La batalla por Miguel ?ngel
Dos nuevas obras reabren la pol¨¦mica sobre el legado del genio del Renacimiento
Una baronesa alemana, un piloto retirado y un sof¨¢ en Rochester, al norte del Estado de Nueva York, forman parte de una intriga que arranca en el Renacimiento italiano. En el centro de la trama est¨¢ una Piedad en la que la Virgen Mar¨ªa, flanqueada por dos fornidos ¨¢ngeles, sostiene el cuerpo inerte de su hijo. ?Pint¨® el gran Miguel ?ngel Buonarroti este cuadro que ha permanecido durante d¨¦cadas cuidadosamente envuelto detr¨¢s de un sof¨¢ en el hogar de una familia estadounidense de clase media? El restaurador y escritor especializado en el Renacimiento Antonio Forcellino as¨ª lo afirma en un libro recientemente publicado. The lost Michelangelos atribuye dos nuevas pinturas al maestro renacentista: la Piedad encontrada en Rochester y una Crucifixi¨®n que hasta hace apenas un mes colgaba de una de las paredes de Campion Hall, el college de Oxford.
'El Mike' estuvo colgado en el sal¨®n hasta que se cay¨® y se rompi¨® el marco
Forcellino ha reabierto el debate que rodea el legado pict¨®rico de Miguel ?ngel y pone en tela de juicio el criterio del mundo del arte para la atribuci¨®n de obras. "Yo sostengo mi investigaci¨®n en documentos y en pruebas cient¨ªficas. El ojo de un experto no es suficiente, est¨¢ sobrevalorado. La Historia del Arte no est¨¢ considerada como una ciencia exacta, pero hay nuevos caminos para llegar a la verdad. Lo mismo ocurre con las pruebas de ADN en criminolog¨ªa", argumenta Forcellino en conversaci¨®n telef¨®nica desde Italia. Las pinturas que ¨¦l atribuye al pincel de Buonarroti han sido radiografiadas con infrarrojos que han mostrado las correcciones o pentimenti, que el restaurador considera una prueba muy importante.
Sin embargo, el profesor de la Universidad de Columbia especializado en arte renacentista y barroco italiano Michael Cole expresa su escepticismo: "No hay ninguna raz¨®n por la que una copia no tenga correcciones". Ha visto reproducciones en alta resoluci¨®n del cuadro y no cree que sea obra de Miguel ?ngel: "La calidad no es suficientemente buena y las pruebas documentales son contradictorias. No estoy de acuerdo con la interpretaci¨®n que hace de este material".
Forcellino -que dirigi¨® la restauraci¨®n de la estatua de Mois¨¦s y el altar de la catedral de Siena, y public¨® una biograf¨ªa de Miguel ?ngel hace seis a?os- encontr¨® en la biblioteca del Vaticano los documentos que le pusieron sobre la pista. En el caso de la Piedad, se apoya en una carta en la que Vittoria Colonna, amiga de Miguel ?ngel, perteneciente al grupo de spirituali, se refiere a un cuadro que el pintor le regal¨®.
Otro contempor¨¢neo del maestro renacentista, Giorgio Vasari, est¨¢ una vez m¨¢s en el centro de la confusi¨®n. En su libro Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores de Italia (1550) se refiere a la carta, pero habla de un dibujo y no de una pintura. "Los estudiosos del siglo XIX le creyeron y es muy dif¨ªcil cambiar las tradiciones", dice Forcellino, que carga contra el conformismo de los acad¨¦micos con Vasari. Otra carta de 1546 en la que el cardenal de Mantua se refiere a una pintura de Miguel ?ngel de una Piedad acab¨® por convencerle de que exist¨ªa un cuadro.
El Museo Isabella Stewart Gardner de Boston conserva desde 1902 un dibujo a carboncillo de la misma escena representada en el cuadro, una obra tradicionalmente considerada como la Piedad que Buonarroti regal¨® a Colonna. ?Pudo el maestro realizar un dibujo y un cuadro de la misma escena? El profesor Cole asegura que ser¨ªa un caso ¨²nico: "Miguel ?ngel dice en una de sus cartas que nunca quiso tener una tienda; asociaba la pintura a pr¨¢cticas comerciales. Cuando trabajaba en la Capilla Sixtina dijo que no era un pintor, no cre¨ªa que ese fuera su medio".
