Cameron da carta blanca a la polic¨ªa
El primer ministro brit¨¢nico garantiza dinero, protecci¨®n jur¨ªdica y ca?ones de agua a las fuerzas de seguridad para acabar con "la cultura del miedo en las calles"
Inglaterra est¨¢ en guerra consigo misma. El Gobierno dio ayer carta blanca a la polic¨ªa porque, en palabras del primer ministro David Cameron, "no vamos a permitir que la cultura del miedo exista en nuestras calles". Los disturbios desaparecieron el martes por la noche de las calles de Londres para trasladarse m¨¢s al norte. A las calles de Birmingham por segunda noche consecutiva y esta vez con consecuencias dram¨¢ticas: la muerte de tres j¨®venes musulmanes en un incidente que amenaza con tensar las relaciones entre esta comunidad y la afrocaribe?a.
Pero no solo hubo violencia en Birmingham. El centro de Manchester fue tomado por una turba de saqueadores y hubo graves incidentes en Salford. Y en localidades donde jam¨¢s hubieran pensado con vivir esa pesadilla, como Gloucester, donde 50 j¨®venes atacaron una docena de comercios e incendiaron un edificio apenas a un centenar de metros de la famosa catedral normanda.
"Haremos lo que sea para restaurar la ley y el orden", dice el mandatario
El Gobierno parece tentado a dar un giro a la derecha en pol¨ªticas p¨²blicas
Aunque hubo disturbios en otras localidades, como Liverpool, Nottingham e incluso Cambridge, y a pesar de la tragedia de Birmingham y de la violencia de Manchester, la intensidad de la revuelta parece apaciguarse. Quiz¨¢s porque las promesas de mano dura han amedrentado a los revoltosos, que estaban actuando con absoluta impunidad porque sab¨ªan que la polic¨ªa no vendr¨ªa y si ven¨ªa apenas har¨ªa nada.
Por ejemplo, la cadena de deportes JD Sports ha sufrido asaltos en 30 tiendas. Y su presidente ejecutivo, Peter Cowgill, ha explicado en el diario The Daily Telegraph c¨®mo los saqueadores no ten¨ªan ni miedo ni prisa. "Ten¨ªan la absoluta seguridad de que no iban a ser detenidos", dice, y se tomaron la molestia de probarse las zapatillas deportivas que robaban para asegurarse de que eran de su talla o de hacer cola ordenadamente para ir sacando las alarmas normalmente incrustadas en los productos.
Es una prueba de la impunidad con la que han actuado los saqueadores. Esa impunidad, atribuida a una condescendencia policial denunciada desde la derecha y ni siquiera negada por la izquierda, es lo que ahora Cameron quiere acabar. El Gobierno ha pasado en dos d¨ªas de la tradici¨®n policial brit¨¢nica de patrullar "con el consentimiento de las comunidades" defendido el lunes por la ministra del Interior, Theresa May, a la carta blanca absoluta.
"Sean cuales sean los recursos que necesite la polic¨ªa, los tendr¨¢n. Sean cuales sean las t¨¢cticas que la polic¨ªa crea que necesita emplear, tendr¨¢n el apoyo legal para hacerlo. Haremos lo que sea necesario para restaurar la ley y el orden en nuestras calles", proclam¨® Cameron a las puertas de Downing Street tras reunirse con los jefes policiales y los responsables ministeriales en el marco de Cobra, el organismo de coordinaci¨®n del Gobierno en casos de emergencia.
Cameron se refiri¨® espec¨ªficamente a que la polic¨ªa tiene permiso para utilizar balas de goma y dispondr¨¢ de camiones con ca?ones de agua con un preaviso de 24 horas, aunque subray¨® que ahora mismo no son necesarios. El jefe de la asociaci¨®n de jefes de polic¨ªa, sir Hugh Orde, insisti¨® ayer en que los ca?ones de agua no son ¨²tiles en la situaci¨®n actual pero no descart¨® el uso de balas de goma.
Aunque la violencia en las calles parece haber disminuido, la tensi¨®n pol¨ªtica va en aumento. No solo por potenciales enfrentamientos ¨¦tnicos como los que puede provocar la tr¨¢gica muerte de tres musulmanes en Birmingham, sino porque ha empezado a llegar la hora de los reproches. Reproches pol¨ªticos interesados, como las proclamas del alcalde de Londres, Boris Johnson, de que hay que dar marcha atr¨¢s en los previstos recortes de los fondos destinados a la polic¨ªa: Johnson aspira a desbancar alg¨²n d¨ªa a Cameron en Downing Street y para ello necesita ganar la batalla de la reelecci¨®n en la alcald¨ªa el a?o que viene.
Pero sobre todo reproches a niveles m¨¢s bajos, y mucho m¨¢s importantes: el debate sobre el porqu¨¦ de los disturbios, los desacuerdos que llegar¨¢n en cuanto la polic¨ªa cometa los primeros excesos. Debates agrios en la calle sobre qu¨¦ hay que hacer con los protagonistas de las revueltas. No qu¨¦ hay que hacer ahora, porque eso ya lo est¨¢n decidiendo los jueces desde ayer: enviarles unas semanitas a prisi¨®n. Sino qu¨¦ hacer a largo plazo. Por ejemplo, la primera petici¨®n popular electr¨®nica destinada a alcanzar las 100.000 firmas necesarias para que el Parlamento la tenga en cuenta es una que pide que se despoje de cualquier subsidio social a las declarados culpables de participar en los saqueos.
David Cameron tard¨® tres d¨ªas en darse cuenta de la gravedad de la crisis. Pero ahora parece tentado a aprovecharla para dar un fuerte giro a la derecha en sus pol¨ªticas de orden p¨²blico. Ese giro empez¨® ayer con la carta blanca a la polic¨ªa, una medida que ni siquiera la izquierda parece decidida a discutir en una situaci¨®n como la actual. Pero el debate derivar¨¢ pronto hacia otros aspectos. ?Hasta qu¨¦ punto la actitud de debilidad de la polic¨ªa se debe a la presi¨®n de los sectores m¨¢s liberales en materia de derechos humanos? ?Hasta qu¨¦ punto el desprecio de valores que muestran la gran mayor¨ªa de los saqueadores nace de una p¨¦rdida de los valores de disciplina en la sociedad brit¨¢nica, empezando por la familia? O, ?qu¨¦ papel juega la inmigraci¨®n en esta crisis? Ese puede ser el n¨²cleo duro del debate pol¨ªtico tras esta revuelta.
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