El matrimonio gay ya es imparable
Tras la aprobaci¨®n de las bodas homosexuales en Nueva York, la batalla en EE UU se da por el reconocimiento federal - Derogar una norma de 1996 implicar¨ªa una legalizaci¨®n nacional de facto
El del matrimonio gay es un objetivo que, hoy por hoy, parece m¨¢s alcanzable que nunca en Estados Unidos. Desde que en 2004 se legalizaran las uniones entre personas del mismo sexo en Massachusetts, un total de seis Estados y el Distrito de Columbia, capital federal, han seguido el mismo camino, bien a trav¨¦s de decisiones judiciales, bien por tr¨¢mites legislativos. Pese a las fuertes resistencias, la ola se extiende con vistas a conseguir el reconocimiento de estos matrimonios a escala federal, que permitir¨ªa a las parejas homosexuales casarse en los Estados que lo permiten y residir como matrimonio en cualquier lugar de EE UU.
En total, el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en una zona que abarca a 35,5 millones de habitantes. Pero ?lo es del todo? A¨²n carecen de algunos beneficios de los que s¨ª disfrutan los homosexuales en Espa?a, por ejemplo, donde desde 2005 estas parejas est¨¢n completamente equiparadas con las heterosexuales que se casan, incluida la posibilidad de adoptar conjuntamente. En EE UU, una ley aprobada por los republicanos en 1996 deniega a esas licencias matrimoniales validez federal.
Obama ha tenido discursos contradictorios sobre estos enlaces
La falta de una ley nacional impide a los afectados cobrar pensiones
Republicanos como Chenney apoyan que los gais puedan casarse
La Constituci¨®n no define el sexo que deben tener los c¨®nyuges
Barack Obama quiere verla derogada. Los grupos ultraconservadores, por el contrario, quieren una reforma de la Constituci¨®n que determine que la uni¨®n matrimonial solo puede serlo entre hombres y mujeres. Algo similar a lo que sucede en Espa?a, donde el PP tiene recurrida la ley de matrimonio homosexual hace ya casi seis a?os ante el Tribunal Constitucional. Entonces promov¨ªa una ley de uniones civiles para los gais y lesbianas que reservara la denominaci¨®n de matrimonio a los heterosexuales.
Desde el domingo, el matrimonio gay es legal en Nueva York, que con 19,3 millones de habitantes es el tercer Estado m¨¢s poblado del pa¨ªs. Ahora ya es legal all¨ª y en Iowa, Massachusetts, Connecticut, Vermont, New Hampshire y la capital federal. Solo es v¨¢lido, sin embargo, ante las respectivas autoridades regionales, y no ante el Gobierno central. Es as¨ª debido a la citada ley de los republicanos de 1996, llamada significativamente Defensa del Matrimonio y ratificada entonces por Bill Clinton. En aquella ¨¦poca, Hawai hab¨ªa comenzado los tr¨¢mites (infructuosos) para aprobar las uniones de gais, y el Congreso nacional actu¨® con rapidez, ya que en EE UU la Constituci¨®n no define el matrimonio como una uni¨®n heterosexual. En Espa?a la situaci¨®n es parecida. La Constituci¨®n define el derecho a casarse de hombres y mujeres, pero no dice que tengan que hacerlo entre s¨ª.
En la C¨¢mara de Representantes hab¨ªa entonces tres legisladores abiertamente gais (Barney Frank y Gerry Studds, dem¨®cratas, y Steve Gunderson, republicano) que calificaron la ley de agresi¨®n frontal contra los homosexuales. Ante ellos, el autor de la norma, el republicano ultraconservador Bob Barr denunci¨®, en una recordada comparecencia, los "vientos del hedonismo, las llamas del narcisismo, el fuego de la moralidad autocomplaciente que est¨¢n mermando los cimientos de la sociedad". "Am¨¦rica no ser¨¢ el primer pa¨ªs del mundo que lance el concepto de matrimonio por la ventana", dijo.
