La ¨²ltima noche musulmana en la Alcazaba de Antequera
El esplendor de la luz de la luna va guiando al visitante por toda la ciudad
La noche hace suya la ciudad de Antequera. Comienzan a llegar los primeros turistas dispuestos a disfrutar de lo que les depara la Antaqira ¨¢rabe. Con los sentidos bien abiertos y ataviados con sus mejores galas los cristianos viejos, como son conocidos los visitantes, se disponen a cruzar el Arco de los Gigantes y as¨ª comenzar el recorrido por la antigua ciudad musulmana de Antequera. La luna estar¨¢ presente durante todo el recorrido. Ser¨¢ la encargada de guiar a los turistas por una noche m¨¢gica que les har¨¢ conocer lugares tan emblem¨¢ticos como la plaza del mercadillo, la alcazaba o los ba?os ¨¢rabes.
En 1410 Antequera fue reconquistada por los cristianos. Tras cinco meses de asedio a la alcazaba de Antaqira, su ¨²ltimo alcaide musulm¨¢n, Al Karmen, le entrego la ciudad al infante don Fernando. Esa noche es la que se recrea en la Alcazaba, que ahora, en verano abre sus puertas a los cristianos viejos.
El turismo nocturno llega hasta El Torcal del municipio malague?o
Otra opci¨®n son las cenas sensoriales en la colegiata de Santa Mar¨ªa
Son recibidos por los andalus¨ªs de la ¨¦poca que portan antorchas para iluminar el camino y ofrecen al visitante la vestimenta t¨ªpica de los musulmanes para que todo les transporte al siglo XV.
Se abre la puerta de la alcazaba y comienza el recorrido. Al encuentro acude una musulmana, que explica lo que sucedi¨® fuera de las murallas y gu¨ªa a los cristianos por toda la fortaleza. Al llegar a los jardines los turistas son sorprendidos por bailarinas de la danza del vientre que les dan la bienvenida. En el torre¨®n se encuentra el alcaide, all¨ª se escenifica lo que ocurri¨® la ¨²ltima noche. "La guerra se gana cuando aprendemos a levantarnos de las batallas perdidas", le dice la luna al alcaide. Al Karmen reflexiona y decide entregarle la ciudad al infante don Fernando.
No todo acaba para el turista con la toma de la ciudad por parte de los cristianos, para ellos una degustaci¨®n de los platos t¨ªpicos ¨¢rabes les espera al finalizar el recorrido, de esta forma, abandonaran la alcazaba con un grato recuerdo y un buen sabor de boca.
"Muy bonito. La luz, el entorno, las buenas actuaciones, hasta la comida. Es como si te trasladas all¨ª, es que te lo imaginas", explica Inmaculada. En el Arco de los Gigantes aguardan Carmela y Reme al coche que les lleva de vuelta a sus casas. "El hecho de que sea de noche tiene su encanto, lo vives de una forma especial. Yo me imaginaba hasta viviendo en la torre", sonr¨ªe Carmela mientras recuerda la velada.
Hasta Antequera van personas de toda la provincia de M¨¢laga para vivir otras experiencias. Salvador ha ido desde Fuengirola. "Todo se convierte en algo m¨¢s m¨¢gico por la noche. Te hacen meterte en la historia que te cuentan con los trajes y la iluminaci¨®n".
Llega la noche en la ciudad del Torcal y se abren otras posibilidades para conocer una Antequera diferente a la que se ve de d¨ªa. Visitar la alcazaba es una de esas opciones, pero para el turista que quiera despertar sus cinco sentidos no hay nada mejor que una cena sensitiva en la Colegiata de Santa Mar¨ªa. No existen los tel¨¦fonos m¨®viles, ni tecnolog¨ªa una vez que uno entra en la Colegiata y decide participar en esa experiencia ¨²nica con los ojos vendados. Estas actividades se realizan dentro del programa que forma parte de la Fundaci¨®n de Ciudades Medias del Centro de Andaluc¨ªa. Alcal¨¢ La Real, Estepa, Loja y Lucena, son algunas de las ciudades en las que se puede encontrar este tipo de turismo nocturno.
Pero no todo acaba en Antequera en la alcazaba y la Colegiata. Los amantes de la naturaleza pueden disfrutar de una ruta de senderismo nocturno por el Torcal, que dura aproximadamente dos horas y en la que se pueden descubrir los rincones m¨¢s ins¨®litos de este parque natural.
Todav¨ªa queda por encontrar el coraz¨®n de la ciudad, como la iglesia de San Juan de Dios o la plaza de toros que se pueden conocer a pie o en microb¨²s. Al caer la noche, la luna va llegando a cada rinc¨®n de ciudad, y se abren las puertas de la otra Antequera, la de sus or¨ªgenes.
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