La guerra eterna de Somalia
El enfrentamiento con las milicias islamistas y la sequ¨ªa atrapan a cuatro millones de personas - Las luchas internas han sumido al pa¨ªs en un caos que dura ya 20 a?os
Las im¨¢genes anteriores al conflicto que comenz¨® en 1991 muestran la catedral de Mogadiscio en una avenida llena de palmeras y rodeada de taxis amarillos y de gente paseando. Los disparos y las explosiones de 20 a?os de guerra la han dejado completamente destrozada y en ruinas. Solo parte de una de sus torres resiste en pie y el techo y varias paredes han ca¨ªdo y se han convertido en escombros. Apenas hay coches y los pocos transe¨²ntes, m¨¢s que pasear, vagan por unas calles llenas de agujeros y de piedras.
En el interior de la catedral, un grupo de personas acaba de llegar y se afana en montar unas fr¨¢giles tiendas de campa?a con ramas, cartones y trozos de tela. Son algunos de los m¨¢s de 100.000 somal¨ªes desplazados de sus hogares por la sequ¨ªa y la violencia y que en los ¨²ltimos dos meses han huido a la capital.
Al Shabab amenaza de muerte a los que quieren escapar del hambre
El pa¨ªs ha tenido 11 presidentes desde 2000 y es el m¨¢s corrupto del mundo
9.000 soldados de la Uni¨®n Africana respaldan al Gobierno somal¨ª
Desde enero, m¨¢s de 160.000 somal¨ªes han huido a Kenia y Etiop¨ªa
Los expertos creen que la milicia de Al Shabab planea una campa?a terrorista
En plena calle, en la capital, se pueden comprar equipos de artiller¨ªa antia¨¦rea
Hay hambruna en cinco regiones, algo que no suced¨ªa desde 1992
"Nunca hab¨ªa visto algo as¨ª, no ha llovido en dos a?os", dice un refugiado
El hecho de que Mogadiscio est¨¦ en ruinas y en guerra y de que hasta hace unos d¨ªas el Gobierno apenas controlaba una peque?a ¨¢rea de la capital, da cuenta de la medida de la desesperaci¨®n de estas personas. "Hay mucha confusi¨®n en esta ciudad, la situaci¨®n cambia constantemente, de bien para mal y de mal para bien", cuenta en la calle Hassan Hussein, un joven de 24 a?os. "Para trabajar, har¨ªa cualquier cosa, lo que fuera, y el hecho de que Al Shabab se haya ido no tiene importancia para nosotros porque sigue sin haber trabajo", se?ala.
Al Shabab es una milicia radical que pretende instalar un r¨¦gimen isl¨¢mico en Somalia y est¨¢ enfrentada al Gobierno y a AMISOM, la fuerza de paz de la Uni¨®n Africana en Mogadiscio, que cuenta con 9.000 soldados procedentes de Uganda y Burundi. Gracias a estos soldados, financiados con dinero de la comunidad internacional, el Gobierno somal¨ª es capaz de mantener su sede en Mogadiscio, aunque esta fuerza no es suficiente para garantizar el control de toda la ciudad o para expandirse m¨¢s all¨¢.
El pasado d¨ªa 6, Al Shabab sorprendi¨® a todos cuando anunci¨® que se retiraba de la capital. Aun as¨ª, todav¨ªa se producen enfrentamientos espor¨¢dicos en el norte de la ciudad y la milicia controla gran parte del centro y el sur de Somalia, donde gobierna de acuerdo con una versi¨®n estricta de la ley isl¨¢mica (shar¨ªa). Entre otras normas, Al Shabab proh¨ªbe la m¨²sica, el f¨²tbol y los sujetadores y obliga a los hombres a llevar barba. Seg¨²n AMISOM y varios analistas, la hambruna y diferencias entre sus l¨ªderes habr¨ªan debilitado a Al Shabab, que habr¨ªa preferido abandonar sus puestos en Mogadiscio para iniciar una campa?a de guerrilla urbana y de actos terroristas, m¨¢s barata y simple que la guerra abierta.
El enfrentamiento entre Al Shabab y el Gobierno es la ¨²ltima fase del conflicto que ha mantenido a Somalia sin un Gobierno unificado y estable tras la ca¨ªda del dictador Siad Barr¨¦ en 1991. Esta situaci¨®n de guerra permanente entre clanes, milicias y se?ores de la guerra se ha unido a la peor sequ¨ªa en 60 a?os en el Cuerno de ?frica, lo que en Somalia ha creado un desastre de magnitudes no vistas desde hace dos d¨¦cadas.
