Pese a todo...aguas cartografiadas
Que nadie se asuste m¨¢s de lo necesario: a pesar de lo aparatoso de la ca¨ªda de los mercados de los ¨²ltimos d¨ªas, la econom¨ªa mundial y los mercados navegan por aguas parcialmente cartografiadas. Desagradables y procelosas, s¨ª. De azarosa navegaci¨®n, tambi¨¦n. Pero cartografiadas. Al menos por el momento.
Muy diferente era la situaci¨®n en el verano de 2007 y, sobre todo, en el oto?o de 2008. Entonces, al desconcierto provocado por una crisis que muy poca gente esperaba, se un¨ªa la incertidumbre sobre si las autoridades monetarias de los diferentes pa¨ªses (Reserva Federal en los EE UU; Banco de Jap¨®n, BCE y Banco de Inglaterra) estar¨ªan a la altura de las circunstancias. Afortunadamente lo estuvieron, y proporcionaron al sistema financiero toda la liquidez que necesitaba. Eso, que ahora parece casi trivial, entonces no pod¨ªa darse por descontado, habida cuenta de la enorme influencia que en los bancos centrales de todo el mundo ten¨ªa (y sigue teniendo a¨²n) la ortodoxia poco flexible de la lucha contra la inflaci¨®n. Esa fue la gran diferencia con el comienzo de los a?os 30 y eso es lo que impidi¨® que el primer golpe de la crisis se transformara en una Gran Depresi¨®n. Ahora, entre tres y cuatro a?os despu¨¦s, y cuando la inestabilidad arrecia de nuevo, no debe cundir el desconcierto. De momento, si juzgamos por el comportamiento de las Bolsas, todo se asemeja a dos de las tres grandes crisis econ¨®micas vividas durante el siglo XX. La otra, la tercera, es la propia Gran Depresi¨®n que, por ahora, hay que seguir descartando. Si alguien tiene dudas solo tiene que pensar en que en ella el producto nacional bruto de EE UU se contrajo un 30%, mientras sus Bolsas ca¨ªan un 90%. Obviamente, ninguna de esas circunstancias se ha dado en estos a?os.
El miedo es que la desaceleraci¨®n econ¨®mica termine convirti¨¦ndose en una nueva recesi¨®n
?Por qu¨¦ caen entonces las Bolsas? La ca¨ªda se est¨¢ relacionando con la rebaja de la calificaci¨®n de la deuda de EE UU. Quiz¨¢ tambi¨¦n con el desconcierto que ha sembrado el hecho de que la deuda p¨²blica italiana haya ocupado la primera l¨ªnea de los ataques especulativos, incluso por delante de la espa?ola. En esas explicaciones casi se ha olvidado que hace solo ocho d¨ªas el Gobierno de EE UU estaba a punto de suspender parte de sus pagos. Sin embargo, ninguno de esos argumentos es muy convincente por diferentes razones.
Incluso en los d¨ªas previos a la temida suspensi¨®n de pagos, la deuda p¨²blica norteamericana segu¨ªa cotizando en niveles comprendidos entre el 0% y el 2,70%, seg¨²n los plazos, lo que no puede considerarse precisamente un s¨ªntoma de miedo a no recuperar lo invertido. Los mercados parecen haber asumido que la AA+ de la deuda p¨²blica USA ser¨¢ la nueva AAA.
El ataque a la deuda italiana y espa?ola podr¨ªa aducirse como una buena explicaci¨®n ya que, en coincidencia con los primeros compases del ataque las Bolsas, estuvieron cayendo. Sin embargo, el lunes las Bolsas intensificaron su ca¨ªda, a pesar de que la intervenci¨®n del BCE en los mercados secundarios de deuda de los dos pa¨ªses redujo la rentabilidad de la deuda a diez a?os en ambos casos en 100 puntos b¨¢sicos (es decir, un 1% menos).
