La isla de nunca jam¨¢s
Son casi las cuatro de la madrugada de un jueves de julio en Pachach¨¢, la sala de m¨²sica pachanga de la discoteca Pach¨¢. Rafa Nadal trata sin mucho ¨¦xito de bailar La isla bonita, de Madonna, mientras tres hind¨²es le abordan una y otra vez para hacerse fotos con ¨¦l. Tras perder la final de Wimbledon, el mallorqu¨ªn ha venido a descansar unos d¨ªas a Ibiza con un grupo de amigos, pero nadie le da un respiro. Les acompa?a el escritor y relaciones p¨²blicas Carlos Martorell, una instituci¨®n de la isla, que tras advertir la insistencia de los fans del tenista decide actuar.
-Basta, hombre, que llev¨¢is as¨ª toda la noche, y ya os hab¨¦is hecho la foto.
-?T¨², padre de Rafa?
-S¨ª, soy el padre de Rafa.
Al 'dj' David Guetta se le atribuye haber devuelto la relevancia a Ibiza
Este destino beneficia a las estrellas pop de paso, las hace m¨¢s 'cool'
La isla atrae a las fortunas del mundo del entretenimiento
No se puede desligar Ibiza de los clubes, que marcan las temporadas
Los tabloides ingleses magnifican todo lo que que ocurre aqu¨ª
Ibiza se ha convertido en una gigantesca zona VIP
-?Y d¨®nde est¨¢ madre?
-Est¨¢ en el v¨¢ter, y tampoco quiere fot¨®grafos.
Mientras, en la cabina de la pista principal se agolpan el disc jockey franc¨¦s David Guetta, acaso el m¨¢s famoso del mundo en la actualidad, y una decena de ac¨®litos. Pinchan a pachas, se turnan el micr¨®fono, pasan ol¨ªmpicamente de cuadrar las mezclas, lo pasan pipa. Guetta pone insistentemente canciones producidas por ¨¦l mismo, sin el menor rubor, como si fuera un acto promocional. T¨¦cnicamente, la sesi¨®n no es para tirar cohetes, pero tanto da, lo ¨²ltimo que piensan los 4.000 fieles peligrosamente api?ados que han pagado 70 euros por entrar es en quejarse. En vez de eso, alzan los brazos en se?al de adoraci¨®n y hacen fotos con sus smartphones. Esto es F*** Me I'm Famous, la popular fiesta francesa de los jueves en Pach¨¢ que el parisiense organiza durante 16 semanas cada verano. El momento en el que la isla rinde tributo a su mayor estrella. Aquel amante de la electr¨®nica que en 1995 repart¨ªa flyers entre los guiris de Platja d'en Bossa para promocionar sus propias sesiones y que en 2011 acude semanalmente a su residencia en la discoteca en avi¨®n privado. El mismo que ha conseguido que el dance, un g¨¦nero eminentemente popular en Europa, arrase en las listas de ¨¦xitos de Estados Unidos despu¨¦s de d¨¦cadas de intentos fallidos. El dios carism¨¢tico al que atribuyen haber devuelto la relevancia a Ibiza y del que casi todos aqu¨ª aseguran ser ¨ªntimos amigos. Y todo empez¨® accidentalmente en esta discoteca.
"Hace unos a?os conoc¨ª a The Black Eyed Peas en Pach¨¢. Yo pinchaba y will.i.am [l¨ªder de la banda] se arranc¨® con el micr¨®fono de manera improvisada. Alucin¨¦. No volv¨ª a saber nada de ¨¦l en un a?o, hasta que recib¨ª un SMS: 'Quiero que produzcas nuestro pr¨®ximo disco", recuerda Guetta, que al tiempo facturar¨ªa I gotta feeling, el mega¨¦xito discotequero con el que el grupo cambiar¨ªa en 2009 el curso global de la m¨²sica comercial.
Desde entonces, la isla ha ido m¨¢gicamente recuperando puntos como destino veraniego so?ado para medio mundo. Los ¨ªdolos pop la abrazan como nuevo escaparate global. Los sibaritas de la electr¨®nica vuelven a convivir con los fiesteros de batalla. Los millonarios circulan. Cirque du Soleil o los restaurantes de lujo Cipriani o Buddha Bar buscan aqu¨ª su espacio, seducidos por la repercusi¨®n. La fiesta es solo uno de los atractivos de Ibiza, pero tambi¨¦n su mayor valor diferencial. Para bien o para mal. Nos sumergimos en sus profundidades durante cinco noches para dar con sus protagonistas.
