?Qu¨¦ envidia! ?Qu¨¦ pena!
?Qu¨¦ envidia sent¨ª cuando escuchaba c¨®mo en la C¨¢mara de los Comunes, el jefe de la oposici¨®n Ed Miliband ofrec¨ªa al primer ministro su "apoyo incondicional" para atajar los graves disturbios que se estaban produciendo!
No he podido dejar de compararlo con la situaci¨®n a la que nos han acostumbrado. Aqu¨ª, el presidente del Gobierno habr¨ªa tenido que escuchar graves acusaciones de debilidad, de connivencia con los salteadores y hasta de aprovechar para dormir esas noches de revueltas.
Por su parte, el ministro del Interior hubiera sido acusado de incompetencia, de falta de previsi¨®n, al permitir el descabezamiento de la polic¨ªa, y de no haber enmendado los graves errores de su nefasto antecesor.
Tambi¨¦n les ver¨ªamos "rasgarse las vestiduras", en defensa de la libertad, ante cualquier insinuaci¨®n de limitaci¨®n de las comunicaciones de las redes sociales, olvidando un comportamiento similar en las bibliotecas p¨²blicas de Madrid.
Por supuesto, tendr¨ªamos que volver a o¨ªr la petici¨®n de adelantar -a¨²n m¨¢s- las elecciones como soluci¨®n a todos nuestros males. ?Qu¨¦ pena!
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