?Qu¨¦ hubiese dicho Wallander?
Si hay un fen¨®meno que ha marcado el mundo editorial mundial en los ¨²ltimos a?os es el boom de las novelas negras n¨®rdicas. Son pa¨ªses muy diferentes y tambi¨¦n son autores muy diferentes; pero tienen caracter¨ªsticas en com¨²n, los pa¨ªses y los escritores. Los Estados n¨®rdicos han sido siempre un ejemplo envidiable de sociedades avanzadas: en los derechos de las mujeres o en la acogida de refugiados, en la justicia social, en sus sistemas de salud... Sin embargo, las novelas negras publicadas en los ¨²ltimos a?os por autores suecos, noruegos, islandeses o finlandeses, que han arrasado en las librer¨ªas, reflejan una profunda inquietud, un sentimiento extremo de que algo va mal. Los autores m¨¢s famosos, los suecos Henning Mankell y su detective Kurt Wallander, y el fallecido Stieg Larsson y su mundo de hackers, periodistas, asesinos y s¨¢dicos de todo pelaje, reflejan en sus libros ese mal que ha aparecido el viernes en Oslo y en Utoya. Incluso, el noruego Jo Nesbo escenific¨® un atentado de la ultraderecha en su novela Petirrojo (RBA).
Los pa¨ªses n¨®rdicos perdieron su inocencia el 28 de febrero de 1986 cuando, a la salida de un cine de Estocolmo, el primer ministro Olof Palme fue asesinado. Ni siquiera llevaba escolta. Utoya y Oslo representan un paso m¨¢s en el alejamiento del sentimiento de utop¨ªa. Pero muchos de nosotros ya lo hab¨ªamos le¨ªdo, en Larsson, en Mankell, en Anne Holt (que fue ministra de Justicia noruega), en Arnaldur Indridason o en Maj Sj?wall y Per Wahl??, en la historia de aquel muchacho que se disfrazaba de indio y comet¨ªa asesinatos (La falsa pista). La cultura, las obras de ficci¨®n, ofrecen a veces una explicaci¨®n de la vida m¨¢s all¨¢ de la propia realidad. "Escribo en la tradici¨®n literaria m¨¢s antigua, la que utiliza el espejo del delito y del crimen para reflejar la sociedad. ?De qu¨¦ hablaban las tragedias griegas sino de cr¨ªmenes?", se?al¨® Mankell en una entrevista con este diario. El cansado inspector sueco, que se alimenta de comida basura y de tragarse los malos rollos del mundo, simboliza la lucha contra las pulsiones oscuras de una sociedad solo aparentemente perfecta. Una de las cosas que m¨¢s chocan al lector espa?ol cuando se entra por primera vez en la serie Wallander (Tusquets) es que todo el mundo se trata de t¨². No puede haber un s¨ªmbolo m¨¢s potente de una sociedad igualitaria.
Uno de los fen¨®menos pol¨ªticos preocupantes que se han producido en los ¨²ltimos a?os en ese rinc¨®n n¨®rdico de Europa es el auge de los partidos de ultraderecha. Un personaje como Anders Behring Breivik, de 32 a?os, el presunto asesino, podr¨ªa haber aparecido en muchas de estas novelas, sobre todo en las de un periodista de investigaci¨®n, Stieg Larsson, que muri¨® antes de conocer el impacto que iban a tener sus libros. Milenium, tres vol¨²menes de casi mil p¨¢ginas cada uno, refleja incluso con m¨¢s oscuridad que Mankell ese malestar en el para¨ªso del fr¨ªo: torturas, magnates siniestros, asesinatos, venganzas nunca olvidadas, ultras. Pero Larsson, que como reportero conoci¨® muy de cerca los c¨ªrculos de la ultraderecha n¨®rdica, describi¨® sobre todo una sociedad que se alejaba de la utop¨ªa para sumergirse en la realidad de un mundo herido y violento. En el fondo, nos cuentan que no existen sociedades perfectas, solo seres humanos imperfectos.
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