Si los colores rimaran

Su muerte prematura a los 40 a?os y la alargada sombra de sus maestros, Georges Braque y Pablo Picasso, parecen haberle reservado el papel de segund¨®n. Juan Gris (Madrid, 1887-Par¨ªs, 1927) era, con todo, el competidor m¨¢s temido -y querido- por Picasso. Asimilados los principios de descomposici¨®n de sus referentes, nunca abandon¨® la senda de la poes¨ªa. El rescate de esta faceta, menos conocida, es la propuesta del Museo Paul Val¨¦ry de la ciudad mediterr¨¢nea de S¨¨te, cuna tambi¨¦n del m¨²sico Georges Brassens.

Juan Gris, rimas de la forma y del color re¨²ne unas 50 obras, muchas de colecciones privadas, que abarcan desde sus primeros a?os como pintor (Le livre, 1911), hasta los ¨²ltimos (Le tambourinaire, 1926). Fue tras la I Guerra Mundial cuando "desarroll¨® su propio lenguaje, su propia sintaxis pl¨¢stica", explica la comisaria y directora del centro, Ma?th¨¦ Vall¨¨s-Bled. En suma, cre¨® las "rimas pl¨¢sticas", un juego de correspondencias entre formas id¨¦nticas para representar objetos diferentes.

Las inquietudes de Gris, que emigr¨® a Par¨ªs en 1906 y se instal¨® junto a Picasso en el m¨ªtico taller Bateau-Lavoir, se perciben ya en sus primeras obras. Ocurre por ejemplo con La Tasse, un peque?o y desconocido cuadro procedente de una colecci¨®n privada suiza, donde ya se entrev¨¦ un acercamiento al espacio m¨¢s trabajado; o con Verre et Journal (1916), que marca realmente el origen de este segundo periodo.

El recorrido de la exposici¨®n recuerda tambi¨¦n que el artista no fue "solo pintor de naturalezas muertas, sino tambi¨¦n de personajes y en menor medida de paisajes", relata Vall¨¨s-Bled. Se trata, cierto es, de arquetipos.

"El mundo del que tomo los elementos de la realidad no es visual, sino imaginativo", escrib¨ªa el pintor en 1923. En otro texto de 1921 explicaba as¨ª su voluntad de "humanizar" su pintura: "C¨¦zanne de una botella hace un cilindro. Yo, de un cilindro, hago una botella. (...) Por eso compongo con abstracciones (colores) y arreglo cuando esos colores se han convertido en objeto, por ejemplo, compongo con blanco y negro (...) y arreglo el blanco para convertirlo en un papel y el negro para convertirlo en una sombra".

Una notable excepci¨®n es su Paysage de Beaulieu (1918), en el que los elementos de la casa son perfectamente identificables. El propio Gris reconoc¨ªa que la belleza de su entorno le hac¨ªan cuestionarse su acercamiento al lienzo. "Este contacto m¨¢s estrecho con la naturaleza me hace contemplar de forma algo diferente la pintura. He empezado a trabajar y me parece que trabajo m¨¢s con mis ojos que en Par¨ªs", escrib¨ªa en una carta de septiembre de 1916, durante una visita a Beaulieu.

Perfeccionista -"un cuadro est¨¢ acabado cuando no s¨¦ qu¨¦ m¨¢s hacer con ¨¦l"-, Gris nunca quedaba del todo satisfecho. Y eso que su ¨¦xito fue un¨¢nime, como dejan patente los textos que acompa?an los lienzos en la exposici¨®n. Aunque el mejor halago, sin duda, se lo dedic¨® su maestro y gran amigo Picasso. "Es hermoso, un pintor que sab¨ªa lo que hac¨ªa", le dijo al marchante de Gris, el legendario Daniel-Henry Kahnweiler, ante un lienzo del artista poco despu¨¦s de su muerte.