Medio siglo del muro de Berl¨ªn
El 13 de agosto de 1961 los berlineses se despertaron con la ciudad dividida en dos zonas por alambradas de p¨²as, adoquines y hormig¨®n. La infame valla dur¨® 28 a?os y se cobr¨® cerca de 150 vidas en los intentos de fuga
Hoy se conmemora el 50? aniversario del inicio de la construcci¨®n del muro de Berl¨ªn, un hecho que, en el clima tenso de la guerra fr¨ªa, dividi¨®, de forma radical y s¨²bita, a la capital alemana en dos sectores durante 28 a?os y tres meses.
En primer lugar, una idea surge en la mente del historiador y pienso que tambi¨¦n en la mente del lector de estas l¨ªneas. ?No resulta una paradoja el hecho de que en la segunda mitad del siglo XX, en tiempos de aviaci¨®n, misiles y artiller¨ªa de gran alcance; de radio, televisi¨®n y l¨ªneas telef¨®nicas, se levante un muro para dividir y aislar comunidades humanas como las murallas de las ciudades medievales y de la edad antigua, como un trozo de muralla china en una ciudad europea?
Willy Brandt dijo: "Mosc¨² ha soltado un poco la cadena de su perro Ulbricht"
Aunque las potencias occidentales protestaron, dentro de la Guerra Fr¨ªa fue un incidente m¨¢s
Sin embargo, fue eficaz y desgarr¨® una ciudad, creando graves problemas humanos y familiares. Muy pronto se manch¨® de sangre con cerca de 150 v¨ªctimas mortales y con m¨¢s de 100 personas heridas de gravedad al intentar cruzarlo.
?Por qu¨¦ decidi¨® Ulbricht crear ese muro? En esa ¨¦poca de la guerra fr¨ªa, la frontera entre las dos Alemanias era de las m¨¢s r¨ªgidas en el mundo: alambradas, bombas subterr¨¢neas... solo comparable a la frontera entre las dos Coreas.
Pero la zona de Berl¨ªn no era parte de ninguna de las dos Alemanias y ten¨ªa internacionalmente un "estatuto especial". El tr¨¢fico entre los sectores oriental y occidental era solo relativamente dif¨ªcil.Unos 50.000 berlineses del Este trabajaban en Berl¨ªn Oeste y 12.000 del sector occidental trabajaban en el Este. Eran los llamados cruzafronteras.
Como el tr¨¢nsito al Berl¨ªn occidental era menos problem¨¢tico que la r¨ªgida frontera entre las dos Alemanias, miles de ciudadanos abandonaban la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana por esta "v¨ªa f¨¢cil". Bastaba con tomar un billete de metro o de tren de cercan¨ªas, cuidando de llevar poco equipaje para no hacerse sospechoso ante la polic¨ªa. Con solo lo necesario como para una visita de un d¨ªa.
El 13 de agosto de 1961 todo esto cambi¨®. La ilusi¨®n de una ciudad unida desapareci¨®. Y fue el secreto de Estado mejor guardado en el siglo XX.
Ante el problema de las fugas, Walter Ulbricht ven¨ªa abogando ante Jruschov por el cierre herm¨¦tico en Berl¨ªn. Con esa sangr¨ªa constante de personal laboral, el colapso de la Rep¨²blica era inevitable. Jruschov cedi¨® finalmente y, de acuerdo con los pa¨ªses del Pacto de Varsovia, transmiti¨® una nota sobre el cierre de la frontera con el Berl¨ªn Oeste para iniciar la preparaci¨®n de esta medida con el m¨¢ximo secreto.
?Captaron las potencias occidentales de alg¨²n modo esa decisi¨®n del mundo sovi¨¦tico y Alemania Oriental? En un siglo con dos guerras mundiales, hab¨ªa un gran desarrollo de los sistemas de espionaje que usaban modernas y sofisticadas tecnolog¨ªas. Berl¨ªn, en esa ¨¦poca, era un nido de esp¨ªas tanto en el sector oriental como occidental. Se dec¨ªa que era la ciudad con m¨¢s esp¨ªas por metro cuadrado. Seg¨²n el humorismo berlin¨¦s, "No es dif¨ªcil ponerte en contacto con un esp¨ªa. Vienen en las p¨¢ginas amarillas".
Pues bien, los servicios secretos occidentales, que se gloriaban de tener ojos que ve¨ªan todo y o¨ªdos que escuchaban cada conversaci¨®n, en lo referente al muro de Berl¨ªn no sospecharon nada: ni la CIA americana, ni el Servicio de Inteligencia Ingl¨¦s (SIS) conocido com¨²nmente como M16, ni sus colegas aliados. El fracaso de la inteligencia occidental fue rotundo.
Por otra parte, en la Rep¨²blica Democr¨¢tica, ni siquiera los directivos de superior jerarqu¨ªa conoc¨ªan el plan cuando la v¨ªspera, el 12 de agosto, un s¨¢bado, fueron invitados por Ulbricht a su residencia de Wandlitz, en una urbanizaci¨®n a 30 kil¨®metros al norte de Berl¨ªn. Parec¨ªa una invitaci¨®n veraniega normal. En uno de los jardines los asistentes compart¨ªan conversaciones, se ofrec¨ªan bebidas, se o¨ªa m¨²sica de fondo. Ulbricht, que hab¨ªa firmado a las cuatro de la tarde los ¨²ltimos decretos pertinentes, se mostraba relajado entre los asistentes.
