El Picasso de la caricatura
Una biograf¨ªa recupera la intensa vida y la singular obra de Andreu Dameson, el m¨¢s rompedor de los dibujantes catalanes del siglo XX
?Unos dibujos en las esquinas de las calles en La Garriga de los a?os 1910 con un cura persiguiendo a unas monjas? ?Monigotes en la pared de los ba?os donde hab¨ªa de ir la cisterna del v¨¤ter? Eso, sin duda, era obra de Andreu Dameson, el hijo del electricista, mocet¨®n delgado y de altura notable (1,80 metros), diablillo, rebelde. Culo del mal asiento que hab¨ªa de traducirse tambi¨¦n en el que logr¨® que fuera su oficio de dibujante, siempre con el estilo gr¨¢fico m¨¢s moderno del momento, tanto que hasta innov¨®, convirti¨¦ndose en el mundo de la caricatura un poco en lo que Picasso (a quien trat¨®) con el cubismo, rozando la tridimensionalidad de los vol¨²menes.
Las andanzas y virtudes de uno de los mejores caricaturistas catalanes del siglo XX, tapado quiz¨¢ por el maldito manto del exilio, pueden seguirse ahora en Andreu Dameson. Geni de la caricatura (Fundaci¨® Irla / Duxelm), que a cuatro manos han reconstruido en un pulso contra el olvido el experto Llu¨ªs Sol¨¤ y el dibujante Jaume Capdevila, Kap.
Nacido no se sabe bien si en septiembre de 1897, de familia de origen occitano (Demaison, que devinieron Dameson), el ni?o que dibujaba ya antes de aprender a escribir ten¨ªa algo especial desde su debut, con 18 a?os, en El X¨¤fec, la revista anticlerical de su ciudad. Era el 29 de agosto de 1915 y lo hizo bajo su primer y ¨²nico seud¨®nimo: Galeno. Ya apuntaba cosas distintas: un perfil con l¨ªnea muy delgada, una caricatura que fija la expresi¨®n carism¨¢tica y apuesta por la simplificaci¨®n y no por la hip¨¦rbole. Ya nac¨ªa distinto.
Seduciendo a la colonia de veraneantes de La Garriga, logr¨® financiarse estudios en Par¨ªs, a saber en qu¨¦ escuela. ?Quiz¨¢ la prestigiosa Acad¨¦mie Colarossi? Quiz¨¢. Pero vuelve tan decidido a hacer del dibujo su profesi¨®n que en 1923 pondr¨¢ medio oc¨¦ano de por medio y marchar¨¢ a Buenos Aires para evitar un matrimonio con una veraniega ni?a bien.
La agon¨ªa de su padre le har¨¢ regresar un a?o despu¨¦s, lo que aprovechar¨¢ para profesionalizarse colaborando en L'Esquella de la Torratxa y, menos, en La Campana de Gr¨¤cia, as¨ª como en La Gralla, de Granollers. Necesitado casi hasta la obsesi¨®n de estar a la ¨²ltima, volver¨¢ al Par¨ªs de los Picasso, Braque y Manolo Hugu¨¦, Gris y Gargallo, a muchos de los cuales tratar¨¢. Ser¨¢ una inversi¨®n vanguardista de futuro.
El cubismo queda larvado. Sus dibujos, de momento, parecen hechos de un solo trazo, como si estuvieran creados con alambre, anticipando las obras de Alexander Calder, como con buen ojo apunta Capdevila, y recordando a las de Llu¨ªs Bagaria. As¨ª ser¨¢ hasta un primer salto en 1925 que puede resumirse en una caricatura de Trotski: una contundente masa de tinta que crea sus luces y sombras, precursora de la famosa tridimensionalidad que se avecinaba en Dameson.
Esta estall¨® en Buenos Aires, adonde en marzo de 1927 volvi¨® en parte para recuperar un amor, la francesa Susana Junon, con quien se casar¨ªa y tendr¨ªa un hijo. La maduraci¨®n ser¨ªa tambi¨¦n t¨¦cnica: la caricatura deb¨ªa ser, defend¨ªa, lo m¨¢s sint¨¦tica posible, juego intelectual y psicol¨®gico m¨¢s que monigote sat¨ªrico y agresivo.
Con esa filosof¨ªa se consolidar¨¢ en Buenos Aires como uno de los mejores caricaturistas del mundo, gracias a esos m¨ªnimos elementos expresivos que ¨¦l llev¨® al extremo de las formas geom¨¦tricas y que culminaron en las que realiz¨® a Francesc Maci¨¤ (que los del Casal Catal¨¤ en la capital argentina regalaron al pol¨ªtico) y a George Bernard Shaw (que este compr¨® y se hizo grabar en un cristal de casa).
De nuevo la nebulosa atribuye al famoso retrato de Maci¨¤ un primer premio de 1.000 d¨®lares en un concurso internacional en EE UU. Quiz¨¢. Lo que est¨¢ claro es que el reconocimiento es notable; se nota en su regreso a Catalu?a, en 1932, fruto del efecto llamada de la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica y de ser nombrado hijo predilecto de su a?orada La Garriga.
La Guerra Civil lo trunc¨® todo. Quiz¨¢ simpatizante, aunque no militante, de ERC, en 1937 colabor¨® con la Generalitat en una exposici¨®n de sus caricaturas para recaudar dinero con postales de la misma. Sus dibujos recientes, como el de Durruti, acent¨²an la geometr¨ªa, son m¨¢s duros y fr¨ªos.
Hubo huida precipitada a Francia y una salida a lo Dameson de un campo de refugiados cercano a Perpi?¨¢n (con las mejores galas posibles, atemorizando a los crueles guardias senegaleses haci¨¦ndose pasar por inspector franc¨¦s) antes de refugiarse en Buenos Aires, claro. All¨ª borr¨® las rompedoras figuras geom¨¦tricas para acabar colaborando en la revista Los Anales, de Borges y haciendo dibujos ultrarrealistas, detallad¨ªsimos y muy t¨¦cnicos (?avanzando quiz¨¢ el realismo de un Edward Hoper, por ejemplo?) para un diccionario universal.
Muri¨® en 1968. Si se fija uno bien, en sus l¨¢minas de animales las monta?as del fondo son siempre las de su Tagamanent natal.
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