Presuntos presumidos
Recibir trajes como regalos siempre fue una apuesta arriesgada. En los colegios, muchos ni?os se intercambian prendas caprichosamente y aparecen en sus casas sin la chaqueta pero con unas gafas nuevas. Las madres montan un pitote y al d¨ªa siguiente el ni?o se ve forzado a reclamar lo que entreg¨® a cambio de devolver lo que canje¨®. M¨¢s de una vez se escucha aquello de "Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita". Pasamos toda la vida aprendiendo esta lecci¨®n. Por m¨¢s que sabemos que no es buena idea, aceptamos regalos, bolsos, zapatos, trajes que un d¨ªa cualquiera nos jugar¨¢n una mala pasada. Adem¨¢s, no siempre coinciden los gustos del que regala con el que recibe. Luego, cuando los ves encima de una silla y observas esa etiqueta de Forever Young, dudas: a lo mejor preferir¨ªas un Gucci o un Prada. Por siempre joven. De entrada es mentira por imposible, y adem¨¢s ofrece la sensaci¨®n de que te vistes en tiendas que emplean conceptos rimbombantes porque no tienen el peso de ning¨²n apellido.
Paula V¨¢zquez lucha contra una revista que pudo haber alterado im¨¢genes suyas
Llevamos oyendo sobre trajes desde 2009 pero nadie se ha preguntado c¨®mo son. Cruzados, de uno o m¨¢s botones en la americana, de raya diplom¨¢tica, pr¨ªncipe de Gales. ?Habr¨¢ lino, habr¨¢ tergal? ?Habr¨¢ ray¨®n? Es incre¨ªble que llevemos dos a?os y no los hayamos visto. O, a lo mejor, los hemos visto y no nos hemos dado cuenta, lo que demuestra que la calidad de los trajes Forever Young est¨¢ precisamente en su capacidad de disimulo. Ser¨ªan los primeros trajes invisibles de la historia. Seguramente, se rieron de nosotros visti¨¦ndolos durante el proceso, sabiendo que no pod¨ªamos se?alarlos. Habr¨¢n liderado m¨ªtines electorales con ellos puestos, carcaje¨¢ndose de la oposici¨®n y tambi¨¦n de todos aquellos que votaron masivamente con la prueba del delito perfectamente expuesta. El Museo del Traje, en Madrid y con poco uso, deber¨ªa plantearse una retrospectiva. Material hay suficiente. Y podr¨ªa llamarse Presuntos presumidos. Deber¨ªan acompa?ar los accesorios que distinguen a un pol¨ªtico de hoy: relojes grandes, iPhone a pares -como en efecto se ve¨ªan en las pocas im¨¢genes que esta semana ofrecieron las Cortes valencianas-, camisas de cuellos altos y almidonados, corbatas de nudo grueso. La exhibici¨®n de esta parafernalia no tendr¨ªa como fin analizar el buen o mal gusto de esos armarios, sino ofrecer un estudio sobre en qu¨¦ momento una pasi¨®n se convierte en debilidad. En qu¨¦ momento un hombre cristiano se deja llevar por la vanidad. En qu¨¦ instante un traje regalado es s¨ªmbolo de una etapa en la que todo vale.
Tambi¨¦n hay que pensar en lo que conlleva vestirse y desvestirse, cambiar de chaqueta. El tiempo que un caballero necesita para pasar de la americana al traje completo y en alguna ocasi¨®n al chaqu¨¦, que tambi¨¦n confeccionaban en Forever Young. Pens¨¢bamos que estos ejercicios eran exclusividad de la mujer, pero en Valencia, mientras la alcaldesa parece cada vez m¨¢s adusta y espartana, son los caballeros los que se entregan al espect¨¢culo del vestir, recordando a la corte de Luis XIV. Quiz¨¢s haya sido un error de percepci¨®n que los vi¨¦ramos como otra cosa cuando son en realidad dandis posmodernos. Los dandis Forever Young, compitiendo abiertamente con las estrellas del f¨²tbol, tipo David Beckham, que obligados a llevar muchas marcas no tienen el privilegio de contar con una tienda entera dedicada a sus necesidades, facturas y medidas.
Ahora que sabemos que los trajes estaban manchados por el delito, ?c¨®mo deben sentirse esos votantes que creyeron su inocencia y votaron masivamente? Si no enga?ados, al menos perplejos de que nadie se preocupe en coser y cantar una buena explicaci¨®n. Es cierto que un traje regalado es feo devolverlo, pero un voto que se vuelve obsoleto en menos de tres meses, ?qui¨¦n le saca partido o viste mejor?
La familia Murdoch lleva dos semanas enteras en las portadas de peri¨®dicos que no posee. Ahora tienen nueva estrella, Karate Wendi, la esposa del magnate que emple¨® artes marciales de andar por casa para impedir que su marido de verdad fuera humillado en el d¨ªa m¨¢s humilde de su privilegiada vida. Es lo que pasa cuando sales de tu burbuja y te expones a la realidad, descubres que todos los dem¨¢s sobreviven a agresiones. Se escribe que deber¨ªa ser ella quien lleve las empresas desde ahora o que acepte la oferta de Tarantino para la tercera entrega de Kill Bill. En este marco donde los peri¨®dicos sensacionalistas vuelven a ser lo peor, Paula V¨¢zquez lleva un mes luchando contra una revista que podr¨ªa haber alterado im¨¢genes de ella en biquini. V¨¢zquez ha respondido con una demanda que subraya el car¨¢cter machista de la publicaci¨®n y con una fotograf¨ªa, tambi¨¦n en biquini y superbronceada, donde sostiene la edici¨®n de este peri¨®dico del d¨ªa que los dandis Forever Young vieron al poder arrugarse. A la vista est¨¢ que V¨¢zquez no necesita que le regalen trajes para hacer bien su trabajo.
Mientras, en nuestro Congreso, Bono y Sebasti¨¢n se enrollan en una pelea sobre el uso de las corbatas y el abuso del aire acondicionado, olvidando la opci¨®n intermedia: la corbata y la camisa de tejidos ligeros y nudos menos rigurosos. Tramas livianas que permitan confort durante las t¨®rridas sesiones en la C¨¢mara. Seguimos sin aprender la lecci¨®n. La ropa nunca se equivoca. Somos nosotros, presuntos presumidos, los que no sabemos elegirla.
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