Guetta pincha de nuevo. Esta tarde, junto a sus amigos Usher y Pete Tong. Y ante otras 4.000 personas. Estamos en Ushua?a, un nuevo concepto de hotel de cinco estrellas reci¨¦n estrenado que, aseguran aqu¨ª, cambiar¨¢ Ibiza para siempre. Pensado para hedonistas sin complejos y amantes de la m¨²sica de baile con abultadas cuentas corrientes, este espacio con 236 habitaciones (que van desde los 300 hasta los 2.000 euros la noche) ofrece la posibilidad de ver pinchar por la tarde a algunos de los disc jockeys m¨¢s famosos del mundo (Luciano, Bob Sinclair, Swedish House Mafia...) desde el balc¨®n de tu suite o junto a la piscina. Esta, por cierto, est¨¢ acordonada y solo es accesible para vips y espectaculares chicas en traje de ba?o y tac¨®n. La plebe, previo pago de 60 euros, se amontona en las inmediaciones. El pareo, la chancla y el torso ciclado abundan a ambos lados del cord¨®n de seguridad, la diferencia reside b¨¢sicamente en las camas balinesas y las botellas de champ¨¢n. El bombo suena igual de atronador desde cualquier rinc¨®n, pero no hay problema, aqu¨ª no se estila el turismo familiar.
Ushua?a pertenece a Fiesta Hotel Group, propiedad de Abel Matutes, ministro de Exteriores en la primera legislatura de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar que se dio de baja como afiliado del PP en noviembre de 2008 "para defender mejor sus negocios", que son muchos en Ibiza. Nos atiende su hijo, tambi¨¦n llamado Abel, convencido del potencial de su revolucionaria propuesta hotelera. "Entre las novedades, la opci¨®n de alquilar suites sin camas para seguir la fiesta. Las llamamos boxes. Con neveras llenas, pantallas para seguir en streaming las sesiones y jacuzzi. No hay ni una libre ahora mismo". El precio, 2.500 euros al d¨ªa. Los hoteles con valor a?adido son un concepto exportado de Miami que, seg¨²n Andy McKay, patr¨®n del guitarrero hotel Ibiza Rocks, marcar¨¢ la pauta estos pr¨®ximos a?os.
Entre el concurrido priv¨¦, dos chicas, adornadas con alas de ¨¢ngel -que forman parte del servicio de "experiencias sensoriales" Angel Squads-, le ofrecen a Fonsi Nieto un masaje de siete minutos en hombros, cabeza y cuello a cambio de la voluntad. El motociclista reciclado en disc jockey pasa en la isla grandes temporadas desde ni?o. "Ibiza vuelve con fuerza tras dos a?os raros y dif¨ªciles. ?Cu¨¢ndo hubi¨¦ramos imaginado que un artista estadounidense de la talla de Usher estar¨ªa aqu¨ª actuando?". "Esta isla tambi¨¦n beneficia a las superestrellas, es bueno para sus carreras, las hace cool y deseables", opina McKay. "No hay que bajarse los pantalones, Ibiza est¨¢ en un gran momento y no puede pervertir su esencia. Hay que buscar un balance. En el proceso de exportar cultura musical europea a Estados Unidos y que los americanos nos la vuelvan a traer y vender, se pierde calidad. Este lugar tiene que estar orgulloso de lo que representa. No necesita ser Miami [la ciudad que disputa a Ibiza el trono de la electr¨®nica mundial], lo que no significa que ciertos aspectos de Miami no puedan o deban ser exportados aqu¨ª".
