En un oasis de paz
En el cordero se dan cita la religi¨®n, la honestidad y la alimentaci¨®n
El arque¨®logo Vere Gordon Childe, que escribi¨® El origen de la civilizaci¨®n, mantiene la teor¨ªa de que las glaciaciones y las subsiguientes sequ¨ªas propiciaron los desiertos, y en estos los oasis, lugar de encuentro de personas, animales y frutos, y de este conocimiento naci¨® la agricultura y la ganader¨ªa, y a¨²n muchas cosas m¨¢s que por ahora evitaremos se?alar.
Al norte del Sina¨ª, en los montes de Negev, se desarroll¨® temprano la pasi¨®n por la estabilizaci¨®n, pues se han encontrado cercados de 20.000 a?os de antig¨¹edad, donde guardar gacelas y gamos, animales que hoy nos parecen a desprop¨®sito para la actividad del pastoreo pero que en aquellos momentos cre¨ªan de lo m¨¢s adecuado. No olvidemos que los egipcios ten¨ªan a estos animales como dom¨¦sticos y de corral -antes hab¨ªan intentado lo propio con las hienas con escasa ventura- y que los trogloditas del norte de ?frica, en aquellos tempranos a?os de nuestra convivencia, pose¨ªan reba?os de musmones -bichos entre carnero y cabra- que los prove¨ªan de leche y carne, y que era habitual en aquellas geograf¨ªas considerar animal dom¨¦stico al ant¨ªlope y al camello, como era en las tierras m¨¢s cercanas a nosotros asumir a los b¨®vidos y los suidos -los corderos y familia, y los jabal¨ªes, los cerdos y dem¨¢s parentela- como propios, como hac¨ªan las hordas que ven¨ªan del Oriente con los caballos o los incas con las llamas.
Observado el asunto con la perspectiva que dan los a?os, parece que la actividad econ¨®mica generada por el flujo de la desertizaci¨®n y la glaciaci¨®n no es despreciable hoy, ni siquiera a los ojos de los mercados de futuros. Mas debemos ocuparnos en se?alar que no solo de cotizaciones vive el hombre, sino que adem¨¢s debe comer y alimentarse, a ser posible con la mayor elegancia y honestidad, con temor y respeto a los dioses, y sobre todo con altas dosis de culinaria.
Elijamos al cordero como insigne representante de los estabulados, por darse cita en ¨¦l las precisiones se?aladas -alimentaci¨®n, honestidad, religi¨®n- con su mayor nota, y en cuanto a la fundamental cuesti¨®n gastron¨®mica podemos inundar a ejemplos positivos y contundentes a cualquier persona dubitativa que nos asalte con sus dudas al respecto. Le responderemos: ?recuerda usted el cordero asado con sus propios jugos en cualquiera de los asadores de las tierras de Castilla? ?Recuerda usted el cordero al estilo de un navar¨ªn, primaveral y rodeado de suaves y jugosas verduras? ?Recuerda las hermosas y carnosas costillas del llamado pr¨¦-sal¨¦ por las hierbas de los prados salados de Normand¨ªa de los que se alimenta? ?Y el irish stew, criado en prados irlandeses y hecho con patatas? ?Y el cordero a la menta de lainjustamente denostada cocina inglesa?
Por no hablar de los ri?ones, los sesos, las lenguas, los cuellos y dem¨¢s admin¨ªculos que se desprenden del cuerpo del cordero para satisfacci¨®n de sus miles de glotones.
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