El Paular recobra su tesoro
El Prado restaura y re¨²ne en el monasterio 52 pinturas barrocas firmadas por Vicente Carducho y dispersas desde la desamortizaci¨®n de 1834
El Prado, al rescate de la pintura barroca: un deslumbrante tesoro del siglo XVII, formado por 52 cuadros del toscano Vicente Carducho que permanec¨ªan dispersos durante m¨¢s de siglo y medio, acaba de ser restaurado por los expertos del museo y reunido en su lugar de origen: el antiguo monasterio cartujo de El Paular, situado a 80 kil¨®metros al noroeste de Madrid.
Cada una de las piezas mide 3,45 metros de base por 3,15 de altura, y todas ellas van rematadas por arcos de medio punto. Las pinturas de Carducho representan escenas de vida y muerte de los monjes cartujos fundadores. Fueron pintados entre 1626 y 1632 por el artista florentino. Desde ayer, la serie completa cuelga de los muros del claustro mayor del monasterio madrile?o, regentado hoy por monjes benedictinos.
Del cenobio, fundado en 1398 y enclavado a los pies de Pe?alara, partieron en 1834 los cuadros en renqueantes carromatos tirados por babeantes bueyes acechados por la nieve, los lobos y los torrentes. Las pinturas recalaron en el palacio de la Trinidad, en el centro de Madrid. Al poco, la colecci¨®n se disgreg¨®. Algunos cuadros fueron a dar a lugares tan dispares como C¨®rdoba, Tortosa o A Coru?a. Sin embargo, y gracias a la tenacidad de funcionarios, restauradores, empleados de museos, religiosos y alg¨²n pol¨ªtico con sentido de Estado, 52 de las 56 obras han llegado hasta nuestros d¨ªas con sus cualidades pict¨®ricas en buenas condiciones. Del lote primigenio pintado por Carducho se perdieron cuatro obras, dos de ellas de gran formato, durante las guerras civiles; otras dos, menores y con forma de escudetes, que jalonaban la entrada del claustro mayor, han visto su coloraci¨®n malograda por completo. El grueso de la colecci¨®n, no obstante, se ha salvado despu¨¦s de una trabajosa recuperaci¨®n que ha durado seis a?os, bajo la direcci¨®n de Leticia Ruiz, restauradora del Museo del Prado. La actuaci¨®n atrajo copiosas energ¨ªas de la mayor parte de los departamentos del Prado, desde la Brigada de Obras hasta la Direcci¨®n de Dep¨®sitos. El esfuerzo fue posible gracias a una jugosa compensaci¨®n pecuniaria brindada en el a?o 2000 al museo por una exposici¨®n de arte espa?ol, The majesty of Spain, exhibida en la ciudad estadounidense de Jacksonville. Ahora, el esfuerzo culmina en la v¨ªspera de su inauguraci¨®n por la ministra de Cultura, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde. El edificio fue rehabilitado por el arquitecto Eduardo Barcel¨®. La reciente presencia en El Paular de cuatro obispos, otro m¨¢s ayer, permite especular con una eventual visita papal.
Vicente Carducho, apellido que algunos asocian a la orden cartuja y cuyo prior Juan de Baeza le encomendar¨ªa pintar la serie, lleg¨® a Espa?a con siete a?os junto a su hermano Bartolomeo. Este formaba parte del elenco de italianos contratados por Felipe II para decorar el monasterio de El Escorial. Vicente cas¨® en Espa?a y pronto descollar¨ªa como artista total y pintor del rey Felipe III gracias a la formaci¨®n recibida en San Lorenzo. Con el tiempo se convertir¨ªa en uno de los principales tratadistas del arte pict¨®rico por su obra Di¨¢logos de la pintura, parangonable con las de Francisco Pacheco, coet¨¢neo suyo, o la de fray Lorenzo de San Nicol¨¢s, inventor de la b¨®veda encamonada.
Los lienzos repuestos en El Paular representan escenas sacras de la orden cartuja, una comunidad sumida en el silencio y la oraci¨®n desde sus albores altomedievales, en el coraz¨®n de Francia. Expandida luego por Europa, enraiz¨® en Espa?a. De los 27 cenobios que aqu¨ª tuvo, hoy conserva cuatro en Zaragoza, Burgos, Barcelona y El Paular.
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