La gu¨ªa no escrita de la nueva Ibiza cool obliga a parar esta noche en L¨ªo, el nuevo restaurante-espect¨¢culo propiedad de Pach¨¢. Situado en el puerto Marina Ibiza, donde un yate de 40 metros paga en temporada alta 2.000 euros al d¨ªa por atracar, y a escasos metros de un edificio de viviendas que est¨¢ construyendo Jean Nouvel. Hasta all¨ª se ha acercado esta noche la leyenda del chill out Jos¨¦ Padilla. "Vivo en la isla desde 1975 y lo que veo ahora no me gusta", reflexiona. "Hay mucho pl¨¢stico y mucho vip. Imagino que es un negocio brutal, pero me cabrea bastante. Hay demasiada m¨²sica comercial. La gente se maleduca. Cuando les pones m¨²sica de verdad no la entienden y creen que es mala", razona el dj, que ha montado una peque?a sesi¨®n los mi¨¦rcoles en el hostal La Torre, "perdido entre unas monta?as", que reivindica el estilo transgresor primigenio de la isla.
La cena-espect¨¢culo de L¨ªo causa furor entre la gente chic y los millonarios, que tampoco en esta isla son siempre sin¨®nimos. Por su naturaleza cosmopolita y su melting pot, Ibiza se ha convertido en el principal polo de atracci¨®n mediterr¨¢neo de las grandes fortunas asociadas a la cultura y el entretenimiento, desplazando a Marbella o St. Tropez, cuyo turismo de lujo es ahora m¨¢s cl¨¢sico o empresarial. Las espectaculares vistas de Dalt Vila compiten esta noche con las de un yate de 98 metros. "Propiedad de un moscovita, soltero y heterosexual de 42 a?os", se comenta entre risas. Los oligarcas rusos, aseguran, son los nuevos jeques ¨¢rabes. El ma?tre es Kenji, un cubano-japon¨¦s a quien han tra¨ªdo de Gonpachi, el restaurante en el que se inspir¨® Quentin Tarantino para la c¨¦lebre escabechina de Kill Bill. La cena -una sofisticada parrilla japonesa- ronda los 130 euros por persona en las noches del programa habitual de cabaret. El precio cerrado del cubierto para ver a los Hermanos Vivancos alcanza los 200 euros. El del espect¨¢culo del club neoyorquino The Box, 400. Bebidas aparte. En la bodega hay botellas de hasta 50.000 euros. La pol¨ªtica de la casa recomienda a sus empleados no comunicar los precios extramuros.
A cada hora en punto, cuando suena You never can tell, el tema de Chuck Berry popularizado por Pulp Fiction, todos los empleados tienen que arrancarse a bailar. Se mezclan entre los comensales y los levantan para mover las caderas, como en Dirty dancing. Ensayan una conga. La algarab¨ªa se apodera de la sala. Silvia Mart¨ª, un actriz, cantante y bailarina (en este orden, especifica), de 32 a?os, criada en el Paralelo barcelon¨¦s, se ha instalado en la isla gracias a L¨ªo. "Me seduce vivir en Ibiza, pero no es por el dinero. Haciendo un musical con Mario Gas en el teatro Espa?ol de Madrid gano m¨¢s. Quiz¨¢ haya aqu¨ª otras maneras de ganarse m¨¢s r¨¢pidamente la vida. Yo no me he subido a ning¨²n yate desde que he llegado. Ni creo que lo haga. No tengo ning¨²n inter¨¦s. En esta isla te encuentras con insinuaciones, algunas de mal gusto, y hay gente que s¨ª se deslumbra. Los que trabajamos en el L¨ªo somos profesionales que exigimos que el p¨²blico nos trate como si estuvi¨¦ramos en el mejor teatro del mundo", tercia tras acabar la jornada.
Mariajos¨¦ Revert combina su labor de relaciones p¨²blicas del restaurante con las del dj Sebasti¨¢n Gamboa. Antes trabaj¨® de camarera y ha subido escalones en la que considera "la mejor empresa de ocio del mundo", Pach¨¢. "O¨ª hablar de la magia de Ibiza desde ni?a. Cuando llegu¨¦, me dieron una bandeja y me mandaron al VIP. De repente me sent¨ª parte de ese cuento y me puse a llorar". Su primer recuerdo -Thierry Roussel, viudo de Cristina Onassis, rodeado de amigos y champ¨¢n- le impact¨®. Ahora es la norma. "En la isla puedes ganar 700 euros en propinas una noche si trabajas en un sitio bueno, y solo hay uno bueno: el VIP de Pach¨¢".
