El alcalde reabre la herida
El regidor del PP de un pueblo de ?vila saca de su pante¨®n los restos de 10 represaliados de la Guerra Civil para llevarlos a una fosa com¨²n.- La manifestaci¨®n convocada hoy por miembros de la memoria hist¨®rica se salda con incidentes
Ha costado d¨¦cadas comenzar a cerrar las heridas que abri¨® la Guerra Civil y la posterior represi¨®n. El avance es demasiado lento para permitir frenazos, mucho menos retrocesos. Pero se producen. Una de esas heridas pareci¨® cauterizarse en 2002; en la provincia de ?vila, en la curva del Esparragal, un paraje localizado en la Sierra de Gredos entre los pueblos de Candeleda y Poyales del Hoyo. En la noche del 29 de diciembre de 1936, tres mujeres fueron paseadas, ultrajadas y asesinadas all¨ª. Sus cuerpos, abandonados primero y posteriormente sepultados en una fosa com¨²n en ese mismo lugar. Gracias al trabajo de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica (ARMH) y de otros foros, Virtudes de la Puente P¨¦rez (ejecutada con 53 a?os), Pilar Espinosa Carrasco (43 a?os) y Valeriana Granada (26 a?os y embarazada de varios meses) fueron exhumadas y enterradas en una tumba del cementerio municipal de Poyales. No fue f¨¢cil. La entonces alcaldesa, Damiana Gonz¨¢lez, del PP, se opuso a ceder un espacio en el cementerio. La historia que se relata en el pueblo cuenta que un antepasado suyo fue el ejecutor. O al menos se jact¨® de ello durante muchos a?os.
El monolito que recordaba a las tres represaliadas fue profanado la misma noche del 22-M
Finalmente, las presiones surtieron efecto y el Consistorio cedi¨® un espacio en el camposanto. No hay documentos oficiales que lo acrediten, pero el acto tuvo una gran repercusi¨®n medi¨¢tica. Incluso The New York Times recogi¨® el momento. Era la primera vez que un testigo directo de las ejecuciones asist¨ªa a una exhumaci¨®n.
Obdulia muri¨® hace dos a?os con la satisfacci¨®n de haber dado sepultura a su madre Virtudes tras d¨¦cadas de convivir con sus asesinos y pasar al lado de donde intu¨ªa que estaba enterrada. Obdulia salv¨® la vida en aquella Navidad del 36 porque, en el ¨²ltimo momento, los falangistas se apiadaron de ella y solo de ella: ten¨ªa 12 a?os, pero fue subida al mismo cami¨®n que las otras tres mujeres. Su nieto, Yash Paul Gosain (nacido en Reino Unido y residente temporal en Espa?a), rememora con los ojos h¨²medos las veces que llev¨® a su abuela desde Poyales a Candeleda y c¨®mo la mujer se echaba a llorar cada vez que transitaban por la curva del Esparragal mientras musitaba: "?D¨®nde est¨¢s, d¨®nde est¨¢s?".
Si Obdulia viviera hoy, tendr¨ªa que repetir aquella pregunta. El reci¨¦n elegido alcalde del pueblo, Antonio Cerro (PP), decidi¨® reabrir una herida ya cerrada. Con la potestad que le da su cargo, el pasado 30 de julio orden¨® abrir el pante¨®n, retirar los cuerpos que all¨ª descansaban e inhumarlos de nuevo en la fosa com¨²n del propio cementerio. A escasos cinco metros. Sin el permiso de los descendientes que tanto hab¨ªan luchado para que sus seres queridos descansaran en una tumba digna. Sin su presencia. Y sin ninguna referencia a sus nombres o las fechas en las que fueron asesinadas.
Los problemas alrededor del sepulcro de Virtudes, Pilar y Valeriana comenzaron a principio de este a?o. Otra herida en forma de fosa era cerrada en las proximidades del pueblo. Los restos mortales de otros siete represaliados fueron depositados a principios de a?o en la misma sepultura y sus nombres a?adidos a la l¨¢pida. Una vez m¨¢s, sin registro alguno. Nadie tom¨® la decisi¨®n y nadie la autoriz¨®.
Esto no gust¨® a la nieta de Virtudes. Virtu decidi¨® entonces desenterrar a su abuela y darle sepultura junto a su padre. Defiende que ella hab¨ªa pagado la l¨¢pida que cubr¨ªa los restos de las tres mujeres, pero la sufragaron las tres familias, como confirman varios testimonios directos. Virtu ha sufrido mucho: su hijo, de 40 a?os, estuvo dos y medio en coma tras un accidente y nunca se recuper¨® del todo.