Seg¨²n Joe Solmonese, presidente de Human Rights Campaign, el mayor lobby gay del pa¨ªs: "Esa ley impide hoy en d¨ªa que unos 1.100 derechos, beneficios y responsabilidades matrimoniales a nivel federal se apliquen sobre parejas homosexuales legalmente casadas. Entre ellos se incluyen los beneficios de la Seguridad Social para viudedad, los seguros sanitarios para c¨®nyuges de funcionarios federales, la protecci¨®n para que los c¨®nyuges no pierdan sus hogares en caso de emergencias m¨¦dicas graves, el derecho a solicitar visados de inmigrante para c¨®nyuges extranjeros, las garant¨ªas para bajas m¨¦dicas a parejas y la capacidad de tramitar declaraciones de la renta de forma conjunta, entre muchos otros".
Solo ahora, algunos pol¨ªticos han comenzado a exigir que se derogue la ley. La primera en hacerlo de forma p¨²blica, la semana pasada, fue Dianne Feinstein, una veterana senadora dem¨®crata de California, que en 1978 estaba presente en el Ayuntamiento de San Francisco cuando un perturbado asesin¨® al activista gay Harvey Milk. Feinstein se queja ahora de que los matrimonios oficiados en Nueva York o Massachusetts sean legales en Espa?a pero no ante el Gobierno federal de EE UU. "Se trata, simple y llanamente, de discriminaci¨®n, no hay otra forma de decirlo", dijo la senadora en una conferencia en el National Press Club. "Esta no es una causa que vayamos a abandonar. Si no logramos la derogaci¨®n este a?o, lo intentaremos el pr¨®ximo".
Al d¨ªa siguiente, Feinstein present¨® el texto de derogaci¨®n en el Comit¨¦ de Asuntos Judiciales del Senado. Junto a ella comparecieron algunos homosexuales que relataron la discriminaci¨®n a la que se hallan sujetos. Ron Wallen, de 77 a?os, perdi¨® hace unos meses a su pareja, con quien comparti¨® 50 a?os. El Gobierno le deniega una pensi¨®n, a pesar de que ambos se casaron en California en 2008, en el breve espacio de tiempo en que las uniones homosexuales fueron legales all¨ª. Un juzgado ha reconocido la validez de su licencia de matrimonio. Andrew Sorbo, de 64 a?os, se cas¨® en 2009 en Connecticut con un veterano del Ej¨¦rcito. Su marido muri¨® recientemente, despu¨¦s de 30 a?os de relaci¨®n. El Pent¨¢gono le ha denegado la pensi¨®n militar por viudedad. Aunque en junio de 2008 el Tribunal Supremo de California legaliz¨® las uniones gays, en noviembre del mismo a?o los votantes decidieron en refer¨¦ndum prohibirlo. De momento, las licencias que se concedieron mantienen su validez debido a una decisi¨®n judicial.
En realidad, pol¨ªticos de ambos signos se han manifestado a favor de las uniones homosexuales en EE UU. Dick Cheney, vicepresidente bajo el mandato de George W. Bush, ha apoyado en numerosas ocasiones las uniones entre personas del mismo sexo y ha contado que su hija, Mary, es lesbiana y mantiene una relaci¨®n desde hace a?os con su novia. Del mismo modo se han significado Laura y Barbara Bush, mujer e hija del expresidente. "Creo que es algo que llegar¨¢ inevitablemente, es solo cuesti¨®n de tiempo", le dijo la ex primera dama al presentador de CNN Larry King en 2010.
Tienen esos pol¨ªticos conservadores una visi¨®n m¨¢s progresista, oficialmente, que la del propio Barack Obama. En realidad, el presidente ha cambiado con frecuencia sus opiniones al respecto. En 1996, en la campa?a para senador en el Estado de Illinois, respondi¨® en un cuestionario pol¨ªtico que estaba totalmente a favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo. "Estoy a favor de legalizar los matrimonios homosexuales y combatir¨ªa cualquier esfuerzo para ilegalizarlos", dijo. Esa fortaleza de convicciones se ir¨ªa atenuando con los a?os. Al llegar a la Casa Blanca, en 2009, era contrario a los matrimonios, pero apoyaba las uniones civiles.
