Tras la huella de la Galicia amaz¨®nica
Un fot¨®grafo rastrea el legado de los emigrantes en la jungla de Per¨²
En 2008, el fot¨®grafo ourensano Iv¨¢n Nespereira decidi¨® iniciar un viaje de dos meses para conocer la selva amaz¨®nica. Inicialmente no le mov¨ªa nada m¨¢s que el puro placer, y visitar algunos de los lugares donde su admirado Werner Herzog hab¨ªa rodado filmes como Fitzcarraldo y Aguirre o la c¨®lera de Dios. Pero el azar se cruz¨® en su camino con una historia que lo cautiv¨®. "Era un viaje en barco de cuatro d¨ªas hasta Iquitos, en el noroeste de Per¨². Al segundo d¨ªa conoc¨ª al capit¨¢n y empezamos a hablar. Le dije que era de Galicia, se escondi¨® tras unas mercanc¨ªas y empez¨® a sollozar para contarme la historia de sus bisabuelos gallegos", recuerda Nespereira. Al llegar a Iquitos, el capit¨¢n le fue guiando de pariente en pariente, y el fot¨®grafo ourensano qued¨® atrapado por un mundo apasionante: el de los gallegos que llegaron a esta ciudad a finales del XIX y en los primeros a?os del XX, atra¨ªdos por el sue?o del caucho.
Muchos emigrantes se hicieron ricos con el caucho y despu¨¦s se arruinaron
Entre 1880 y 1914, Iquitos se convirti¨® en el epicentro mundial de lo que llamaron "oro negro", y la ciudad vivi¨® un ritmo vertiginoso de crecimiento econ¨®mico y social. Miles de europeos llegaron ¨¢vidos de conseguir fortunas r¨¢pidas. Entre esta legi¨®n de aventureros hab¨ªa muchos gallegos. Para algunos, su fortuna creci¨® en paralelo al ritmo demogr¨¢fico de la ciudad, que gan¨® unos 400.000 habitantes en menos de un siglo, una cifra desproporcionada para un enclave con una peculiar orograf¨ªa: solo estaba conectada por aire y por cauce fluvial.
La historia de algunos de estos gallegos tiene un cierto paralelismo con la de Fitzcarraldo, aquel personaje perseguidor de un sue?o que encarnaba Klaus Kinski. No pasaba por su cabeza hacerse millonarios con el caucho y constru¨ªr una ¨®pera en plena selva para escuchar a Caruso, pero s¨ª la de enviar dinero para escuelas y beneficencia en Galicia. Algunos lo consiguieron y se convirtieron en leyendas en esta ciudad, en la que su huella sigue estando muy presente. "El capit¨¢n me llev¨® primero a conocer a sus t¨ªas, las hermanas Iglesias Gra?a, hijas de gallegos de Amiudal, en Avi¨®n, y parientes de Alfonso Gra?a, el que se convertir¨ªa en el rey de los j¨ªbaros de la selva amaz¨®nica. Me ped¨ªan que les hablase en gallego, que les gustaba o¨ªrlo", explica Nespereira, que fue descubriendo familias que conservan apellidos como Fortes, Barcia, Rivas o Boullosa. "Nunca fueron una gran colonia, no m¨¢s de 15 familias, pero muy influyentes".
Nespereira rastrea con su c¨¢mara a los descendientes de segunda o tercera generaci¨®n y su marca en la ciudad: "Me interesa el documental, fotograf¨ªo a esas personas, busco sus rastros, sus edificios, sus coches, donde viv¨ªan.... Hay un rastro singular y un aura de aventura en todos ellos". Algunos gallegos llevaron los primeros coches a Iquitos, otros el primer cine, y hubo algunos singulares, como Ces¨¢reo Mosquera, un librero legendario en la Amazonia, el hombre que hasta los a?os sesenta importaba revistas culturales europeas o los c¨®mics de la Marvel.
Pero la perfecta encarnaci¨®n gallega de Fitzcarraldo son los Hermanos Barcia Boente, de Padr¨®ns, en Ponteareas. Llegaron, se hicieron inmensamente ricos con el caucho y se arruinaron. En los tiempos de bonanza tambi¨¦n persiguieron un sue?o. "Contrataron un top¨®grafo y quisieron trazar un territorio con el mapa de Galicia en plena selva, con cuatro departamentos que llevasen los nombres de las provincias". Todo se trunc¨® porque la fiebre del caucho fue exactamente como el efecto de la espuma. Subi¨® mucho y muy r¨¢pido, pero en poco m¨¢s de tres d¨¦cadas se evapor¨®, o mejor dicho la evaporaron los ingleses, que trasladaron las semillas a Malasia y Singapur.
A pesar de todo, Nespereira ha localizado una aldea que a¨²n se llama Nueva Galicia, y lugares bautizados como Orense o Barcia. "De Iquitos no sale nada, todo se queda all¨ª, por eso hay muchas huellas todav¨ªa", explica. Su idea no es dejar solo un retrato fotogr¨¢fico, sino hacer, m¨¢s de un siglo despu¨¦s un viaje documental de vuelta. "Me dejo llevar, igual que los que llegaron por vez primera".
La paciencia de la imagen documental
Cuando Nespereira comenz¨® a desarrollar su trabajo sobre la huella gallega en Iquitos ten¨ªa referencias de otros dos proyectos documentales: Sochi y V¨ªa PanAm. El primero lo desarrollan el fot¨®grafo Rob Hornstra y el cineasta Arnold Van Bruggen, y est¨¢ centrado en la transformaci¨®n que est¨¢ sufriendo la ciudad rusa de Sochi, un enclave entre las monta?as nevadas del C¨¢ucaso con conflictos permanentes, donde se celebrar¨¢n las olimpiadas de invierno de 2014.
Via PanAm es un trabajo del holand¨¦s Kadir Van Lohuizen, con el que recorre Am¨¦rica recopilando historias personales sobre las migraciones. "Estamos en un momento en el que est¨¢ habiendo trabajos de foto documental en lo que se llama slow journalism [periodismo lento], porque en este trabajo la paciencia es esencial", explica este fot¨®grafo que ha intentado no quedar obnubilado por la exuberancia del Amazonas.
"Intento no caer en el exotismo o en el t¨®pico r¨¢pido. Se trata de profundizar m¨¢s, porque todo es diferente cuando vuelves. Mi ideario es el de indagar, de tratar de plasmar el porqu¨¦ de las cosas", reflexiona este profesional que el resto del a?o trabaja en fotograf¨ªa publicitaria.
Nespereira ha concebido su trabajo en Iquitos autofinanciando su viaje y tom¨¢ndose las cosas con calma: "No hay principio y fin del viaje. Vas hablando con la gente y siempre pasan cosas. Cada vez encuentras algo nuevo y yo no digo que no a nada".
El autor tiene previsto finalizar su proyecto en 2012, casi cuatro a?os despu¨¦s del inicio, y su idea es autoeditar un libro seleccionando un centenar de las m¨¢s de 3.000 im¨¢genes del archivo. Le resta hacer un ¨²ltimo viaje a Per¨².
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