Kate Chopin fue la primera

Esta breve novela es una obra maestra. Se public¨® en Espa?a sin obtener apenas atenci¨®n hace varios a?os. Ahora regresa, acompa?ada de diecisiete cuentos cuya funci¨®n es, a partes iguales, dar una satisfacci¨®n al lector y reclamar de nuevo un lugar de honor para su autora. Kate Chopin naci¨® en 1861 en St. Louis, Misuri, en el seno de una acomodada familia. Se cas¨® a los veinte a?os, tuvo cinco hijos, enviud¨® y se dedic¨® a escribir como medio de vida adquiriendo gran notoriedad en la sociedad sure?a por sus libros de "color local". Sin embargo, a la publicaci¨®n de El despertar, esa misma sociedad la rechaz¨® escandalizada.

?Por qu¨¦? Sencillamente: por contar la historia de una respetable ama de casa que decide volar libre.

Hasta aqu¨ª la an¨¦cdota. Ahora vamos con la literatura. La historia del despertar de Edna Pontellier es un prodigio de sensibilidad, sutileza y belleza literaria. Cuando esta esposa y madre tradicional, que toda la vida "hab¨ªa estado acostumbrada a albergar pensamientos y emociones que no ten¨ªan voz propia", confiesa a una amiga que "dar¨ªa mi dinero, dar¨ªa mi vida por mis hijos, pero no me dar¨ªa a m¨ª misma", confiesa en realidad la revelaci¨®n y el cataclismo que se est¨¢ produciendo en su interior. A partir de ese momento, todo lo que constituye su vida (familia, amigos, t¨ªtulos, etc¨¦tera) se le va revelando como una imposici¨®n. Entonces comienza a alejarse de esa vida ficticia, incluso cambia de casa, lo que le produce felicidad y desaz¨®n a la vez. El inter¨¦s rom¨¢ntico hacia otro hombre la ayuda en estas decisiones, pero no ser¨¢ ¨¦ste su destino, sino la libertad misma. La novela muestra escenas soberbias, como la lectura de la carta de su amado mientras la se?ora Reisz, su amiga, toca el piano acompa?ando maliciosamente la lectura; o su sensaci¨®n de estar sola en casa; o el reencuentro con el amado, un prodigio de sutileza y dominio de la escena. La expresividad y delicadeza de la escritura de Kate Chopin es total, propia de un talento ¨²nico. Las grandes autoras sure?as como Eudora Welty o Flannery O'Connor son deudoras suyas. Ella fue la primera. Merece un lugar de honor y ¨¦ste es el momento de conced¨¦rselo como lectores leyendo esta joya inexcusable.