La colada de ropa sucia
Ayer cambi¨® de manos la presidencia de la Generalitat sin que se hayan esclarecido a¨²n las claves de la renuncia de Camps en provecho de Fabra. El apabullante auto dictado el 6 de julio por el juez Jos¨¦ Flors, que eleva a juicio oral la causa abierta contra el ya expresidente de la Generalitat y otros tres coimputados por un delito de cohecho impropio, sirvi¨® de preludio a una divertida ¨®pera bufa interpretada por los encausados. El libreto inicial se propon¨ªa hacer desaparecer por encanto la vista ante el jurado a fin de eludir -en v¨ªsperas de las elecciones generales- la colada en p¨²blico de la ropa sucia regalada por la trama G¨¹rtel (29 trajes, 10 americanas, 9 pantalones y otras prendas de vestir) a los dirigentes populares. Sin embargo, la medicina del conjuro era seguramente peor que la enfermedad: los cuatro imputados deber¨ªan declararse culpables antes de la celebraci¨®n del juicio y cumplir la pena solicitada (el pago de 49.500 euros)
Pese a que dos acusados se declararon culpables, el juicio se celebrar¨¢ antes de las elecciones generales
El intento de aplicar esa estrafalaria receta -ideada por el estratega de la defensa, Federico Trillo- concluy¨® en el desastre. Mientras V¨ªctor Campos y Rafael Betoret obedec¨ªan disciplinadamente las instrucciones del PP y confesaban su delito, Ricardo Costa aguard¨® a conocer la decisi¨®n del presidente de la Generalitat. Esta vez la desconfianza protegi¨® al condenado: Francisco Camps proclam¨® su virginal inocencia, dimitiendo a la vez como presidente de la Generalitat. El gambito ha resultado ruinoso: pese a que dos acusados se hayan declarado ya culpables, el juicio por cohecho se celebrar¨¢ antes de las elecciones legislativas.
?Se dejar¨¢ convencer el jurado por las proclamas de inocencia de Camps? ?Predominar¨¢n las motivaciones partidistas, pol¨ªticas, ideol¨®gicas o religiosas sobre la justicia? En lo que se refiere a los hechos, la colusi¨®n objetiva de la trama G¨¹rtel con los imputados se halla por encima de cualquier duda m¨ªnimamente razonable. En lo que respecta a la fundamentaci¨®n jur¨ªdica, la sentencia de mayo de 2010 del Supremo que invalid¨® el sobreseimiento de la causa alegremente dictado en agosto de 2009 por la Sala de lo Civil y lo Penal del TSJCV subrray¨® la relevancia penal del supuesto f¨¢ctico.
La primera trinchera de los acusados fue la negaci¨®n de las evidencias. De creerles, ninguno habr¨ªa recibido las prendas de vestir regaladas por Orange Market, la marca valenciana de la trama G¨¹rtel encargada de presentarse -para ganar- a todo tipo de licitaciones de la comunidad. Pero el contundente testimonio del encargado de los establecimientos Milano y Forever Young, el minucioso trabajo de la polic¨ªa y la rigurosa investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n permitieron reconstruir paso por paso -desde la toma de medidas por el sastre hasta el abono de los encargos por la trama G¨¹rtel- esa s¨®rdida historia de soborno activo y gorroneo pasivo valorada en 40.000 euros.
La segunda barrera defensiva equiparaba la rumbosa contribuci¨®n al fondo de armario de los impugnados pagada por una banda de estafadores con los obsequios simb¨®licos a (y entre) las autoridades. El auto judicial rebate esa majader¨ªa: los envenenados regalos de la trama G¨¹rtel no pueden incardinarse en el marco de la adecuaci¨®n social. La tercera trinchera -"?qui¨¦n se vende por tres trajes?"- silencia la intencionalidad corruptora de los obsequios y la deuda de agradecimiento de sus receptores. El juicio de valor relativo sobre el precio de las prendas de vestir regaladas -"escaso o aun rid¨ªculo" para los defensores de los acusados- entra?a "una degradaci¨®n de los principios que deben regir la actuaci¨®n de quienes ejercen funciones p¨²blicas". Si el bot¨ªn arramblado por Camps no bastaba para configurar un cohecho impropio ?cu¨¢l ser¨¢ el multiplicador necesario -diez, cincuenta o cien- para conseguirlo?
El ¨²ltimo muro protector del b¨²nker de los acicalados corruptos era la excusa seg¨²n la cual la inexistencia de contraprestaciones concretas e inmediatas a las d¨¢divas de la trama G¨¹rtel privaba de relevancia penal a su conducta. Pero el argumento es una tautolog¨ªa: a diferencia de los intercambios sincr¨®nicos de los supuestos de cohecho propio, la tipicidad del cohecho impropio estriba precisamente en la b¨²squeda de la gratitud o del favor gen¨¦rico de los obsequiados capaz de engrasar gen¨¦ricamente los mecanismos de la Administraci¨®n auton¨®mica.
La elevaci¨®n a juicio oral del procedimiento ha mostrado la inutilidad de las trincheras protectoras trazadas por Federico Trillo, digno disc¨ªpulo de las t¨¢cticas de cerrojo aplicadas por la selecci¨®n de f¨²tbol de Paraguay. Sin embargo, una vez recuperados del contratiempo, los dirigentes del PP han cambiado de t¨¢ctica. Fieles a la m¨¢xima de que la mejor defensa es un buen ataque, han decidido tomarla de nuevo con Rubalcaba y equiparar el caso G¨¹rtel con el caso Fais¨¢n, tan parecidos entre s¨ª como un huevo podrido y maloliente a una casta?a incorrupta todav¨ªa sin pelar.
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