Fiesta, crisis y mourinhos
Sinceramente, y sin querer provocar, me parece imposible que Bilbao pueda superar el resultado de la Semana Grande donostiarra. No valoro los ruidos, ni el n¨²mero de asistentes, ni el de las botellas de champ¨¢n que se descorchen, ni el n¨²mero de asistidos por abusar del alcohol u otras drogas, ni de las toneladas de basuras generadas, noooo! Hablo, porque ahora lo puedo decir con m¨¢s objetividad, de la calidad de la fiesta, de su grado de compatibilidad con el mantenimiento del tono vital propio de una ciudad, de la participaci¨®n de su ciudadan¨ªa sin importar edad o condici¨®n social, de la sostenibilidad de la fiesta, del comportamiento del p¨²blico hacia el patrimonio de esa ciudad, de una oferta original vinculada a los espacios p¨²blicos sin que se vean disfrazados u ocultados.
Creo que es conocido que la clave de la Semana Grande donostiarra est¨¢ en la combinaci¨®n de fiesta y playa. Y en el atractivo que supone crear un espacio festivo ordenado, con todos los elementos necesarios, en torno a la Parte Vieja y la bah¨ªa de La Concha. Todo queda a mano: las ferias, los equipamientos culturales, la m¨¢s variada gastronom¨ªa, los bares y pubs, las tiendas, los diversos escenarios con diferente ambiente y contenidos, las playas para tomar un ba?o en cualquier momento, el punto de lanzamiento de los Fuegos con un campo de visi¨®n inmejorable...
Por todo ello, y a pesar de las l¨®gicas limitaciones presupuestarias, la Fiesta suele funcionar, siendo decisivo para su feliz desarrollo el buen tiempo y la ausencia de incidentes. Este a?o ha habido de todo en cuanto a la meteorolog¨ªa y un ambiente de tranquilidad, con la ¨²nica excepci¨®n de las pancartas, de momento retiradas. Todo parece indicar que habr¨¢ un buen balance.
Cabe hacer una consideraci¨®n sobre las consecuencias de la crisis en la Fiesta. Pero voy mas all¨¢ de su incidencia en la caja de los negocios que normalmente captan m¨¢s gasto por mayor asistencia de clientes con ocasi¨®n de la Semana Grande. Me refiero al estado de ¨¢nimo, a la moral festiva de un buen n¨²mero de personas con quienes hemos compartido estos d¨ªas momentos de alegr¨ªa y diversi¨®n en cualquier recinto. Seguro que las situaciones de paro, el agobio por el pago de la hipoteca, el ERE que padece un miembro de la familia, las mil incertidumbres que se observan todav¨ªa en el panorama de tantas empresas, todo eso y mucho m¨¢s ha tenido que estar presente en la calle. Seguro que no lo hemos percibido pero eso estaba ah¨ª, la desesperaci¨®n controlada, la angustia vital, los estados de ansiedad de tantos conciudadanos. Pero, claro, la Fiesta no se puede suspender porque su efecto socializador y de reducci¨®n de tensiones resultan necesarios. Tanto como las provocaciones y agresiones de Mourinho. Dan mucho que hablar.
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