Desde entonces, el presidente se ha empleado en mostrar una especie de proceso p¨²blico de calculada indecisi¨®n. En una entrevista concedida a la revista gay The Advocate en diciembre, dijo: "Me he enfrentado a la opini¨®n personal de que el matrimonio tradicionalmente tenga unas connotaciones diferentes. Pero tengo muchos amigos, muy cercanos, que son gais y lesbianas, y que tienen parejas". De ese modo, y a pesar de su oposici¨®n p¨²blica y su indecisi¨®n privada, Obama ha tomado una medida in¨¦dita en un presidente en activo: apoyar p¨²blicamente la derogaci¨®n de la ley de Defensa del Matrimonio planteada por la senadora Feinstein. La semana pasada su portavoz dijo que el presidente lo hac¨ªa "con orgullo", en un gui?o al movimiento gay. Si la derogaci¨®n se aprueba, ser¨ªa una legalizaci¨®n de facto del matrimonio gay nacionalmente.
Antes que en Espa?a, pa¨ªs pionero en la equiparaci¨®n total de las parejas gais y heterosexuales, fue el Estado de Massachusetts (6,5 millones de habitantes) el que aprob¨® el matrimonio gay por la v¨ªa judicial. Aquello despert¨® las alarmas de los grupos conservadores, que presionaron para que se propusiera en el Congreso una reforma de la Constituci¨®n donde dejar por escrito que el matrimonio es la uni¨®n exclusiva y excluyente entre un hombre y una mujer. El expresidente Bush, que estaba en campa?a electoral, apoy¨® esa f¨®rmula, que hubiera supuesto la primera reforma constitucional propuesta desde los a?os setenta. Solo ha habido 17 reformas en m¨¢s de dos siglos de historia norteamericana.
"La uni¨®n de un hombre y una mujer es la instituci¨®n humana m¨¢s duradera, honrada y defendida por todas las culturas y todas las fes", dijo entonces Bush. "La instituci¨®n del matrimonio no puede desvincularse de sus ra¨ªces culturales, religiosas e incluso naturales sin debilitar su buena influencia sobre la sociedad". Para triunfar, aquella reforma constitucional deb¨ªa haber obtenido dos tercios de los votos del Congreso y la ratificaci¨®n de 38 Estados. Se ha votado sobre ella ya en tres ocasiones. En todas ha fracasado.
Hay grupos conservadores que, sin embargo, han decidido hacer de la lucha constitucional su principal batalla. Creen que si el Congreso, con la nueva mayor¨ªa republicana en la C¨¢mara de Representantes, aprueba la modificaci¨®n de la Carta Magna, todos los matrimonios gais aprobados hasta ahora en los diferentes Estados se ver¨¢n invalidados de golpe. En el Congreso, la semana pasada, el portavoz del grupo ultraconservador Focus on the Family, Thomas Minery, detall¨® los peligros que entra?a, a su parecer, el matrimonio homosexual: mayor n¨²mero de divorcios y menor monogamia, principalmente.
Tras la estela espa?ola
- Desde que Espa?a aprob¨® el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2005, otros ocho pa¨ªses han seguido, hasta la fecha, la misma senda: Holanda, B¨¦lgica, Portugal, Suecia, Noruega, Canad¨¢, Sud¨¢frica y Argentina. Adem¨¢s, estos enlaces est¨¢n permitidos en siete Estados de EE UU: Iowa, Massachusetts, Connecticut, Vermont, New Hampshire, Nueva York, y tambi¨¦n en la capital federal, el distrito de Columbia. Tambi¨¦n en M¨¦xico DF (el Estado de la capital).