La receta de la discoteca, dice, reside en su ex¨®tica mezcla, una que hist¨®ricamente se atribuye a Studio 54, pero que Pach¨¢ ya llevaba cultivando desde 1973. Mick Jagger, Kylie, o Dolce & Gabbana alternando espont¨¢neamente con jeques ¨¢rabes que dejan 10.000 euros en propinas y los an¨®nimos m¨¢s guapos o divertidos. "Es la isla de Nunca Jam¨¢s. En el club, todos son famosos y ninguno lo es. Puedes hacer lo que te d¨¦ la gana. Aqu¨ª todos callamos, hay libertad y complicidad", describe Revert. "Y como en el resto de la isla, la edad no importa. De hecho, creo que Ibiza es el mejor sitio para envejecer".
Su amigo Jorge Inchausti, relaciones p¨²blicas de hoteles y due?o durante 14 a?os de Atelier, tienda de moda de referencia, subraya la dimensi¨®n social de los superclubes. Pach¨¢, Amnesia, Privilege y Space se disputan anualmente el t¨ªtulo de mejor discoteca del mundo. Conjuntamente, cada noche emplean a m¨¢s de 1.000 personas y albergan a m¨¢s de 30.000 clubbers, que pagan entre 35 y 80 euros por entrar. Las cervezas cuestan 10 euros, y la copa convencional, entre 14 y 18. "Hubo un momento en que el Gobierno quer¨ªa promover exclusivamente el turismo familiar, demonizando el ocio nocturno, v¨ªctima de una persecuci¨®n exacerbada", reflexiona Inchausti. "Pero no se puede desligar la isla de los clubes, que establecen el ritmo de la mayor¨ªa de negocios: hoteles, restaurantes, tiendas... Adem¨¢s atraen tambi¨¦n turismo de calidad, dan prestigio a la isla y generan miles de empleos directos e indirectos".
Mark Broadbent, promotor brit¨¢nico de la fiesta dominical We Love... Sundays, la m¨¢s emblem¨¢tica de Space -que esta temporada trae a 400 superdj's y se enorgullece de ser la ¨²nica fiesta de la isla sin gog¨®s ni distracciones-, dice sentirse frustrado por la nula relaci¨®n con el Gobierno insular. "El gasto que yo hago para promocionar Ibiza como destino tur¨ªstico es quiz¨¢ 10 veces mayor que el suyo. Combin¨¢ndolo con el que hacen el resto de clubes, es posible que sea 100 veces mayor. El turismo es el motor principal, pero parecen cegados, no est¨¢n interesados en nosotros".
Carmen Ferrer, consejera de Turismo desde hace apenas unas semanas, no le quita raz¨®n y apuesta por el di¨¢logo. "Nos enorgullece tener el mejor ocio nocturno del mundo. Y somos conscientes de que muchas veces no ha recibido el tratamiento justo. Los medios se han ensa?ado con los excesos, que no son mayores que en otra ciudad". Pero argumenta que este sector ya goza "de mucha notoriedad, y no necesita los recursos que otros atractivos de la isla s¨ª necesitan". Seg¨²n Ferrer, el famoso coto a los after hours de 2008, que muchos vaticinaron que acabar¨ªa con la fiesta, no ha afectado al volumen de visitas e ingresos. "Resultaban invasivos para el turismo familiar, y gracias a su prohibici¨®n se ha permitido mantener el equilibrio hist¨®rico de la isla: un lugar donde conviven el turismo de sol y playa, el cosmopolita, los agroturismos, la gastronom¨ªa, el buceo, las propuestas culturales o la vanguardia de la electr¨®nica".
La sensaci¨®n general entre la mayor¨ªa de restauradores, hoteleros y promotores consultados es que lo que es bueno para el PP, que acaba de ganar las elecciones del Consell Insular, quiz¨¢ sea bueno para la isla. Se celebra su perfil gestor y despolitizado. Un restaurador espa?ol que lleva 30 a?os en Ibiza lo resume as¨ª: "Los populares y sus simpatizantes son aqu¨ª distintos a los de la Pen¨ªnsula. Son m¨¢s tolerantes y permisivos. Algunos incluso tienen sus propios negocios. La izquierda se ha atascado en el nacionalismo y la promoci¨®n de la lengua ibicenca, y todo ha sido restringir y prohibir. Parecen resentidos".
