Mal d¨ªa para Butley, gran noche para West
Cuesta de creer que Butley (1971), la obra que consagr¨® a Simon Gray, haya tardado cuarenta a?os en reponerse en el West End. Gray (1936-2008) fue una feliz anomal¨ªa en el panorama del teatro brit¨¢nico. Emergi¨® a finales de los sesenta escribiendo farsas negras (Wise Child, Dutch Uncle) a la manera de Orton pero pronto encontr¨® su propia voz, deudora de Rattigan y Coward, lo que, unido a su aparente falta de compromiso pol¨ªtico (el m¨¢ximo pecado art¨ªstico en aquella ¨¦poca) le vali¨® las previsibles acusaciones de anacr¨®nico y, que los cielos nos asistan, "comercial". Escribi¨® mucho y en muy diversos negociados, otro pecado que no se perdona: cinco novelas, ocho vol¨²menes de memorias, incontables guiones de televisi¨®n, cine y radio, ensayos, rese?as, y m¨¢s de treinta piezas dram¨¢ticas. Harold Pinter, su gran amigo y valedor, dirigi¨® diez de ellas (cosa que tampoco fue bien vista) y la mayor¨ªa tuvieron ¨¦xito: hasta ah¨ª pod¨ªamos llegar. Sus protagonistas, autodestructivos, malcrecidos y malcriados, est¨¢n siempre al borde del abismo y tratan de cubrir con las m¨¢s diversas drogas (alcohol, pastillas, humor salvaje, torrentes de palabras) el miedo al fracaso, la soledad y la muerte. Butley estableci¨® ese paradigma y abri¨® la puerta a una trilog¨ªa (asuntos similares, tonalidades parejas) completada por Otherwise Engaged, de 1974 (alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que estudiar su m¨¢s que posible influencia en The sea, the sea, de Iris Murdoch) y la suprema vuelta de tuerca de Quatermaine's Terms (1982), donde toda la violencia (adulterio, asesinato, chantaje) sucede completamente fuera de campo. Butley, tan divertida como dolorosa, est¨¢ maravillosamente escrita y estructurada. En un solo d¨ªa, el profesor Ben Butley, profesor de literatura en la Universidad de Londres, va a echar por la borda todo lo que le importa, como secretamente parec¨ªa desear. Nicholas Wright detect¨®, muy sagazmente, una "forma raciniana" en los enredos de Gray: f¨¦rreo respeto por las tres unidades, personaje atrapado en una habitaci¨®n, cada visitante un nuevo clavo en su ata¨²d, implacable concatenaci¨®n de acontecimientos, destino sellado al fin de la jornada.
Sus protagonistas, autodestructivos, malcrecidos y malcriados, est¨¢n siempre al borde del abismo Que West era un ca?¨®n en la pantalla lo sab¨ªamos, pero yo todav¨ªa no le hab¨ªa visto templando y mandando en un escenario
Ben Butley, apote¨®sicamente incorrecto, alcoh¨®lico y fracasado, es un m¨¢s que posible hijo de Jimmy Porter en Mirando hacia atr¨¢s con ira y Bette Davis en El aniversario. Completen la ficha con otras deliciosas caracter¨ªsticas (canalla, manipulador, machista, mis¨®gino, y, rizando el rizo, bisexual hom¨®fobo) y s¨®lo les faltar¨¢ hacerse un dardero con su cara. El gran reto (y el gran logro) de Simon Gray es conseguir que simult¨¢neamente, a) detestes a Butley, b) te sientas fascinado/atra¨ªdo por su humor feroz y su energ¨ªa constante, y c) acabes comprendi¨¦ndole y compadeci¨¦ndole: ese tipo que malgasta talentos y afectos es su peor enemigo. Tampoco hace falta ser ning¨²n lince para darse cuenta de que el personaje es un verdadero regalo para un actorazo. Con ese texto y a las ¨®rdenes de Pinter, Alan Bates bord¨® su mejor interpretaci¨®n teatral. Pueden pillarla en DVD, en la inigualable colecci¨®n de filmaciones del American Film Theatre, o pueden acercarse a Londres (ojo: acaba el 27 de agosto) para ver en el Duchess Theatre a otro enorme c¨®mico, Dominic West, el inolvidable detective McNulty de The Wire, que (para no apearnos de las series) aqu¨ª parece la versi¨®n juvenil del dr. Bishop (John Noble), el cient¨ªfico exc¨¦ntrico de Fringe. Que West era un ca?¨®n en la pantalla lo sab¨ªamos de sobra, pero yo todav¨ªa no le hab¨ªa visto templando y mandando en un escenario. Lindsay Posner, uno de los maestros de la escena inglesa desde aquel Death and the Maiden del 92 (casi veinte a?os ya, qu¨¦ barbaridad) ha dirigido este espl¨¦ndido revival que funciona como un reloj suizo, nunca mejor dicho: tanto la primera como la segunda parte duran exactamente una hora, ni un minuto m¨¢s ni un minuto menos. El talento de la puesta comienza con una idea escenogr¨¢fica (gentileza de Peter McKintosh) tan sencilla como definitoria. A la derecha del despacho, montones de papeles apilados y una biblioteca que se pierde en los telares, desbordada, a punto de venirse abajo: es "el lado" (lo adivinaron) de Butley. A la izquierda, una mesa impoluta y una estanter¨ªa con apenas diez o doce libros: ah¨ª comienza el territorio de Joseph Keyston (Martin Hutson), el joven protegido de Butley, reci¨¦n incorporado al departamento. A lo largo de esa folle journ¨¦e, Butley/West va a intentar sabotear, a dos manos, la floreciente relaci¨®n de su exesposa, Ann (Amanda Drew), que quiere casarse con "el hombre m¨¢s aburrido de Londres", y la de Joseph, que acaba de abandonarle para unirse a Reg Nuttall (Paul McGann), un editor al que igualmente detesta. ?Complicado? Ah, eso es s¨®lo el principio. Tambi¨¦n ha de esquivar las constantes llamadas de James, el invisible pero omnipresente jefe de departamento, y las visitas de los alumnos que reclaman tutor¨ªas y seminarios (no logra esquivar la de la pertinaz Miss Heasman (Emma Hiddleston), autora de Celos y redenci¨®n en Cuento de invierno), y de la furibunda Edna Shaft (Penny Downie), la especialista en Eliot y... bueno, dej¨¦moslo. Con un excepcional manejo de los ritmos, y secundado por el afinad¨ªsimo elenco, Dominic West va desvelando todas las capas de Butley, cada vez m¨¢s atrapado en sus propias trampas, hasta que su encuentro con Reg, el ¨²nico rival a su altura (una salvaje escena de provocaci¨®n e inmolaci¨®n, con una creciente sensaci¨®n f¨ªsica de peligro) acaba mostrando la desnudez extrema de un coraz¨®n solo y aterrorizado. Simon Gray le regala, a cambio, un momento de grandeza ¨²ltima y una posible v¨ªa de salvaci¨®n: Butley, derrotado pero ¨ªntegro por una vez, asume su soledad ("estoy demasiado viejo para esos juegos") y rechaza los ofrecimientos del joven estudiante Gardner (Cai Bridgen), neg¨¢ndose a repetir la historia vivida con Joseph. Estupendos trabajos y estupenda funci¨®n, que deber¨ªa verse en Espa?a. (He visto muchas m¨¢s cosas buenas en Londres. No se vayan: en breve se lo cuento).
Butley, de Simon Gray. Dirigida por Linsay Posner. Teatro Duchess. Londres Hasta el 27 de agosto
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