En busca del ¨¦xito a trav¨¦s de una novela vergonzosa
No es de extra?ar que uno de los m¨¢s audaces, originales, inteligentes escritores norteamericanos de nuestra ¨¦poca no sea debidamente consagrado en su propio pa¨ªs: en los Estados Unidos, Percival Everett es casi un desconocido. Los estragos causados por los conglomerados editoriales y las vastas cadenas de librer¨ªas, intentos en convertir al libro en fugaz producto de consumo, han imposibilitado el reconocimiento de aut¨¦nticos talentos literarios, y han condenado a los lectores de la patria de Faulkner a los min¨²sculos m¨¦ritos de un Jonathan Franzen o a las obscenidades de un Brett Easton Ellis. Talleres de escritura que reducen la novela a supuestas f¨®rmulas m¨¢gicas, editors que podan y maquillan los manuscritos seg¨²n el gusto comercial del momento, distribuidores analfabetos que deciden qu¨¦ libros merecen ser publicitados y cu¨¢les no, suplementos literarios cada vez m¨¢s breves y m¨¢s necios, han hecho que la literatura norteamericana sea hoy la m¨¢s vendida y la m¨¢s traducida en el mundo entero, y tambi¨¦n la menos interesante y la m¨¢s ef¨ªmera.
X
Percival Everett
Traducci¨®n de Marta Alcaraz
Blackie Books. Barcelona, 2011
358 p¨¢ginas. 21 euros
Sus ra¨ªces intelectuales yacen en Atenas y Roma, pero la voz de Everett, en cada uno de sus libros, es obvia y certeramente la de nuestro miserable siglo
Afortunadamente, la literatura descree de apegos nacionales, y a veces sucede que un escritor ignorado en su tierra natal sea reconocido en el extranjero. Francia, a trav¨¦s de Baudelaire, revel¨® los m¨¦ritos de Edgar Allan Poe, Alemania los de Cees Nooteboom, Argentina los de Calvino, Italia los de S¨¢ndor M¨¢rai. Everett ha encontrado lectores sagaces en Europa (su obra ha sido coronada con el Premio Gregor von Rezzori a la mejor novela traducida al italiano) y si bien tales encomios no han merecido el inter¨¦s de sus compatriotas, sus extraordinarias novelas han adquirido un p¨²blico cada vez mayor del otro lado del oc¨¦ano. Ahora Blackie Books de Barcelona ofrece a los lectores espa?oles una de las mejores novelas de Everett, en una eficaz traducci¨®n de Marta Alcaraz.
Las m¨¢s de veinte obras que Everett ha publicado desde 1983 (cuando apareci¨® su primera ficci¨®n, Suder) tienen todas un tono ¨¢cido, a veces sarc¨¢stico, a veces ir¨®nico, siempre par¨®dico. En 1993, David Foster Wallace (otro de los autores impulsado por la ola comercial) trat¨® de arg¨¹ir, con inconsciente iron¨ªa, que la iron¨ªa debilitaba la ficci¨®n, y que el escritor norteamericano deb¨ªa reconocer, sin cr¨ªticas y sin burlas, la "aut¨¦ntica belleza" de la cultura popular de su pa¨ªs. Everett, sabiamente insensible a los ingenuos argumentos de Wallace, retrata con humor feroz la sociedad norteamericana. El racismo esencial, la veneraci¨®n machista del aventurero sin escr¨²pulos, la corrupci¨®n pol¨ªtica y la vocaci¨®n democr¨¢tica, la violencia intr¨ªnseca del puritanismo, son expuestos sutil y convincentemente a trav¨¦s de una prosa muchas veces brillante, muchas veces c¨®mica, conmovedora y po¨¦tica, siempre original. Nadie se parece verdaderamente a Everett: remotos antepasados podr¨ªan ser el Petronio del Satiric¨®n y el Laurence Sterne de Tristram Shandy. Sus ra¨ªces intelectuales yacen en Atenas y Roma, deuda hecha expl¨ªcita en al menos tres de sus anteriores novelas, y a trav¨¦s de citas de Tito Livio, Horacio y Ovidio en ¨¦sta, pero la voz de Everett, en cada uno de sus libros, es obvia y certeramente la de nuestro miserable siglo.
X (Erasure, el t¨ªtulo original quiere decir "borradura") fue publicada en ingl¨¦s en 2001. El narrador es un cierto Thelonious Monk Ellison, nombre que combina el del c¨¦lebre m¨²sico de jazz y el del igualmente c¨¦lebre autor de la novela Invisible Man. Thelonious es un escritor de literatura "dif¨ªcil", inspirada (como la de Everett) por los cl¨¢sicos, y cuyos libros no s¨®lo no se venden sino que ya nadie quiere publicarlos. En su vida privada las cosas tampoco andan bien: su madre sufre de Alzheimer, su hermano no acaba de definir su identidad sexual, su hermana debe enfrentarse a extremistas religiosos en la cl¨ªnica donde hace abortos. Al mismo tiempo que Thelonious debe hacer frente a todas estas dificultades, una cierta Juanita Mae Jenkins, autora de una melodram¨¢tica novela "afroamericana", con su f¨¢rrago de lugares comunes (de los cuales Everett nos da desopilantes ejemplos) que impl¨ªcitamente prolongan ancestrales nociones racistas, se ve consagrada como la gran estrella del mundo literario norteamericano. Para vengarse (del p¨²blico, de la literatura, del implacable destino que los griegos llamaron Moira), Thelonious, bajo el seud¨®nimo de Stagg R. Lee, trama una novela a¨²n m¨¢s convencional que la de Jenkins, que su agente vende por un adelanto gigantesco a Random House. Para colmo, su novela, bajo el t¨ªtulo Porculo (los editores quieren que llame Porkulo, para que quede menos ofensivo) es presentada a un prestigioso premio literario donde Thelonious forma parte del jurado; si gana, el pobre Thelonious deber¨¢ recompensarse a s¨ª mismo por una literatura que abomina. X concluye con la c¨¦lebre respuesta de Newton a quienes le preguntaban las razones de la ley de gravedad: "Hypotheses non fingo". Tampoco Thelonious (y Everett) pretenden explicar nada.
El ep¨ªgrafe de X es de Mark Twain, otro antecesor de Everett: "Nunca ser¨ªa capaz de contar una mentira que alguien pusiera en duda o una verdad que alguien pudiera creer". El lector queda advertido: ni a explicaci¨®n ni a documento pretende esta novela de Everett, s¨®lo a trazar el retrato de un escritor narr¨¢ndose a s¨ª mismo, d¨¢ndose como prueba de la absoluta fidelidad que la aut¨¦ntica literatura requiere de sus practicantes, y del absoluto enga?o al que voluntariamente se entrega el aut¨¦ntico lector.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.