Unos americanos de Murcia
Por la m¨²sica ambiente en Puerta del ?ngel sonaba, poco antes de las diez de la noche de ayer, una pieza de Eli Paperboy Reed, uno de los m¨¢s avejentados geniecillos que ha dado el soul en el nuevo siglo. Pero lleg¨® la hora se?alada y lo que aconteci¨® sobre el escenario result¨® tan poderoso y abrasivo como el chavalote del tup¨¦. Y sin necesidad de que los oficiantes tuvieran sangre de Boston o Memphis en el ¨¢rbol geneal¨®gico. Carlos Tarque y sus M-Clan provienen de Murcia, pero acreditan tal solvencia en el arte del soul, el blues y el rock sure?o que les imaginar¨ªamos tirando millas por la Ruta 66. "Son tan buenos que suenan a banda extranjera", le escuchamos a una espectadora: un resumen acaso cruel, pero atinado.
Lo que aconteci¨® sobre el escenario result¨® poderoso y abrasivo
Los murcianos tienen hoy consideraci¨®n oficial de d¨²o, puesto que solo Tarque y el guitarrista Ricardo Ruip¨¦rez constan como fundadores de pleno derecho, pero nunca la formaci¨®n hab¨ªa sonado tan poderosa y solvente como ahora. Hasta nueve int¨¦rpretes se congregan en escena, todos elegantones, j¨®venes, de negro riguroso y con mucha m¨²sica en los dedos. Ah¨ª est¨¢n la guitarra rocosa de Prisco L¨®pez, el bajo perseverante de Iv¨¢n Gonz¨¢lez o los teclados ululantes de Alejandro Ciment, miembro de Se?or Mostaza (el mejor grupo mal conocido de este pa¨ªs). Y est¨¢ la estupenda secci¨®n de metales de No Reply, tres muchachuelos bailones, expansivos y dispuestos a ejercer la piroman¨ªa en cuanto nos despistemos.
El entorno es id¨®neo, pero las piezas nunca acabar¨ªan de encajar sin la figura se?era de Tarque, que ejerce la jefatura con pulso firme. El cada vez m¨¢s barbudo l¨ªder luce una americana que no le aguantar¨¢ un tema completo, gesticula como si tocara todos los instrumentos de la banda, sacude y maltrata su pobre pandereta, hace virguer¨ªas con el pie del micr¨®fono, le golpea los platos al bater¨ªa, ordena las entradas de los solos, escupe enrabietado, enardece al p¨²blico cuando corresponde y, en general, no para ni un segundo quieto. Pero, sobre todo, canta como muy pocos peninsulares sabr¨ªan hacer. Su voz suena cada vez m¨¢s rasposa y granulada, como si Joe Cocker y Rod Stewart hubieran pasado juntos una noche loca de pasi¨®n.
Tarque y Ruip¨¦rez conf¨ªan en su repertorio reciente (su s¨¦ptimo trabajo, Para no ver el final, es irreprochable) y demuestran que, antes de frecuentar los estudios de grabaci¨®n, ya hab¨ªan pulverizado muchas agujas con los vinilos de Little Feat, Jayhawks, Steve Miller Band o Bad Company. Pero no todas las referencias son ultramarinas: Me voy a dejar remite, por ejemplo, a ese soul juguet¨®n que Van Morrison practicaba en los tiempos de Enlightenment.
No son¨® Carolina, como viene sucediendo de un tiempo a esta parte, puesto que su aire desinhibido encaja hoy mal con el resto del repertorio. Pero los Clan disponen, a cambio, de p¨¢ginas muy meritorias para cubrir esa ausencia. Roto por dentro es una balada excepcional que utiliza el adjetivo "corrosivo" sin incurrir en petulancia. La ¨¢spera Las calles est¨¢n ardiendo hace honor a su t¨ªtulo y reconoce al final la influencia de Led Zeppelin. Y habr¨¢ m¨¢s citas mel¨®manas, desde Hey Jude en Miedo a Leonard Cohen y The Who para Pasos de equilibrista. Estos yanquis murcianos han escuchado toneladas de buen rock. Se nota y se agradece.
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