Al final de la cena, a las 22.00, Ulbricht dijo: "Ahora vamos a tener una breve reuni¨®n", e inform¨® oficialmente a los invitados de que el cierre entre los sectores oriental y occidental en Berl¨ªn era inminente.
Aquel domingo, 13 de agosto de 1961, el muro se construye. A la 1.05, en la zona de la Puerta de Brandeburgo, en el centro de Berl¨ªn, se apagaron de repente todas las luces. Con iluminaci¨®n de faros de veh¨ªculos militares, se arrancaron adoquines del pavimento y se colocaron postes de hormig¨®n y alambradas de p¨²as. Esta escena se repet¨ªa simult¨¢neamente a lo largo de toda la l¨ªnea divisoria entre Berl¨ªn Oriental y Occidental (45 kil¨®metros) y de la frontera entre Berl¨ªn Occidental y la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana. En total, unos 162 kil¨®metros. Participaron en esta tarea unos 10.500 hombres del Ej¨¦rcito Popular, adem¨¢s de cientos de colaboradores de la Stasi.
Los berlineses, al principio, apenas se enteraron porque estaban durmiendo y las autoridades hab¨ªan escogido a prop¨®sito un domingo, d¨ªa festivo de poco tr¨¢fico. Tan solo a lo largo del d¨ªa se fueron dando cuenta. Se cerraron 193 calles, de ellas 62 transversales, y se cort¨® el tr¨¢fico subterr¨¢neo del metro y el de trenes de superficie entre las dos zonas. En las 24 horas de ese domingo caluroso de agosto se hac¨ªa realidad la divisi¨®n de la ciudad en dos zonas mediante ese muro que durar¨ªa 28 a?os y tres meses y "que nadie ten¨ªa la intenci¨®n de construir" (seg¨²n frase de Walter Ulbricht dos meses antes en una conferencia de prensa).
Inmediatamente se iniciaron obras de reforzamiento que inclu¨ªan, a lo largo de muchos kil¨®metros, tramos de l¨ªneas ferroviarias, cursos de r¨ªos... y hasta afectaban directamente a edificios de viviendas. Algunos residentes vieron puertas y ventanas de su propio domicilio r¨¢pidamente tapiadas, como en la calle Bernauer. Los habitantes ¨²nicamente pod¨ªan entrar en sus casas por el patio trasero, que se encontraba en Berl¨ªn Oriental.
Ciertos espacios p¨²blicos, como parques, jardines o iglesias situadas en el Este, ten¨ªan cerrados sus accesos desde el Oeste. Y lo mismo sucedi¨® con algunos cementerios, como el de Invaliden o el de Sophien, que estaban situados en la l¨ªnea fronteriza. Para entrar en ellos era necesario solicitar un "pase para las tumbas". Hasta la zona residencial de estos "habitantes perpetuos" se vio afectada por la divisi¨®n de Berl¨ªn en dos sectores y sacudida por los vientos de la pol¨ªtica.
A esta fase provisional sigui¨® la construcci¨®n de un muro s¨®lido a base de ladrillos, piedra y hormig¨®n. En muchos kil¨®metros lleg¨® a convertirse en una gran franja con carretera para la polic¨ªa, fosas antiveh¨ªculos, 292 torres de observaci¨®n, 243 pistas para perros...
En el sector de Berl¨ªn Oeste hab¨ªa desolaci¨®n y los ciudadanos sufr¨ªan los hechos en su propia carne. El alcalde Willy Brandt dijo: "Mosc¨² ha soltado un poco la cadena de su perro Ulbricht". El 16 de agosto pronunci¨® un tenso discurso ante 300.000 berlineses.
Por otra parte, las potencias occidentales consideraban el tema con perspectiva m¨¢s internacional. Protestaron formalmente pero, dentro de la guerra fr¨ªa, era un incidente m¨¢s. Kennedy se?al¨®: "Si Jruschov hubiera querido ocupar en serio el Berl¨ªn Oeste, no habr¨ªa construido un muro. Si dispone de la ciudad entera, no necesita un muro... No es una soluci¨®n c¨®moda pero, diablos, es mejor que una guerra". Era pleno verano, ¨¦poca de vacaciones. Kennedy estaba a bordo de su yate en Hyannis Port, el presidente franc¨¦s De Gaulle se mantuvo fuera de Par¨ªs y el presidente brit¨¢nico Macmillan continu¨® en una cacer¨ªa en Escocia. El peri¨®dico alem¨¢n Bild Zeitung se hac¨ªa eco de la actitud desilusionada de los berlineses: "El Este act¨²a, ?qu¨¦ hace el Oeste? ?El Oeste no hace nada! El presidente Kennedy se calla, Macmillan se va de caza y Adenauer insulta a Brandt". (Estos dos ¨²ltimos pol¨ªticos estaban en pugna electoral).
Dionisio Garz¨®n, doctor en Derecho, ha sido consejero de Informaci¨®n en las Embajadas de Bonn-Berl¨ªn y de Washington y es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense. En la actualidad est¨¢ en impresi¨®n su libro De la construcci¨®n a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
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