Su momento lleg¨® el pasado 22 de mayo. Un amigo de su familia, Antonio Cerro, del PP, arras¨® en las elecciones. Cerro recuerda por tel¨¦fono que Virtudes amenaz¨® con reventar con sus propias manos la l¨¢pida y "rescatar" a su abuela. "Vino a mi despacho todos los d¨ªas durante un mes". Y accedi¨®. Pero fue m¨¢s all¨¢. Solicit¨® un informe a la Diputaci¨®n que, asegura, le daba v¨ªa libre para hacer y deshacer a su antojo en el cementerio. As¨ª que orden¨® a los operarios sacar los 10 cad¨¢veres, devolver a Virtudes los restos de su abuela y enterrar los otros nueve en la fosa com¨²n.
"Aprovecharon el momento. En agosto muchos no est¨¢n en el pueblo. Al acto asisti¨® la juez de paz suplente del pueblo porque la titular estaba de vacaciones", recuerda Gosain. La Guardia Civil no acudi¨®, pese a estar avisada, seg¨²n el alcalde. S¨ª lo hicieron Virtu y su marido y una descendiente de uno de los siete hombres inhumados all¨ª a principios de a?o.
Hasta aqu¨ª, las versiones coinciden. Solo hasta aqu¨ª. Gosain asegura que el pasado 29 de julio la juez de paz suplente, Teresa Arroyo, le inform¨® de que al d¨ªa siguiente iban a abrir la tumba para sacar a Virtudes. "Y me pregunt¨® si yo quer¨ªa tambi¨¦n mover a mi bisabuela. Yo le dije que no y me dijo que as¨ª ser¨ªa". Esta afirmaci¨®n la confirma un edicto que firm¨® el alcalde el pasado 22 de junio, apenas un mes despu¨¦s de las elecciones. Y a 11 d¨ªas vista de la constituci¨®n del Consistorio. Sin embargo, desde el Ayuntamiento aseguran que s¨ª se dio el consentimiento.
Gosain recuerda que fue el pasado domingo cuando la misma juez de paz suplente le cont¨® lo sucedido. "Tu bisabuela est¨¢ ahora en mejor sitio", le dijo.
El alcalde defiende su decisi¨®n. Acepta que la tom¨® con anterioridad a la exhumaci¨®n pero que se reafirm¨® al ver las condiciones en las que estaban los restos: "Eso estaba lleno de agua". La tumba de su madre es la contigua. Cerro reconoce tambi¨¦n que le crisp¨® la presencia de un invitado inesperado en el camposanto: Mariano L¨®pez, militante por la memoria hist¨®rica que acudi¨® para ser testigo de lo que ya supon¨ªa iba a suceder. "Me dijo que no pod¨ªa hacerlo", rememora el primer edil. "Parec¨ªa que mandaba ¨¦l. Y en el cementerio manda el Ayuntamiento. As¨ª que dije: 'Esas se van todas. Se acab¨®'. ?Es una democracia, no? Si sale una, salen todos. Han pasado siete a?os y puedo hacer lo que quiera".
Pese a todo, a mediados de la semana pasada, la situaci¨®n estuvo a punto de reconducirse por el sendero de la concordia. Con la mediaci¨®n de un vecino, un exdiputado regional de IU en Madrid, Luis Su¨¢rez, el alcalde accedi¨® a firmar un documento en el que ped¨ªa disculpas por lo sucedido y se compromet¨ªa a restituir los restos en su nicho original. El acuerdo se pact¨® de viva voz en la noche del 3 de agosto. El jueves 4, el alcalde abandon¨® Poyales del Hoyo sin acudir a su cita. "Me han querido enga?ar. Y yo no soy tonto", justifica Cerro.
En los ¨²ltimos d¨ªas, la tensi¨®n en el pueblo no ha parado de crecer. Las heridas, cicatrizadas con l¨¢grimas, perd¨®n y olvido, se han reabierto. El mismo 22 de mayo, el d¨ªa de las ¨²ltimas elecciones municipales, el monolito que recordaba en la curva del Esparragal a las tres mujeres asesinadas fue profanado y pintarrajeado. Gosain asegur¨® el pasado viernes haber recibido dos amenazas en las horas previas a la llegada, anunciada, de EL PA?S. Algunos testigos prefieren no aparecer citados. El ¨²nico edil de IU, Cruz Sancho, ha pedido una rectificaci¨®n al Consistorio. Militantes por la memoria hist¨®rica han convocado para hoy una concentraci¨®n ante el Ayuntamiento de Poyales para que no se remueva a los muertos. A los que ya descansan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.