La moda flamenca viene de Par¨ªs
Roc¨ªo Plaza investiga la evoluci¨®n del traje de baile desde mediados del XVII

Cuando la austriaca Fanny Elssler bail¨® una cachucha en la ?pera de Par¨ªs en 1836 poco pod¨ªa imaginar que su traje, dise?ado por modistos parisinos con patrones espa?oles pero en sat¨¦n rosa y con adornos de encaje negro, iba a marcar ¨¦poca e influir¨ªa en los vestidos flamencos. Y es que cuando Napole¨®n invadi¨® Europa no solo lo hizo con ca?ones y ej¨¦rcitos, sino tambi¨¦n con las modas y costumbres que los nuevos burgueses impusieron en casi todo el mundo para dejar clara que la ruptura con el antiguo r¨¦gimen era absoluta.
As¨ª, la Elssler, una bailarina pelirroja que triunf¨® en su papel de Florinda en El Diablo Cojuelo -como aparece en la litograf¨ªa-,se pase¨® por los teatros de toda Europa haciendo de espa?ola, aunque ella nunca lleg¨® a actuar en Espa?a, y, de paso, marcando las pautas que seguir¨ªan los trajes para el baile, mayoritariamente Escuela Bolera, en los teatros.
Los creadores franceses introducen colores atrevidos y encajes
La ley prohib¨ªa a las bailaoras levantarse la falda en el teatro
Esta historia y otras muchas forman parte de la investigaci¨®n realizada por Roc¨ªo Plaza (Sevilla, 1940), recogida en su obra Historia de la moda femenina en Espa?a (1750-1850) (Almuzara, 2009). Plaza, que es profesora de Escenograf¨ªa en la Escuela de Arte Dram¨¢tico de Sevilla y autora de nueve obras la primera de ellas, El flamenco y los rom¨¢nticos. Un viaje entre el mito y la realidad, editada por la Bienal de Flamenco en 1999, ahondar¨¢ en este tema en su conferencia El vestido flamenco en el baile de mujer, dentro de los cursos de verano de Casariche organizados, del 22 al 28 de agosto, por las Universidad de Sevilla y la Pablo de Olavide.
"La mejor fuente de informaci¨®n sobre el traje de baile en Espa?a es la literatura de viajes del siglo XVIII. Aunque aparecen algunas im¨¢genes, grabados o litograf¨ªas, lo m¨¢s interesante son las narraciones que hacen escritores como los ingleses Henry Swinburne y Joseph Townsend o el alem¨¢n Christian August Fischer. Ellos describen c¨®mo se bailaba en los teatros los fandangos y las seguiriyas, pero Swinburne tambi¨¦n fija su atenci¨®n en los bailes de la calle que protagonizan las clases humildes y dice que bailaban 'a la ley' con el traje de faena que normalmente era una basqui?a -saya o falda larga blanca o negra- con delantal, blusa y corpi?o", explica Roc¨ªo Plaza.
La investigadora pone de manifiesto la influencia que la moda parisina ha ejercido siempre en la espa?ola y, por extensi¨®n, en los trajes de baile. "A principios del siglo XIX, siguiendo la influencia de Par¨ªs la cintura se sube hasta colocarse bajo el pecho, los cortes son sueltos y se usan tejidos m¨¢s ligeros. L¨ªneas inspiradas a su vez en la Grecia y la Roma cl¨¢sicas. Antonio Rodr¨ªguez, en su obra Colecci¨®n general de los trajes que en la actualidad se usan en Espa?a, principiada en el a?o 1801, recoge este cambio en un vestido de Escuela Bolera para el teatro -como puede verse en la ilustraci¨®n-", explica Plaza, doctora en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla.
"Cuando Napole¨®n es derrotado, la cintura empieza a bajar cada vez m¨¢s hasta que, en 1830, se vuelve a colocar en su sitio natural; aunque esta tendencia no llega a Espa?a hasta 1836, de la mano de la ¨²ltima esposa de Fernando VII, Mar¨ªa Cristina de las Dos Sicilias. Esos cambios se pueden ver claramente en la pintura costumbristas, en lienzos como La Feria de Sevilla, de Rodr¨ªguez de Guzm¨¢n (1853), en el que aparece una se?ora vestida de rosa y con madro?eras negras, a imitaci¨®n del traje de Fanny Elssler. Los mismos tejidos se repiten en el lienzo Baile en un sal¨®n, de Manuel Cabral Bejarano. Los encajes, que eran de exportaci¨®n y muy caros, hacen furor entre las clases altas y se reflejan tambi¨¦n en pinturas como Maja, de Joaqu¨ªn Dom¨ªnguez B¨¦cquer, t¨ªo del poeta sevillano, que copia los colores que visti¨® la bailarina austriaca", a?ade la investigadora sobre otra de las obras que aparece reproducida en esta informaci¨®n.
Las normas en los teatros eran muy estrictas a mediados del siglo XIX. Las bailaoras ten¨ªan prohibido levantarse la falda y el escenario ten¨ªa que estar a "una vara y media de distancia" del patio de butacas. "En 1840 las mujeres estaban m¨¢s vestidas por dentro que por fuera, con enaguas con bordados y lazos y puchos. Pero, incluso as¨ª, las bailaoras no pod¨ªan levantarse la falda, que llevaban por debajo de la rodilla. En la plaza del Pumarejo de Sevilla hab¨ªa un teatro, H¨¦rcules, famoso por sus esc¨¢ndalos porque las bailaoras siempre se saltaban las normas", explica Plaza.
"Todas las modas, hasta las m¨¢s complejas como los polisones -un armaz¨®n para que las faldas abultasen por detr¨¢s- o las crinolinas -estructura de metal que manten¨ªa la falda abierta-, han tenido su eco en el flamenco", puntualiza. Incluso los lunares, tan propios del traje de gitana, tambi¨¦n vienen de Par¨ªs.

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