Clase ociosa valenciana
?Por qu¨¦ una sociedad como la valenciana, con una tasa de paro juvenil del 50,1% y una tasa de fracaso escolar del 38,5%, con graves carencias en educaci¨®n y en sanidad, sigue premiando en las urnas a un partido como el PP, envuelto en el caso G¨¹rtel? ?C¨®mo es posible, con la crisis econ¨®mica que est¨¢ cayendo, y la que a¨²n queda por caer, que los valencianos sigamos aplaudiendo, sin matices, espect¨¢culos como los de la Copa del Am¨¦rica o la f¨®rmula 1, o proyectos ruinosos como el de Terra M¨ªtica?
Varias razones han motivado que nos decantemos por la opci¨®n pol¨ªtica que mejor simboliza los valores morales impl¨ªcitos en estos eventos, pero en mi opini¨®n hay uno que ha pasado bastante desapercibido a los ojos de los analistas electorales. Me refiero al discurso p¨²blico que ha articulado el PP de una forma tan peculiar y, a la vista de los votos cosechados, tan eficaz. Un discurso basado primordialmente en la adulaci¨®n del electorado valenciano, y cuyo objetivo principal ha consistido en alimentar diariamente nuestra autoestima, y en mejorar la percepci¨®n que tenemos tanto de nosotros mismos, como del progreso de la sociedad en la que vivimos. Pero solo la percepci¨®n. Hemos mejorado nuestra autoconciencia social gracias a la evocaci¨®n de im¨¢genes pl¨¢sticas que expresan un mundo de lujo, fiestas y diversiones, propio de la clase ociosa.
Todos los tiempos y sociedades han contado con una clase ociosa con la que las capas sociales menos favorecidas se han sentido identificadas. Tambi¨¦n la sociedad valenciana. Lo que ahora nos ocurre est¨¢ descrito por Thorstein Veblen en la Teor¨ªa de la clase ociosa, en donde analiza las fiestas y diversiones de la clase ociosa, as¨ª como el lucro pecuniario de la sociedad americana al cerrarse el siglo XIX. Su reflexi¨®n se centraba en el comportamiento de hombres y mujeres movidos por la obtenci¨®n del lucro; es decir, sobre la conducta de los poseedores de riqueza que corr¨ªan detr¨¢s de la opulencia. Estos nuevos ricos se daban cuenta de que, contrariamente a lo que ellos hab¨ªan supuesto, perseguir y acumular riqueza no conllevaba la adquisici¨®n de saber. Por eso, se refugiaban en el consumo, el vestir ostentoso, el ocio ostensible y el esnobismo, es decir, en la ausencia de nobleza -la palabra snob en ingl¨¦s significa sans noblesse- como expresi¨®n de una cultura cremat¨ªstica y de vana presunci¨®n. Una conducta que servir¨¢ de referencia a las clases menos afortunadas, que querr¨¢n emularla.
La estrecha relaci¨®n existente entre el capitalismo y el lujo tampoco pas¨® desapercibida para Werner Sombart, que se encarg¨® de recordarnos, en Lujo y Capitalismo, que los partidarios del progreso econ¨®mico eran tambi¨¦n ardientes defensores del lujo. Por eso, las industrias del lujo y, en concreto, la de tejidos en Francia y en otras naciones europeas, fueron pioneras en adoptar el tipo de organizaci¨®n capitalista, como as¨ª ocurri¨® en Valencia desde finales del siglo XV hasta la creaci¨®n del Colegio del Arte Mayor de la Seda a finales del siglo XVII. A la primitiva riqueza de la Edad Media, de naturaleza fundamentalmente territorial, le sigui¨® la riqueza burguesa que reflejaba una nueva nobleza, unos nuevos ricos que ascendieron por distintos canales a la, hasta entonces, vieja clase noble, y que encontraron nuevas fuentes de riqueza en el comercio forzado, la acumulaci¨®n de metales, la rapi?a y la esclavitud.
El lujo y ostentaci¨®n de la nueva clase ociosa valenciana ha sido el resultado directo de una pol¨ªtica deliberada por parte del PP pues, m¨¢s all¨¢ del estricto c¨¢lculo econ¨®mico que podamos realizar, estas diversiones costosas y ostentosas sirven, sobre todo, a un prop¨®sito valorativo, puesto que el consumo y el ocio ostensibles quedan justificados siempre que aumenten la reputaci¨®n del partido que los patrocina. Adem¨¢s, han contribuido a la buena fama de la nueva clase ociosa valenciana que, no solo ha desplazado al tradicional empresario valenciano, esforzado, innovador y schumpeteriano, sino que ha permitido identificarse con ella a los humildes, que la han tomado como modelo. Gracias al patr¨®n de crecimiento seguido por la Comunidad Valenciana -a ra¨ªz de la ley 6/1998 aprobada por el PP, que liberalizaba la acci¨®n del agente urbanizador-, ha posibilitado tanto el dinero f¨¢cil como la transposici¨®n de valores pol¨ªticos y econ¨®micos t¨ªpicos de una pol¨ªtica del espect¨¢culo orientada hacia la ostentaci¨®n y el lujo p¨²blicos.
Esto ¨²ltimo ha provocado un s¨ªndrome de nuevos ricos que hemos padecido hasta hace poco, y que ha alimentado entre las clases menos favorecidas el orgullo de pertenecer a una sociedad opulenta haci¨¦ndoles creer que forman parte de ella por derecho propio cuando, en realidad, las margina. Sin embargo, estas gentes proyectan sobre la Ciudad de las Artes y las Ciencias una mirada que les reconforta y les ayuda a sobrellevar la dura realidad del desempleo y la miseria material en la que viven, les llena de orgullo y autocomplacencia. Quiz¨¢s esto explique, aunque sea parcialmente, que sean benevolentes con la nueva clase ociosa valenciana y que, en una sociedad de gente honrada, aunque relativamente pobre como la nuestra, puedan convivir lujo y capitalismo, corrupci¨®n y poder pol¨ªtico legitimado por las urnas.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia.
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