La relevancia de las discotecas es tal que hasta muchos de sus empleados sienten los colores como si de un equipo de f¨²tbol se tratara. "Hay incluso peleas entre los distintos pasacalles, y a veces se ha llegado a las manos", asegura la relaciones p¨²blicas Mariajos¨¦ Revert. Se refiere a una de las tradiciones m¨¢s longevas de la Ibiza de los megaclubes. La rua que realizan los bailarines por las calles del puerto de la capital para promocionar cada noche sus fiestas. Seg¨²n Carlos Aparicio, promotor de Caf¨¦ Ol¨¦, el jocoso evento burlesque y fetichista de los viernes en Space, no ser¨ªa descabellado pedir a la Consejer¨ªa de Turismo que los subvencionara. "Los hacemos m¨¢s por tradici¨®n que por efectividad. Un espect¨¢culo de gog¨®s y drag queens, glamuroso y fetish, inesperado y descontextualizado, que quien m¨¢s lo agradece es quien m¨¢s se sorprende: las familias con ni?os que est¨¢n cenando. Si dejaran de existir, se acabar¨ªa la animaci¨®n del puerto. Adem¨¢s, dicen mucho del clima de tolerancia de la isla".
Uno de los pasacalles m¨¢s estramb¨®ticos es el de SuperMartX¨¦, la macrofiesta de Privilege, que recala este viernes bajo las murallas de Dalt Vila, donde est¨¢ Soap, antiguo Lola's, el bar gay de referencia en la isla. Drags, enanos y gog¨®s musculados en slip se mezclan entre los clientes, en su mayor¨ªa de m¨¢s de 30 a?os y con posibles. Para algunos, Ibiza ha perdido con los a?os atractivo como destino gay, pero Julio Romero Rodr¨ªguez, copropietario, se felicita de que su local se haya consolidado como principal aglutinador del p¨²blico homosexual a primera hora de la noche.
Romero, licenciado en Medicina, es una estrella del porno cubana conocido en el sector como Rafael Carreras. Ha cumplido 40 a?os y se ha retirado hace unos meses. Resume as¨ª el secreto de Soap: "Los camareros son guapos, pero sobre todo superamables. La atenci¨®n al cliente generalmente falla en la isla. Nosotros los seleccionamos en nuestros viajes por el mundo y les formamos para dar un servicio excelente". Les pagan entre 50 y 80 euros por cinco horas cada noche, y estando aqu¨ª tienen la posibilidad de trabajar en la promoci¨®n de otras fiestas gais. Incluyendo propinas, pueden llegar a ganar en total unos 3.000 euros netos al mes. Algo habitual en Ibiza. "Y las drags queens bien relacionadas, mucho m¨¢s del doble", a?ade.
A unas manzanas de all¨ª, un camello explica que la isla ya no es el para¨ªso de las drogas de anta?o. "Existen, pero est¨¢n realmente perseguidas". Los pol¨ªticos, asegura, tomaron nota de la imagen de desfase difundida en los medios brit¨¢nicos y han actuado con contundencia. "Ha mejorado la calidad. Y ha aumentado el precio. Las pastillas de ¨¦xtasis a cinco euros son cosa del pasado. Ahora se venden a 10 o 15. Todo en la isla se ha encarecido. Y eso ahuyenta al cliente que no controla. Las consecuencias son positivas. Ya no es habitual que un turista salga en ambulancia de una discoteca". Tres d¨ªas despu¨¦s, una brit¨¢nica de 20 a?os mor¨ªa tras consumir ¨¦xtasis en un club de Platja d'en Bossa.
Juan Su¨¢rez, director comercial de Diario de Ibiza, explica la dificultad que entra?a lidiar con estos casos. "Nuestro peri¨®dico es notario de lo bueno y de lo malo, pero no buscamos el sensacionalismo. Los accidentes o muertes figuran en la p¨¢gina de sucesos, nunca en portada. Preferimos dedicarla a una actuaci¨®n de Usher o a la llegada de Naomi Campbell. Somos conscientes del eco internacional que tenemos, sobre todo a trav¨¦s de nuestra web. Los tabloides ingleses magnifican cualquier cosa que ocurra en la isla. Ese es el valor de Ibiza, para bien y para mal. Si lo mismo ocurre en Menorca, no tiene la menor repercusi¨®n".
