que morir m¨¢s de 800 personas antes de que renunciaran a la violencia?
La Vergangenheitsbew?ltigung a la vasca no puede funcionar sin la participaci¨®n de todos. Para ello es imprescindible que la amenaza del terror acabe desapareciendo definitivamente para que el miedo no interfiera como (auto) censor. Para ello resulta necesario tambi¨¦n que se vaya confirmando la reconversi¨®n democr¨¢tica y la desmilitarizaci¨®n mental de la izquierda abertzale. Desde el respeto a las reglas, ella debe participar para contestar a las cr¨ªticas y presentar su versi¨®n de la jugada.
Y es que hay preguntas inc¨®modas para todos. Todas las fuerzas democr¨¢ticas deber¨ªan preguntarse si sus tentaciones de instrumentalizar el fen¨®meno del terrorismo -para presionar a Madrid o para asegurarse mayor¨ªas pol¨ªticas, o para ganar votos en el resto del Estado- ha sido uno de los factores que han alargado tanto el ciclo vital de ETA.
Los diferentes sectores de la sociedad civil no tendr¨¢n f¨¢cil encontrar una respuesta a la pregunta de si a lo largo de los a?os realmente han realizado un esfuerzo suficiente para combatir a la violencia y sus aliados, o si no ha ocurrido m¨¢s bien lo contrario. Seguimos sin saber qui¨¦n fue el "se?or X" que mand¨® montar el contraterrorismo de los GAL, de cuyos responsables convictos, si no estoy mal informado, nadie sigue en la c¨¢rcel.
Con todo, ser¨¢n la izquierda abertzale y sus herederos los que tendr¨¢n que enfrentarse a las preguntas m¨¢s comprometidas, muchas de ellas derivadas de experiencias dram¨¢ticas. No creo que ni para dicho colectivo, ni para la sociedad vasca en general, sea bueno abortar este necesario debate con la tan recurrente respuesta de que hay que mirar al futuro, y no al pasado. Sin pasado no puede haber futuro, y si se aplaza el debate volver¨¢ m¨¢s tarde con mayor virulencia, tal y como ocurri¨® en el caso alem¨¢n. Desde la postura de fortaleza electoral y acreditado como partido/coalici¨®n formalmente normal como cualquier otro, Bildu/Sortu no deber¨ªan rehuir estas preguntas, empezando por la que est¨¢ en la boca de todos, incluso de muchos de sus votantes: ?por qu¨¦ tardaron m¨¢s de 800 muertos hasta darse cuenta de que el ciclo de la violencia pol¨ªtica se hab¨ªa acabado? ?Qui¨¦n es el responsable de la "pedofilia pol¨ªtica" (X. Aierdi) que ha destruido la vida de tantos j¨®venes que mataban crey¨¦ndose h¨¦roes de la patria?
Aqu¨ª ya no puede bastar la referencia al contencioso entre Euskal Herria y Espa?a que habr¨ªa generado la violencia como si de un inevitable fen¨®meno climatol¨®gico se tratara. La respuesta a estos interrogantes deber¨ªa, al contrario, adentrarse en el an¨¢lisis de la exitosa construcci¨®n de una microsociedad paralela funcionando como una religi¨®n civil, en la que Dios era sustituido por la naci¨®n, el sacerdote por la vanguardia armada y los m¨¢rtires por los gudaris ca¨ªdos. La tolerancia cero ante los sucesivos intentos de reproducir este discurso y de exhibir en p¨²blico sus s¨ªmbolos ha contribuido a resquebrajar los s¨®lidos muros de contenci¨®n de esta sociedad paralela, pero tiene que ser la propia izquierda abertzale la que de aqu¨ª en adelante se esfuerce para que los aires nuevos tambi¨¦n lleguen a todos los mecanismos de su microcosmos. No ser¨¢ f¨¢cil que unos j¨®venes que durante a?os han mamado la idea de que un terrorista que mata est¨¢ dando un supremo ejemplo de abnegaci¨®n y amor a la patria lleguen a la conclusi¨®n de que en democracia no hay patria y bandera por la que merezca la pena matar o morir. Quiz¨¢s la responsabilidad institucional, con su necesidad de ceder, pactar y abandonar los planteamientos maximalistas, pueda producir, a medio plazo, un sano efecto corrector en este sentido.
Tras d¨¦cadas de existencia subalterna bajo el mando de un grupo armado, esta transformaci¨®n de la izquierda abertzale en un partido/movimiento nacionalista secularizado, democr¨¢tico y respetuoso con el pluralismo vasco, no se producir¨¢ de un d¨ªa para otro. Durante los pr¨®ximos meses se ver¨¢ si este colectivo es capaz de acometer la necesaria reelaboraci¨®n cr¨ªtica del reciente pasado vasco y si, efectivamente, su transici¨®n hacia la democracia no tiene vuelta atr¨¢s.
Ludger Mees es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad del Pa¨ªs Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.