Falsa tranquilidad en el condado de Grouse
Hace ya tiempo que la cr¨ªtica estadounidense considera a Tom Drury (Iowa, 1956) uno de los escritores m¨¢s brillantes de su generaci¨®n, aunque ninguna de sus obras haya alcanzado el ¨¦xito que s¨ª han obtenido sus contempor¨¢neos Jonathan Franzen, Michael Cunningham o Jeffrey Eugenides. En 2009 se tradujo al espa?ol su cuarta y ¨²ltima novela, La regi¨®n inm¨®vil (The driftless area, 2006), y ahora se publica la que fue su primera, En el condado de Grouse (The end of vandalism, 1994), donde se encontraban ya bien trazadas las se?as de identidad de una literatura arraigada en el Medio Oeste estadounidense.
Lo primero a se?alar sobre En el condado de Grouse es que once de los veinte cap¨ªtulos del libro se hab¨ªan publicado ya como relatos cortos en The New Yorker cuando se edit¨® la novela. Esta informaci¨®n confirma la naturaleza epis¨®dica de buena parte del material que se narra y permite definirla como una suerte de novela-r¨ªo, aunque en un solo volumen. Como sucede en muchas de ¨¦stas, la acci¨®n gira en torno a una trama leve, en este caso la del idilio y la vida matrimonial de la pareja protagonista, formada por Dan Norman, el sheriff del condado, y Louise Darling, fot¨®grafa y encargada de una tienda de fotos.
En el condado de Grouse
Tom Drury
Traducci¨®n de Javier Ortiz
451 Editores. Madrid, 2011
385 p¨¢ginas. 20 euros
Sin embargo, dentro de esa fluidez se dosifican sabiamente los momentos de tensi¨®n, en parte relacionados con el trabajo policial del protagonista. Ah¨ª est¨¢ la presencia inquietante de Tiny Darling, el primer esposo de Louise, o el hallazgo de un beb¨¦ en el carrito de un supermercado, que contrastar¨¢ violentamente con el desenlace en el embarazo de la protagonista. Otro rasgo com¨²n a este tipo de novelas es la abundancia de personajes. Aqu¨ª son sesenta y ocho los que llegan a intervenir en alg¨²n momento del relato, y por ello el escritor tuvo a bien incluir al final una lista con los nombres y oficios de todos ellos.
Menci¨®n aparte merece el espacio m¨ªtico del condado de Grouse que Drury recre¨® aqu¨ª y cuya geograf¨ªa imaginaria aparece reproducida en un mapa al comienzo de la novela. Drury se ha inspirado en la Iowa rural de su infancia y juventud para este condado que encarna la quintaesencia, con todos sus claroscuros, de las relaciones humanas en una peque?a sociedad. Y tambi¨¦n retrata los v¨ªnculos del hombre con su terru?o en t¨¦rminos que, por muy ambivalentes que sean, desmienten el sambenito de gente desarraigada que los estadounidenses llevan colgando desde tiempo inmemorial. Por todo ello este condado se ha comparado con el de Huron de Alice Munro o con el famos¨ªsimo Yoknapatawpha de Faulkner.
En sus primeras p¨¢ginas, La regi¨®n inm¨®vil podr¨¢ desconcertar al lector por la aparente deriva de las escenas, hasta que irrumpe la intriga con una fuerza descomunal. Desde el momento en que Pierre Hunter sustrae 77.000 d¨®lares a su antagonista se desata esa tensi¨®n de la caza humana propia del mejor thriller, con momentos de una inquietud como la que es capaz de generar Stieg Larsson o los hermanos Cohen (con quienes se ha comparado a Drury) en sus obras m¨¢s se?eras.
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