Cientos de personas hacen cola en la puerta de Privilege, antigua Ku, la discoteca que desde hace 18 a?os se publicita como la m¨¢s grande del mundo, con un aforo oficial de 10.000 personas, pero por la que desfilan muchas m¨¢s debido a la rotaci¨®n. Los mismos gog¨®s que formaban el pasacalles de SuperMartX¨¦, una de las fiestas de promotor espa?ol m¨¢s populares, protagonizan ahora en el escenario su espect¨¢culo er¨®tico. Varias contorsionistas se sumergen en recipientes acu¨¢ticos mientras un bailar¨ªn desnudo juega con una capa que descubre una importante erecci¨®n. Marta y Ramiro, de Madrid, no paran de hacer fotos con su iPhone. Su presupuesto para esta noche es de 100 euros, incluida la entrada. Una d¨¦cima parte de lo que piensan gastar en su semana de vacaciones. "Si no controlas un poco, esta isla es un sacacuartos", explican. "Hasta comer en la playa puede ser la ruina. Pero si buscas opciones baratas menos vistosas, las encuentras. Adem¨¢s, alquilamos entre cuatro un apartamento durante una semana por menos de 600 euros. Hay que saber contratar con antelaci¨®n".
Los dos madrile?os dicen ser particularmente fans de varios de los eventos de Privilege, que se ha apuntado a la tendencia que domina este a?o: la m¨²sica en vivo. Tallyn Planells, su director, cree que "traer a Jamiroquai o Underworld otorga un valor a?adido que ahora es necesario". Muchos se?alan a Andy McKay como responsable de devolver el rock en directo a la isla, que en los setenta y ochenta ya era un hervidero de conciertos que atra¨ªa tanto a Pink Floyd como a Radio Futura. Entre 1994 y 2008, este promotor brit¨¢nico y su hermano montaron Manumission, la antol¨®gica fiesta que sentar¨ªa la tendencia de invertir cantidades astron¨®micas -"hasta 100.000 euros semanales"- en contenido. "Somos culpables de muchas de las cosas malas que han ocurrido en la isla. La inflaci¨®n de los precios de entrada en los clubes, por ejemplo. Con Manumission subimos la tarifa de 2.500 a 7.000 pesetas. Tambi¨¦n eliminamos los pases gratuitos. Y nos retiramos de la escena de dj, dejando de anunciarlos", asegura. Su ¨²ltima "provocaci¨®n", la m¨²sica en vivo al aire libre, no obedec¨ªa "¨²nicamente a sus propias necesidades". "En Londres, la m¨²sica hab¨ªa evolucionado, pero en la isla no. Si hacia 2000 lo que sonaba en Ibiza empezaba a pasar de moda, en 2005 era bochornoso. Lanc¨¦ Ibiza Rocks porque cre¨ªa importante que la gente de 19 o 20 a?os siguiera sintiendo que la isla es relevante. Y el rock volv¨ªa a serlo en el mercado anglosaj¨®n. Perdimos mucho dinero, pero conseguimos que empezaran a venir".
Abri¨® su hotel musical en 2005. En San Antonio, "el ¨²nico lugar en el que pod¨ªa funcionar", una zona de la isla que el visitante chic y prejuicioso identifica con el turismo de baja calidad, juvenil, et¨ªlico y, sobre todo, brit¨¢nico. En 2007 trajo en la misma semana a Arctic Monkeys y Kaiser Chiefs, dos de las bandas de rock m¨¢s grandes del momento. El ¨¦xito fue desbordante. Entre los brit¨¢nicos. "Nosotros solos no podemos crear esta enorme isla de m¨²sica en vivo que me gustar¨ªa ver. Pero Amnesia, Privilege y Space s¨ª pueden convencer a espa?oles, italianos, franceses o centroeuropeos. Y lo har¨¢n", explica en su nuevo hotel Ibiza Rocks House, la "evoluci¨®n natural de mi empresa". Un hotel boutique de 25 habitaciones ubicado en Pike's, la c¨¦lebre villa que aloj¨® al qui¨¦n es qui¨¦n del pop internacional de los setenta y ochenta. Los hu¨¦spedes coinciden ahora en la piscina -en la que se rod¨® el v¨ªdeo de Club Tropicana, de Wham!- con las estrellas rock que McKay trae a la isla. "Si este hotel funciona como negocio es que ha habido alg¨²n error", ironiza.
