"A¨²n me siento un ni?o del Congo"
Serge Ibaka, hijo de jugadores y criado junto a 17 hermanos, triunfa en la NBA y llega a la selecci¨®n espa?ola tras superar una infancia llena de obst¨¢culos
Jos¨¦ Blanco, ministro y portavoz del Gobierno, le bautiz¨® p¨²blicamente como Ikea por error. Sin saber, seguramente, que detr¨¢s de Serge Ibaka (Brazzaville, Rep¨²blica del Congo; 1989) hay una gran historia de superaci¨®n. Hasta llegar a ser el m¨¢ximo taponador de la NBA, nacionalizarse espa?ol y ser convocado para el pr¨®ximo Europeo de Lituania, ha recorrido un camino lleno de guerras, l¨¢grimas y sue?os.
Todo empez¨® en una colina en Brazzaville, la capital del Congo. Serge, el tercero m¨¢s joven de 18 hermanos, se levantaba a las cinco de la ma?ana para subir y bajar el mont¨ªculo. Pensando, entonces, en seguir los pasos de sus padres, ambos jugadores internacionales de baloncesto, el padre por la Rep¨²blica del Congo y la madre por la Rep¨²blica Democr¨¢tica. La familia subsist¨ªa gracias a las ganancias del restaurante del abuelo. Era una vida feliz que pronto iba a torcerse. Las desgracias se encadenaron. Lleg¨® la guerra civil al pa¨ªs, en 1997; muri¨® su madre, muri¨® tambi¨¦n su abuelo y con ¨¦l desapareci¨® la fuente de ingresos de la familia, y su padre fue detenido y march¨® a Francia. Serge lloraba en la cama. No entend¨ªa c¨®mo su vida se hab¨ªa convertido en un caos. La familia dej¨® por un tiempo la ciudad e Ibaka fue criado por su abuela.
Su madre muri¨® y su padre fue detenido en la guerra. El deporte era su modo de luchar
Ahora siempre tiene presente sus or¨ªgenes: "No los voy a olvidar nunca"
El baloncesto era lo ¨²nico que no cambiaba. Siempre exist¨ªa la cancha. Y aquella colina de Brazzaville. "La habr¨¦ subido millones de veces", recuerda Ibaka.
El ni?o pas¨® a adolescente. Comenz¨® a jugar en el Avenir de Raid. Comenzaron a hablar de ¨¦l. Su llegada a Espa?a fue "una casualidad", como cuenta Pere Gallego, su agente en You First Sports. Gallego coordinaba con Anicet Lavodrama, exjugador de la ACB, una causa ben¨¦fica en ?frica. Lavodrama le habl¨® de "los grand¨ªsimos jugadores" que esconde el continente africano, de su potencial. Le dio tres nombres. Uno de ellos era el de Serge Ibaka. Gallego no ten¨ªa apenas nada m¨¢s. Ni v¨ªdeos ni informes. Solo la pasi¨®n de Lavodrama. Pero habl¨® con el Hospitalet y se gest¨® el fichaje. Era 2006.
De Brazzaville a Barcelona. Un cambio radical. El director deportivo del equipo catal¨¢n, Jordi Ard¨¨vol, se fue a vivir con ¨¦l. "Por la disciplina y por el idioma. El cambio era tremendo. Se ten¨ªa que adaptar a todo", cuenta Ard¨¨vol, ahora en el Bar?a. Los horarios, la alimentaci¨®n... Tuvo que olvidarse de comerse siete cruasanes para desayunar o ir al McDonald's y pedirse cuatro men¨²s solo para ¨¦l. "?Para m¨ª no pidi¨® nada!", r¨ªe ahora Ard¨¨vol. "Lo fue corrigiendo. Entonces ya era muy humilde. Y muy comprometido. Era ya un profesional", a?ade. El t¨¦cnico fue para ¨¦l como un hermano mayor que le ayudaba a escribir los mensajes de m¨®vil en espa?ol y que controlaba a qu¨¦ hora volv¨ªa cuando sal¨ªa por la noche con sus primeros amigos.
El fen¨®meno Ibaka explot¨® enseguida. En 2008 fich¨® por el Manresa y en 2009 lleg¨® a la NBA, a Oklahoma. Es el primer congole?o en la mejor Liga del mundo. "No me sorprende donde ha llegado, sino lo r¨¢pido que lo ha conseguido. Hace cinco a?os viv¨ªa en el Congo", apunta Ard¨¨vol. "El baloncesto fue siempre su forma de aislarse. Cuando estaba triste, siempre ten¨ªa el baloncesto para escapar. Y as¨ª lo super¨® todo, desde esa infancia hasta llegar a la NBA y ahora a jugar con Espa?a", cuenta Gallego. "Serge es una persona alegre, con una gran fuerza mental, con mucha perseverancia. A pesar de no haber tenido mucha educaci¨®n, es inteligente. Y muy religioso", explica.
Ibaka es un hombre de frases cortas. Le cuesta hablar y mirar a la cara. Pero los ojos le brillan cuando habla de Brazzaville. "Recuerdo a mi familia, a mis amigos... Siempre jugaba al baloncesto. Mis padres me transmitieron el amor por el juego. Gracias a Dios, luego gracias a mis padres y luego gracias al baloncesto, soy lo que soy. Cuando juego, pienso en mi pa¨ªs, en ?frica. Siento que les represento a ellos, como a Espa?a. Siento esa responsabilidad".
Ibaka ama sus or¨ªgenes. "Nunca se olvida de d¨®nde viene", dice Gallego, que el mes pasado le acompa?¨® a Brazzaville para diversos actos ben¨¦ficos. Serge lleva un campus con Adidas y You First Sports y colabora con Unicef. Cuando hace unos d¨ªas volvi¨® a su casa y los ni?os le rodearon, se emocion¨®. Conoce los dos mundos. Recuerda la pobreza, su vida en el Congo. Por eso no entiende el baloncesto solo como una diversi¨®n, sino como algo que a ¨¦l le ha concedido una vida nueva. "Yo sigo siendo uno de esos ni?os. No lo voy a olvidar nunca. Solo tuve la suerte de que me dieran una oportunidad. Me veo reflejado en ellos. S¨¦ c¨®mo se sienten, lo que piensan, lo que sufren. Yo tambi¨¦n ten¨ªa sue?os, como ellos. En esta vida, no todos tienen lo que yo tengo. Con poco hay que estar contento. Si tengo una cama para dormir, un plato para comer y unos pantalones para vestir, estoy feliz", explica Ibaka.
Serge guarda todav¨ªa una foto en la que aparece con la camiseta y las zapatillas de su madre. Ten¨ªa dos a?os. Ahora vive una nueva vida. Tiene la nacionalidad espa?ola. Le gustan la paella y los chipirones, cuenta. Aunque no la m¨²sica espa?ola. Y uno de sus hermanos, Igor, de 18 a?os, juega en el Manresa.
En su p¨¢gina web, Ibaka resume parte de su vida: "El amor a Dios, a mi familia y al baloncesto fueron los pilares en los que me apoy¨¦ para luchar duramente en condiciones adversas y perseguir mis sue?os... Ahora mi deber es contribuir a que otros j¨®venes de mi continente tengan el mismo est¨ªmulo y se sientan orgullosos de sus or¨ªgenes".
Serge so?aba con triunfar. Lo ha conseguido. El pr¨®ximo 18 de septiembre, el d¨ªa de la final del Europeo, cumplir¨¢ 22 a?os.
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