- En muchos de estos pa¨ªses (Holanda, los n¨®rdicos) antes de la plena equiparaci¨®n hab¨ªa f¨®rmulas intermedias, como leyes estatales de uniones civiles o de parejas de hecho que reconoc¨ªan en la pr¨¢ctica casi los mismos derechos a dos contrayentes homosexuales que a una pareja heterosexual casada, aunque con excepciones (la m¨¢s clara era la de poder adoptar conjuntamente).
- La Asociaci¨®n Internacional de Lesbianas y Gais (ILGA) reconoce que hay otros 14 pa¨ªses en los que la equiparaci¨®n de las parejas gais y las casadas heterosexuales es casi total: Brasil, Colombia, Israel, Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia, Hungr¨ªa, Irlanda, Islandia, Liechtenstein, Reino Unido, Suiza y Nueva Zelanda, y otros 10 con una equiparaci¨®n algo menor (Ecuador, Uruguay, Rep¨²blica Checa, Croacia, Francia, Andorra, Eslovenia, Luxemburgo, EE UU y Australia).
- En el extremo opuesto est¨¢n quienes persiguen las relaciones homosexuales. Son 76 pa¨ªses, con los casos m¨¢s graves en los territorios donde este tipo de pr¨¢cticas pueden castigarse con la pena de muerte: Arabia Saud¨ª, Ir¨¢n, Mauritania, Sud¨¢n, Yemen, 12 Estados del norte de Nigeria y zonas del sur de Somalia.
Un empuj¨®n a una industria boyante
Hab¨ªan esperado a?os. As¨ª que el domingo, cuando se legalizaron los matrimonios de gais y lesbianas en Nueva York, centenares de parejas acudieron a casarse en todos los rincones del Estado, desde la frontera con Canad¨¢ y las cataratas del Ni¨¢gara a los embarcaderos del r¨ªo Hudson, en Manhattan. Solo en la ciudad de Nueva York, 659 parejas obtuvieron sus licencias y 484 se casaron. De ellas, 107 ven¨ªan de Estados como Alabama, donde las uniones entre homosexuales no est¨¢n legalizadas. Nueva York no requiere a los contrayentes que est¨¦n empadronados en el Estado para que puedan unirse en matrimonio.
Las primeras en casarse, en Buffalo, ante las famosas cataratas que marcan la frontera con Canad¨¢, fueron Kitty Lambert, de 54 a?os, y Cheryle Rudd, de 53, que tienen cuatro hijos y 12 nietos. Una bandera multicolor, s¨ªmbolo del movimiento gay, se proyect¨® sobre la cascada de agua.
En Manhattan, las primeras fueron Phyllis Siegel, de 77 a?os, y Connie Kopelov, de 85, que han estado juntas durante 23 a?os. "Es incre¨ªble que haya llegado el momento en que podemos hacer esto como cualquier otra pareja", dijo Siegel de la mano de su ya esposa, con l¨¢grimas en los ojos.
La clase pol¨ªtica celebr¨® el d¨ªa con los activistas. El gobernador de Nueva York, el dem¨®crata Andrew Cuomo, celebr¨® una fiesta con diversas parejas gais. El alcalde Michael Bloomberg, republicano convertido en independiente, cas¨® a dos colaboradores suyos, ambos varones, que tienen dos hijas, en su residencia oficial. Todos hicieron hincapi¨¦ en que el movimiento de lucha por los derechos de los gais naci¨® oficialmente en Manhattan, en los disturbios de Stonewall, un pub de Nueva York, el 28 de junio de 1969, fecha desde entonces del Orgullo Gay, L¨¦sbico, Transexual y Bisexual.
Con los derechos llegan, tambi¨¦n, las oportunidades de negocio. Nueva York est¨¢ viviendo un resurgir de su industria de servicios debido a la legalizaci¨®n de esas uniones, tal y como lo hizo California en los cinco meses en que all¨ª fue legal en 2008. Aseguran consultoras como Community Marketing Inc. que el llamado mercado gay mueve, solo en EE UU, unos 43.000 millones de euros al a?o. Se estima, adem¨¢s, que siete millones de turistas gais visitan la ciudad de Nueva York cada a?o, donde se dejan unos 11.000 millones de euros.
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