Contragolpe a la turca
Un grupo escult¨®rico del fara¨®nico mausoleo de Mustaf¨¢ Kemal, Atat¨¹rk, en Ankara simboliza con precisi¨®n el r¨¦gimen con el que el fundador de la Turqu¨ªa moderna crey¨® dejar atado y bien atado el reparto del poder. Un bur¨®crata y un soldado preceden, la mirada al frente, a un cabizbajo campesino anatolio: un sistema de gobierno de las ¨¦lites para el pueblo, pero sin el pueblo.
Pero el pueblo turco hace tiempo que no marcha detr¨¢s de dirigentes a los que no ha podido elegir. Ha recorrido en el ¨²ltimo medio siglo un camino jalonado de golpes de Estado militares que derribaron entre 1960 y 1997 cuatro Gobiernos democr¨¢ticos. Hasta que en 2007 el Ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan dijo no a la orden de mando.
Los generales se opon¨ªan entonces tajantemente a que la esposa del presidente de un Estado laico se cubriese la cabeza con un pa?uelo. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado) gan¨® poco despu¨¦s las elecciones con cerca del 50% de los votos y ha vuelto a arrasar en las urnas el pasado mes de junio.
En el golpe de Estado electr¨®nico del 27 de abril de 2007 -un comunicado contra el Gobierno difundido en la web del alto mando de las Fuerzas Armadas- a los militares les sali¨® el tiro por la culata. Cuatro a?os despu¨¦s han acabado arrojando la toalla. La dimisi¨®n del jefe del Estado Mayor, el general Isik Kosaner, secundado por los m¨¢ximos comandantes del Ej¨¦rcito, la Marina y la Fuerza A¨¦rea, no es tanto una crisis de cuatro estrellas en la bocamanga como el reconocimiento de la impotencia castrense ante el poder civil.
M¨¢s de 40 generales o almirantes turcos -una d¨¦cima parte de la c¨²pula militar- y unos 250 altos oficiales se encuentran en la actualidad procesados o encarcelados por sus implicaciones en tramas golpistas.
Las investigaciones del caso Ergenekon, sobre las implicaciones del llamado "Estado profundo" en atentados y asesinatos, y de la Operaci¨®n Mazo, un detallado plan para sembrar el caos y propiciar una intervenci¨®n de las Fuerzas Armados, han acabado por minar el prestigio social de un Ej¨¦rcito que se consideraba garante de los principios legados por Atat¨¹rk.
Con su vigilante tutela sobre el poder civil, los militares turcos llegaron a constituir un aut¨¦ntico Estado dentro del Estado, en el que los altos mandos se designaban por cooptaci¨®n y sin intervenci¨®n del Gobierno. Han perdido relevancia pol¨ªtica, pero cuentan a¨²n con una gran autonom¨ªa financiera. El Fondo de Pensiones de las Fuerzas Armadas, con intereses en la banca y el sector automovil¨ªstico, controla uno de los mayores conglomerados econ¨®micos de Turqu¨ªa.
Cuando ma?ana, 1 de agosto, se re¨²na en Ankara el Consejo Supremo Militar para estudiar las promociones de la carrera castrense, los generales se cuadrar¨¢n ante el presidente Abdul¨¢ G¨¹l y el primer ministro Erdogan, dos dirigentes islamistas que fueron apartados del poder tras el pronunciamiento de 1997. Los militares parecen haber dejado ya de marcar el paso a los turcos.
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