Manzanares, dos orejas de premio menor

A la salida del tercer toro la plaza se levant¨® en armas. Un torillo asom¨® y se arm¨® la marimorena. No parec¨ªa tener fin la protesta, hasta que Manzanares cogi¨® la muleta. Se pas¨® del enfado a la total complacencia. De la nada al todo. Un poco polvorilla, ese torillo se dej¨® hacer de todo. O casi de todo. Manzanares, no muy convencido, lo tore¨® por inercia. Mucha cantidad y menos calidad. Algo mec¨¢nico. Ligero tambi¨¦n. Iba el torillo y ven¨ªa, y Manzanares aprovech¨® la situaci¨®n. Luego se empe?¨® en matar a recibir, algo que se ha convertido en este torero en una man¨ªa venga o no a cuento.

Tampoco muy all¨¢ de presencia fue el sexto. Sin entrega en la muleta, la faena fue un goteo de pases. Tambi¨¦n otro goteo de calidad. El toro, que nunca quiso pelea, acab¨® por rajarse y refugiado en tablas. Manzanares lo despach¨® de una baja, de nuevo esperando la arrancada del toro.

De los toros que sorte¨® Ponce, el cuarto, encogido de cuello, fue de lo mejor de una corrida sin sal ni az¨²car. Algo tard¨®n, tampoco sobrado de clase, pero obediente. Ponce, muy centrado, exprimi¨® al toro cual naranja. Muy variada la faena, con una serie con la mano izquierda de gran nivel que, extra?amente, no tuvo eco. Sobre la derecha y en trenza, varias series muy ligadas. Con el pescado vendido y el toro ya remol¨®n, la cl¨¢sica poncina genuflexa. Un aviso antes de entrar a matar y otro antes de descabellar. Se le escap¨® el triunfo que necesitaba en su tierra. Con el distra¨ªdo que salt¨® primero no hubo historia, ni para bien ni para mal.

Una faena de poder de El Juli al segundo, que tambi¨¦n camp¨® a su aire y ech¨® derrotes al viento a la menor ocasi¨®n. Consentida y de tragar. Toda en el platillo y muy trabajada. El cornal¨®n quinto, manso en varas, midi¨® y busc¨® los puntos d¨¦biles de El Juli. No los encontr¨®. Plant¨® cara el torero y libr¨® una gallarda pelea de sudar la camiseta. La espada, como en el otro, le dej¨® sin premio.