El cuadro lleg¨® a Estados Unidos unos a?os antes que el dibujo a carboncillo. En 1885 una baronesa alemana lo envi¨® a Nueva York y fue expuesto en el Metropolitan. Entonces se dijo simplemente que la due?a atribu¨ªa esa Piedad a Miguel ?ngel. Una vez terminada la muestra, la obra qued¨® en manos de unos conocidos en EE UU, a la espera de que apareciese un comprador que nunca lleg¨®.
As¨ª, Martin Kober creci¨® viendo ese cuadro colgado en el sal¨®n de casa de sus padres sobre la chimenea. Lo llamaban cari?osamente "el Mike". Una vez, jugando con una pelota de tenis, le asest¨® un golpe, pero no ocurri¨® nada grave. Sin embargo, a?os despu¨¦s, el cuadro se cay¨® mientras lo limpiaban y el marco se rompi¨®. No quer¨ªan pagar un marco nuevo y decidieron empaquetarlo con sumo cuidado y dejarlo en un lugar seguro: detr¨¢s del sof¨¢. Varias d¨¦cadas despu¨¦s, en 2002, Kober se jubil¨® como piloto y se propuso investigar la historia del cuadro. "Me puse en contacto con Sotheby's y Christie's y les mostr¨¦ la carpeta con las notas que fueron publicadas cuando el cuadro fue expuesto. Nadie mostr¨® ning¨²n inter¨¦s, ni siquiera quisieron verlo", explica. Kober estudi¨® entonces la obra de Buonarroti. Sac¨® fotos y las envi¨®. "Solo Forcellino me pidi¨® que mandara im¨¢genes de alta resoluci¨®n y luego quiso ver la obra".
El cuadro est¨¢ en la capital italiana, donde ser¨¢ expuesto en una muestra el 25 de octubre en la Fundazione Roma. Kober no planea volver a colgarlo en su casa. "Los trabajos de restauraci¨®n est¨¢n empezando en el Istituto Centrale per il Restauro", a?ade Forcellino, que ha preferido mantenerse al margen de este proceso. "La Piedad est¨¢ da?ada, fue repintada y hay que limpiarla. En el caso de la Crucifixi¨®n, est¨¢ mejor conservada aunque la cara de Cristo no la pint¨® Miguel ?ngel".
La controversia que rodea la obra pict¨®rica de Buonarroti tiene cierta tradici¨®n. Ya en 1869 el entonces director de la National Gallery de Londres, sir William Boxall, tuvo que comparecer ante la C¨¢mara de los Lores que quer¨ªa saber si la reci¨¦n adquirida pintura del Santo entierro era o no un miguel ¨¢ngel. Este mismo museo cuenta con otra obra del maestro, la Madonna de Manchester, cuya autor¨ªa tambi¨¦n ha sido puesta en duda a lo largo de los a?os, aunque generalmente se acepta. Las pruebas de infrarrojos de estas pinturas, si se han hecho, no son p¨²blicas, y la National Gallery no quiere hacer comentarios al respecto. Lo cierto es que el ¨²nico cuadro que est¨¢ fuera de discusi¨®n cuelga en la Galer¨ªa de los Uffizi. "Todas las obras deber¨ªan ser comparadas con esta", clama Forcellino.
Hace apenas dos a?os una nueva obra se sum¨® a este selecto y pol¨¦mico club de cuadros de Miguel ?ngel. Se trata de El tormento de san Antonio, vendido en una subasta en 2008 al marchante Adam Williams como una obra del taller de Ghirlandaio. Un a?o despu¨¦s el Museo Kimbell de Dallas lo compr¨®, ya como un miguel ¨¢ngel. "Sus contempor¨¢neos Vasari y Condivi hablaron de la copia de un grabado alem¨¢n que Buonarroti realiz¨® en la adolescencia en ese taller. Lo que no estaba claro es si hab¨ªa sobrevivido", explica el director del Museo Kimbell de Dallas, Eric McCauley Lee. La tabla fue limpiada y estudiada en el Metropolitan. "La calidad de la obra emergi¨® y los rayos infrarrojos mostraron los petimenti. El conservador de pintura europea Keith Christiansen confirm¨® que era un miguel ¨¢ngel", se?ala Lee. Antes de cerrar la compra estudiaron la autor¨ªa desde todos los puntos posibles. La dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica que atravesaba el museo neoyorquino, dice Lee, hizo posible que el Kimbell comprase esta obra.
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