?Entonces cu¨¢l es el motivo? Sin duda alguna el miedo a que la desaceleraci¨®n econ¨®mica que se inici¨® en EE UU, China y Europa a comienzos de la pasada primavera termine convirti¨¦ndose en una nueva recesi¨®n. Ya esa desaceleraci¨®n hab¨ªa provocado una ca¨ªda importante de los ¨ªndices americanos en las pasadas semanas, una ca¨ªda de la que se hab¨ªan recuperado casi totalmente despu¨¦s. Pero ha sido el saberse que la econom¨ªa norteamericana hab¨ªa tenido un crecimiento cercano a cero en el primer trimestre del a?o lo que ha surtido el efecto de una verdadera espoleta para los m¨¢s activos de entre quienes gestionan inversiones en renta variable que, en un ambiente ya muy caldeado y adverso al riesgo, como el que se hab¨ªa creado con las crisis gemelas de la deuda a ambos lados del Atl¨¢ntico, han corrido hacia la puerta de salida. En las Bolsas europeas ha ocurrido lo mismo, en un ambiente de histeria catalizado por los problemas que tienen los gobiernos europeos para llegar a acuerdos que les permitan no ir muy por detr¨¢s de los acontecimientos en los mercados de deuda y por la pol¨ªtica de subida de tipos de inter¨¦s del BCE.
En resumen, una desaceleraci¨®n econ¨®mica que se confirma y que todo el mundo cree que puede ir a m¨¢s una vez que el Gobierno norteamericano, ¨²ltimo basti¨®n de las pol¨ªticas de expansi¨®n del gasto p¨²blico, se ha visto obligado a retirar los est¨ªmulos. Algo que tambi¨¦n es bastante corriente que suceda a estas alturas del ciclo econ¨®mico y que hasta el propio F. D. Roosevelt hizo en su d¨ªa, precipitando la recesi¨®n de 1937-1938
Y sin embargo...Todo lo anterior puede sonar m¨¢s o menos plausible y no se distancia mucho de lo que es la explicaci¨®n m¨¢s generalizada. Pero con esa explicaci¨®n, probablemente, solo se est¨¦ atando los cabos que est¨¢n a la vista: datos del entorno econ¨®mico, pol¨ªtico y financiero por una parte y ca¨ªda de las Bolsas por otra.
A falta de una buena explicaci¨®n esto puede servir y, para quien pueda ser esc¨¦ptico, siempre queda una explicaci¨®n general v¨¢lida: la expectativa de que pudiera desencadenarse otra recesi¨®n hace temer que los beneficios empresariales decaigan, por lo que tambi¨¦n cae el precio que se est¨¢ dispuesto a pagar por comprar esa corriente de beneficios y, en su caso, dividendos.
Pero lo m¨¢s sorprendente de esta ca¨ªda de los ¨ªndices de Bolsa es que, a pesar de la relativa tranquilidad del primer semestre, es justamente este desplome de los precios lo que cab¨ªa esperar a esta altura del ciclo, ya que siempre ha sido as¨ª en las escasas referencias hist¨®ricas que se tienen. Y es que, descartando la Gran Depresi¨®n, en las otras dos grandes crisis econ¨®micas y financieras del siglo XX (1907 y 1974), dos a?os despu¨¦s de que las Bolsas alcanzaran su nivel m¨¢s bajo, y tras haber recuperado todas las p¨¦rdidas del desplome inicial, volv¨ªan a caer de nuevo, aunque con menor intensidad que en la ocasi¨®n precedente. Es decir, una ca¨ªda que ahora no deber¨ªa ir m¨¢s all¨¢ del 25% o 30% para los ¨ªndices Dow Jones y S&P 500, de la que ya llevar¨ªan recorrido la mitad.
Aunque, por ahora, esta crisis est¨¢ cartografiada en gran medida, no todo est¨¢ jugado y siempre puede haber actuaciones desafortunadas de pol¨ªtica econ¨®mica o financiera que hagan torcer el rumbo hacia aguas desconocidas o incluso enfilar contra las rocas (aunque a estas alturas eso ya resulte improbable). Lo que no quiere decir que la salida de la crisis vaya a resultar f¨¢cil, ni que no pueda haber una o dos recesiones m¨¢s en lo que queda de d¨¦cada, y antes de que se vuelva a un per¨ªodo largo de crecimiento sostenido y de prosperidad.
Juan Ignacio Crespo es analista econ¨®mico.
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