La jornada en Blue Marlin empieza al mediod¨ªa. El acceso a este beach club de Cala Jondal es como el de cualquier discoteca. Gorilas con pinganillo, cord¨®n de seguridad, listas de puerta, media hora de cola. Nadie dir¨ªa que da acceso a una playa. En el interior, varios centenares de personas bailan funk y rock en vivo. Hay hasta gog¨®s sobre el tejado, pero ni una cara desencajada. Todo es champ¨¢n, Coronitas y gente guapa. Para comer en el restaurante (a una media de 100 euros por cubierto) hay que reservar como m¨ªnimo una semana antes. Los seguratas te sellan para acceder al mar, donde el descomunal yate que Philippe Starck dise?¨® para Rom¨¢n Abram¨®vich preside la vista. Los avispados ya han aprendido que pueden entrar en la cala sin tanta parafernalia a trav¨¦s de otros tres restaurantes, pero el Blue Marlin es el sitio para ver y ser visto.
Cuando caes en la cuenta de la gran zona VIP en la que se ha convertido la isla, de la fortuna que hay que desembolsar para abrazar la mayor¨ªa de sus nuevos productos l¨²dicos de moda, resulta refrescante volver a San Antonio y ver la falta de pretensiones con la que los veintea?eros brit¨¢nicos disfrutan con una Isle?a, la cerveza local, de la puesta sol. "La m¨¢s famosa del mundo", garantiza Javier Anad¨®n, due?o de Mambo y otros tres caf¨¦s-restaurante del paseo. "Los precios son aqu¨ª razonables", opina Richard, abogado de Manchester, que lleva ocho de sus 29 a?os veraneando en la isla. "Hay otras Ibizas, sin tanto famoseo o nuevo rico cateto. Las sesiones de tarde que Mambo o Caf¨¦ del Mar organizan aqu¨ª con superdj's que est¨¢n de bolo en la isla, por ejemplo, se pueden disfrutar sin necesidad de pagar consumici¨®n".
Lo mismo ocurre en Bora Bora, otra postal t¨ªpica algo denostada. Un bar de Platja d'en Bossa donde se pincha house durante el d¨ªa. El control de la polic¨ªa es estricto, pero no llega a la imagen de toma policial de hace cinco a?os. Aqu¨ª se re¨²nen los m¨¢s fiesteros, que bailan desenfrenados sobre mesas, hamacas o arena y alzan los brazos en comuni¨®n cada vez que un avi¨®n los sobrevuela.
Es la escena emblem¨¢tica del ocio ibicenco que casi se perdi¨® cuando las discotecas se vieron obligadas en 1990 a construir techos para respetar el sue?o de los vecinos. "Fue el principio del declive", estiman Eva y Eugenia, de Castelldefels, que se consideran nost¨¢lgicas de la locura que se viv¨ªa aqu¨ª en los noventa. "Ahora todo es m¨¢s corporativo, pero el club DC10, que ha vuelto a abrir, o Bora Bora son dignos guardianes del esp¨ªritu".
Hasta aqu¨ª se acerc¨® una aciaga ma?ana de septiembre el legendario dj Alfredo Fiorito, padre del sonido balearic y al que la revista brit¨¢nica MixMag ha seleccionado como candidato a mejor pinchadiscos de todos los tiempos. "La sesi¨®n en Space [donde ahora tiene una residencia en We Love... Sundays] hab¨ªa acabado con gente llorando de emoci¨®n y mi pareja de entonces y yo sal¨ªamos felices. Pero el barullo que encontramos fuera no era normal", recuerda. "Nos acercamos a preguntar. Hab¨ªan atentado contra el World Trade Center y el Pent¨¢gono. Como ajenos, fuimos al Bora Bora, donde todo el mundo bailaba mientras, al fondo, las televisiones repet¨ªan las im¨¢genes de las torres ca¨ªdas. ?Qu¨¦ pod¨ªamos hacer? Menos mal que a¨²n existe un lugar en el mundo en el que realmente es posible olvidarse de todo".
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