Moneda convertible
Cuentan las cr¨®nicas que una de las primeras noticias que tenemos sobre el cacao se la debemos a Benzo, soldado espa?ol en tierras de Moctezuma, que cuando prob¨® la bebida que con sus granos se fabricaba exclam¨®: "M¨¢s apropiada es para tirarla a los cerdos que para ser consumida por los hombres".
Dicen que los buenos principios presagian malos finales, y su opuesto debe ser igualmente cierto. Los espa?oles, que no solo el tal Benzo, tomaban el cacao preparado por los indios y se hac¨ªan cruces de c¨®mo pod¨ªan beberlo los ind¨ªgenas con la fruici¨®n que lo hac¨ªan, y a¨²n m¨¢s pensando que a?ad¨ªan a la cocci¨®n picantes chiles, pimienta o harina de ma¨ªz, que como se sabe es un magn¨ªfico espesante.
Los postres desde entonces fueron m¨¢s oscuros, densos y sustanciosos
Sin embargo, de forma diferente pensaban cuando lo somet¨ªan al juicio de la econom¨ªa, ya que en la ¨¦poca de la conquista de las Indias los granos de cacao eran oro de ley y se utilizaban como moneda en las transacciones comerciales. Tanto es as¨ª que Cort¨¦s, guerrero con ambiciones pol¨ªticas, solicit¨® como regalo al todopoderoso rey azteca un terrenito en Maniatelpec, en el que casualmente se cultivaba el mejor cacao y que actuaba para ¨¦l como banco emisor de moneda convertible.
Mas para su triunfo gastron¨®mico era preciso que el cacao se convirtiera en chocolate, lo cual lograron los espa?oles adicionando al mismo una buena cantidad de az¨²car, am¨¦n de trabajar los granos para hacer de su cocci¨®n una bebida apta a sus paladares. De esta forma el chocolate se export¨® a Espa?a, y de all¨ª, en un r¨¢pido progreso, a las nobles mesas de Italia, de Francia, de Alemania y de Inglaterra, que ven c¨®mo la bebida los cautiva, a la vez que la adornan, como es norma, de toda suerte de poderes curativos y er¨®genos, con lo cual el ¨¦xito queda asegurado.
Por algunas de estas virtudes su posici¨®n en los conventos se torna regia, ya que es capaz de producir energ¨ªa sin romper el ayuno -conclusi¨®n a la que se llega despu¨¦s de las consabidas discusiones tan teol¨®gicas como bizantinas- lo cual es determinante para que el clero lo consuma a toda hora. Su influencia en la sociedad fue notable, y el chocolate l¨ªquido se consumi¨® por doquier solo o como gustoso apoyo en el que mojar las innumerables pastas que para el evento se adecuaron, ll¨¢mense churros o porras, azucarillos o mostachones.
Las chocolater¨ªas proliferaron por doquier, las principales f¨¢bricas de porcelana adecuaron sus j¨ªcaras y tazones, el pueblo se adue?¨® del invento para beb¨¦rselo en las reuniones sociales de media tarde y los postres desde entonces fueron m¨¢s oscuros y sustanciosos, densos como una crema, sutiles como un aroma.
Pero las modernas t¨¦cnicas llevaron a modificar el gusto de los aficionados, no tanto en el producto sino en su forma de consumirlo, y ahora el chocolate se supone formando tableta y enriquecido su sabor por mil y una aportaciones frutales: con avellanas, con nueces, con almendras o pistachos por parte de los frutos secos, y con naranjas o mandarinas e incluso con jengibre y con wasabi para los m¨¢s ex¨®ticos.
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