Casi cuatro millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente en el pa¨ªs, cifra que asciende a 12 millones en toda la zona, seg¨²n la ONU, que ha declarado una situaci¨®n de hambruna en cinco regiones somal¨ªes, algo que no suced¨ªa desde 1992.
Tras la retirada de Al Shabab, que se considera a s¨ª misma la rama de Al Qaeda en ?frica oriental, Mogadiscio est¨¢ controlada por las tropas del Gobierno y de AMISOM y por varias milicias. Algunas, como Al Sunna, est¨¢n aliadas con el Gobierno, y otras operan de forma independiente y ofrecen servicios de seguridad a organizaciones o particulares.
"A estas milicias no las tememos porque este es su territorio", dice Hassan se?alando a los grupos de hombres armados con rifles autom¨¢ticos a su alrededor, a los que nadie parece prestar mucha atenci¨®n.
Hasta hace unos d¨ªas, el mercado de Bakara, la mayor ¨¢rea comercial de Mogadiscio y todo el pa¨ªs, era uno de los bastiones de Al Shabab. La milicia campaba a sus anchas por estas calles repletas de bares, tiendas, almacenes y empresas de telecomunicaciones, de los que extra¨ªa elevados impuestos. Aqu¨ª, uno pod¨ªa comprar de todo, en un sentido casi literal. No solo comida y accesorios para el hogar, sino tambi¨¦n equipos de artiller¨ªa antia¨¦rea nuevos por 120.000 d¨®lares o de segunda mano por 50.000 d¨®lares, ametralladoras por 12.000 d¨®lares y rifles AK-47 por 300 d¨®lares. Fue aqu¨ª donde el 3 de octubre de 1993 fue derribado el helic¨®ptero Black Hawk estadounidense en la batalla de Mogadiscio. Ese d¨ªa, las milicias somal¨ªes mataron a 18 soldados norteamericanos en lo que supuso el inicio de la retirada de EE UU y la ONU de Somalia.
Hoy, las tropas del Gobierno patrullan Bakara por unas calles llenas de escombros en las que las fachadas agujereadas por las balas a¨²n lucen coloridos murales que anuncian sus productos y servicios: tel¨¦fonos, hamburguesas, agencias de viajes, dentistas.
De repente, aparecen una furgoneta repleta de soldados fuertemente armados y un 4 - 4 con los cristales tintados y de su interior surge una figura militar de alto rango: Yusuf Mohamed Siad, conocido como Inda'Ade [Ojos Blancos], un general del Ej¨¦rcito somal¨ª. Siad asegura que Al Shabab est¨¢ m¨¢s d¨¦bil que nunca y que su retirada responde a tres razones: "Uno, han malinterpretado el Cor¨¢n, por lo que Dios est¨¢ en su contra; dos, sus l¨ªderes est¨¢n divididos tras la muerte de Fazul [l¨ªder de Al Qaeda en el este de ?frica, que muri¨® el 11 de junio en Mogadiscio por disparos de soldados del Gobierno]; y tres, no se pon¨ªan de acuerdo en c¨®mo repartirse el dinero".
La violencia y la sequ¨ªa han provocado que, desde enero, m¨¢s de 160.000 somal¨ªes se hayan convertido en refugiados en Kenia y Etiop¨ªa y que casi un mill¨®n y medio hayan sido desplazados de sus hogares dentro de Somalia, seg¨²n el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. "La ¨²nica ayuda que hemos visto es la de hombres de negocios somal¨ªes que nos traen comida, eso es todo", dice Ali Mohamed en el hospital de Banadir en Mogadiscio. Su hijo, Yirow, sufre sarampi¨®n, lleva cuatro d¨ªas ingresado y yace desnudo en una camilla junto a unos 25 pacientes m¨¢s en un espacio junto a un pasillo en la planta baja del hospital.
Mohamed, su mujer y sus ocho hijos abandonaron su ciudad natal de Baidoa hace m¨¢s de un mes. "Nunca hab¨ªa visto nada as¨ª, no ha llovido durante los dos ¨²ltimos a?os", afirma Mohamed, que tiene 53 a?os, mostrando las palmas de sus manos, resecas y llenas de rasgu?os.
