Sangr¨ªa inaceptable
La austeridad auton¨®mica debe afectar a las televisiones antes que a la salud p¨²blica
La evoluci¨®n de las 13 televisiones auton¨®micas es negativa pr¨¢cticamente en todos los par¨¢metros, empezando por el de su alta deuda y el excesivo recurso a la subvenci¨®n de los Gobiernos que las mantienen (en 2010 recibieron m¨¢s de 1.200 millones de euros). Y, sin embargo, no parece que su radical saneamiento financiero ni una seria reconsideraci¨®n de su futuro hayan sido contemplados ni por los antiguos Gobiernos aut¨®nomos, ni por los reci¨¦n llegados. Todo indica que las pautas de austeridad para atajar el d¨¦ficit auton¨®mico priorizan servicios mucho m¨¢s sustanciales, como los de la salud p¨²blica.
Hay casos m¨¢s escandalosos que otros. Y entre los m¨¢s descollantes est¨¢ la televisi¨®n p¨²blica valenciana. Por su gigantismo, ya que emplea a m¨¢s de 1.800 trabajadores (superior al conjunto de Antena 3 y Telecinco). Por su gesti¨®n ruinosa, puesto que acumula una deuda de 1.139 millones de euros. Por su bajo nivel de audiencia, el 4,2% en julio, quiz¨¢ explicable por el sectarismo de sus informativos, que ignoraron la crisis que acab¨® con el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps.
El aterrizaje de algunos nuevos Gobiernos aut¨®nomos, como el de Castilla-La Mancha, se ha caracterizado en lo televisivo m¨¢s por la cl¨¢sica vuelta de tortilla de los dirigentes audiovisuales, esta vez en favor de caracter¨ªsticos personajes de la derecha extrema, que por un replanteamiento econ¨®mico y empresarial. El mensaje subyacente es que importa poco la sangr¨ªa siempre que las emisoras regionales sigan sirviendo como voz de su amo a los Ejecutivos de turno.
Su gigantismo, desmesura, deficiente gesti¨®n y escasa vocaci¨®n de informar con cierta objetividad -junto con el aumento de la competencia de las emisoras privadas- han desembocado en audiencias decrecientes y ni siquiera se han replanteado su modelo de negocio, siguiendo la pauta de TVE, que ha suprimido la publicidad.
La adversa coyuntura econ¨®mica constituye una buena oportunidad para replantear el futuro de estas emisoras. Si utilizan la justificaci¨®n de la atenci¨®n a lo pr¨®ximo para seguir enfeudadas a los poderes m¨¢s cercanos, lo prudente ser¨¢ venderlas o cerrarlas. Los ¨²nicos argumentos para la continuidad de algunas, en realidad, son el servicio a comunidades pluriling¨¹es con fuerte componente cultural diferenciado, donde hay aportaciones positivas; o bien la excelencia de su prestaci¨®n: pero los ejemplos de esto ¨²ltimo son muy escasos.
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