Agota Kristof, la narradora de la infancia cruel
Empez¨® a escribir mayor, tras 30 a?os exiliada de Hungr¨ªa
La narradora y dramaturga h¨²ngara Agota Kristof muri¨® ayer en su casa de Neuch?tel (Suiza) a los 75 a?os, seg¨²n anunci¨® su familia a la agencia de prensa h¨²ngara MTI. La casa y la familia son importantes. La primera porque ten¨ªa ascensor; la segunda -tres hijos, dos exmaridos- porque el n¨²cleo de la obra de Kristof es un an¨¢lisis sin contemplaciones de los afectos familiares.
"La abuela es la madre de nuestra madre. Antes de venir a vivir a su casa no sab¨ªamos que nuestra madre todav¨ªa ten¨ªa madre. Nosotros la llamamos abuela. La gente la llama La Bruja. Ella nos llama 'hijos de perra". Este fragmento da bien el tono de El gran cuaderno, la primera novela de Agota Kristof y la que la convirti¨® en un mito en pa¨ªses como Francia, Alemania o Jap¨®n. Escrita con frases cortadas a cuchillo, El gran cuaderno cuenta la historia de dos hermanos gemelos que pasan la guerra -una guerra- en casa de una abuela que no les quiere y a la que no quieren.
Public¨® 'El gran cuaderno' con 50 a?os, una dura obra lanzada en 30 pa¨ªses
Cuando la novela, escrita en franc¨¦s, se public¨® en 1986, el mundo descubri¨® a una narradora novata de 51 a?os que llevaba 30 viviendo en el exilio. Kristof, que hab¨ªa nacido en octubre de 1935 en Csikvand (Hungr¨ªa), cruz¨® la frontera austriaca en 1956 acompa?ada de su marido y de su hija de cuatro meses. Cargaban al beb¨¦, una bolsa con pa?ales y otra con diccionarios. Su padre era maestro y a ella siempre le tent¨® la literatura. Se la quit¨® de la cabeza cuando su marido, implicado en la revoluci¨®n contra el r¨¦gimen prosovi¨¦tico, tuvo que abandonar su patria.
La pareja fue enviada a la Suiza franc¨®fona y Kristof empez¨® a trabajar en una f¨¢brica, c¨®mo no, de relojes. El aislamiento y la monoton¨ªa hac¨ªan imposible aprender otro idioma. La ¨²nica evasi¨®n posible era escribir mentalmente poemas en h¨²ngaro que m¨¢s tarde traduc¨ªa al franc¨¦s que iba aprendiendo con la ayuda de su hija.
Con la lengua aprendida, Agota Kristof escribi¨® una serie de obras de teatro que se estrenaron en caf¨¦s. Cuando se acercaba a los 50 a?os pas¨® dos redactando El gran cuaderno. Mand¨® la novela a Francia, a tres editoriales. Dos dijeron que era demasiado dura, que no tendr¨ªa lectores. La tercera, Seuil, la public¨® con un ¨¦xito que se tradujo en la venta de los derechos a 30 pa¨ªses, en la adaptaci¨®n a la radio de las piezas teatrales y en una colecci¨®n de galardones que incluye el Moravia de Italia, el Schiller de Suiza y el premio austriaco de Literatura Europea.
La obsesi¨®n por sus personajes hizo que Kristof prolongara sus peripecias en La prueba (1988) y La tercera mentira (1992), dos variaciones sobre un tema que requer¨ªa pocas. La escritora hablaba de ellos como de "la trilog¨ªa" y su ¨²ltima edici¨®n espa?ola, en 2006, El Aleph los reuni¨® en un solo volumen con el nombre de los protagonistas, Claus y Lucas.
En Espa?a, ese a?o fue el de la recuperaci¨®n de una obra que cuenta con dos hitos m¨¢s: la novela Ayer (1995) y la autobiograf¨ªa La analfabeta (2004). Pese a estar escrita con la misma crudeza que su primera obra, o tal vez por eso, su autora se arrepinti¨® de publicar la segunda. "Eran textos que hab¨ªan salido en una revista. El editor franc¨¦s no lo quiso y en Alemania le dieron el premio de la cr¨ªtica", dijo en una entrevista con este peri¨®dico. En esa misma ocasi¨®n cont¨® por qu¨¦ hab¨ªa dejado de escribir: "La escritura es demasiado importante como para hacer algo que no me guste". Viv¨ªa en Neuch?tel, en un apartamento que, m¨¢s que el de una celebridad, parec¨ªa el de una estudiante. Un piso tercero. Con ascensor. Y el ascensor, lo dec¨ªa la propia Kristof, era muy importante. En los ¨²ltimos a?os, dos hernias discales apenas la dejaban moverse. Y todav¨ªa le gustaba bajar al mercado.
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