Las historias de los somal¨ªes que dejan sus hogares y huyen a Mogadiscio coinciden con las de quienes fueron a la vecina Kenia, al campo de refugiados de Dadaab, el mayor del mundo con unas 440.000 personas. Todos hablan de parajes des¨¦rticos, de falta de agua, de animales muertos, de ¨¢rboles secos, de ausencia de lluvias durante los ¨²ltimos a?os. Y de la violencia y la intransigencia de Al Shabab. La milicia declar¨® que es falso que haya hambruna en las zonas bajo su control y amenazaba de muerte a los somal¨ªes que quer¨ªan escapar, que deb¨ªan hacerlo a escondidas durante la noche. Adem¨¢s, exig¨ªa tasas a las organizaciones que trabajan en las ¨¢reas bajo su control y se la considera responsable de la muerte de al menos 14 cooperantes desde 2008. Finalmente, a principios de 2009 prohibi¨® al Programa Mundial de Alimentos (PMA) y a otras agencias de Naciones Unidas operar en sus territorios.
En la pr¨¢ctica, esta imposibilidad se extend¨ªa tambi¨¦n a Mogadiscio, donde por motivos de seguridad la ONU y las ONG internacionales trabajan a trav¨¦s de personal y socios locales, y donde la entrega de alimentos y material humanitario es muy complicada, irregular y escasa. Tampoco ayuda la poca capacidad del Gobierno somal¨ª. Los donantes y la comunidad internacional desconf¨ªan de un Ejecutivo que ha tenido 11 jefes de Gobierno desde 2000 y al que Transparencia Internacional ha calificado como el m¨¢s corrupto del mundo los ¨²ltimos cuatro a?os.
La situaci¨®n de conflicto permanente, la intransigencia de Al Shabab y la desorganizaci¨®n del Gobierno se suman a las consecuencias de una sequ¨ªa que se ve¨ªa venir desde hace meses. Las consecuencias de la crisis se aprecian en los campos de personas desplazadas en Mogadiscio, a los que desde mediados de junio han llegado 100.000 somal¨ªes, que se han unido a los cerca de 370.000 desplazados que ya hab¨ªa en la capital, seg¨²n cifras de ACNUR.
El mayor de estos campos es el de Badbado, que acoge a unas 30.000 personas. En somal¨ª, su nombre quiere decir seguridad, pero, a pesar de este significado, fue aqu¨ª donde 10 personas murieron en un tiroteo el pasado d¨ªa 5 durante una entrega de comida del PMA.
"Las ONG lo hacen todo mal", se queja Abdulkadir Moallin Noor, exministro de Estado para la Presidencia y l¨ªder de Al Sunna en Mogadiscio. "El PMA trajo 11 camiones de comida sin coordinar con nadie y simplemente la dejaron all¨ª, y lo que quer¨ªan es que fuera robada para decir a la comunidad internacional que no es seguro venir a Mogadiscio", critica Noor, cuya fortuna personal procede de diferentes negocios y cuyos soldados est¨¢n pagados por el dinero que el Gobierno recibe de la comunidad internacional.
"Esa acusaci¨®n es absolutamente falsa", responde a EL PA?S Challiss McDonough, portavoz del PMA en ?frica. McDonough reconoce que, cuando ocurrieron estos incidentes, no hab¨ªa personal del PMA en el terreno, ya que la entrega de comida se estaba haciendo a trav¨¦s de socios locales. Pero insiste en que esa es una pr¨¢ctica habitual en estas situaciones y que los alimentos llegaron a la gran mayor¨ªa de las personas que ese d¨ªa deb¨ªan recibirlos.
Naciones Unidas ha advertido de que el centro y el sur del pa¨ªs podr¨ªan ser declarados en situaci¨®n de hambruna en las pr¨®ximas semanas. Cientos de somal¨ªes llegan cada d¨ªa a Mogadiscio en busca de refugio. "No ten¨ªamos comida, no llov¨ªa... Todo el mundo se iba a Mogadiscio, as¨ª que les segu¨ª", dice Hussein Somo, una mujer de 27 a?os. "No tengo comida, no tengo ropa", cuenta, sentada en el suelo; "no sabemos si podr¨¦is llegar a nosotros antes de que nos muramos".
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