?Eclipse de Dios?
Incontables seres humanos pueden escribir como el poeta C¨¦sar Vallejo: "Yo nac¨ª un d¨ªa / que Dios estuvo enfermo, / grave". Lo que m¨¢s le indignaba del Dios predicado por los eclesi¨¢sticos es el sufrimiento. Efectivamente, no hay nada m¨¢s sucio que hacer sufrir al otro. Aburre escuchar que Dios vela por nosotros, sin preguntarse c¨®mo oir¨¢n esos ejercicios piadosos los condenados desde su nacimiento a vivir pobres, explotados o sin esperanza.
En cambio, la Iglesia cat¨®lica est¨¢ de fiesta, apenas indignada porque otros vean la vida de distinta manera. Tienen todo el derecho, pero tambi¨¦n los dem¨¢s para juzgar. Lo m¨¢s preocupante de la llamada "marcha de laicos" (presentada sin raz¨®n como "antipapa", pese a estar convocada tambi¨¦n por organizaciones cat¨®licas), es la sola idea de que debi¨® prohibirse porque molestaba al Papa. Si la libertad sirve para algo, es para decirle al poder (y a la gente) lo que no quiere o¨ªr. Para ensalzar no hace falta pedir permiso. Peor s¨ªntoma es que entre los prohibicionistas hayan destacado gobernantes de la derecha cat¨®lica. ?No era compatible la Constituci¨®n con la militancia romana? Menos mal que el portavoz del Vaticano, el jesuita Lombardi, templ¨® ¨¢nimos con sentido com¨²n. "En todas las jornadas mundiales de la juventud ha habido protestas", dijo para aclarar unas manifestaciones del primado de Toledo, Braulio Rodr¨ªguez, llamando "paletos" a los manifestantes.
La expansi¨®n del laicismo hace renacer el ate¨ªsmo y el agnosticismo
Volvamos a Dios. Cuando Benedicto XVI habla a los j¨®venes de la JMJ [Jornada Mundial de la Juventud] del "eclipse de Dios", probablemente est¨¢ pensando en el eclipse de las iglesias. El Dios de cada ser humano goza de buena salud, tambi¨¦n el de los ateos. Incluso en su silencio parece hablar, para bien o para mal (el papa Ratzinger se quej¨® en mayo de 2006 del "silencio de Dios" cuando visit¨® Auschwitz: "?Por qu¨¦, Se?or, permaneciste callado?"). Hay masas, pero falta ejemplaridad. ?Qui¨¦n hace caso a los eclesi¨¢sticos, salvo una minor¨ªa? "Una vi?a devastada por jabal¨ªes", cree el Papa que es ahora su iglesia en Europa. Lo dijo en 2006 ante el s¨ªnodo de los obispos occidentales.
El te¨®logo Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo, doctor honoris causa por la Universidad de Granada (el primer pensador cristiano espa?ol con esa distinci¨®n en una universidad p¨²blica) sostiene que la crisis de Dios se desencadena por la forma falseada de presentarlo a la sociedad. "Mucha gente no ha abandonado su creencia en Dios porque se haya pervertido, sino porque se le ha ofrecido una imagen de Dios tan deformada, que Dios les resulta inaceptable e incluso insoportable".
Es verdad que la creciente expansi¨®n del laicismo est¨¢ produciendo un renacer del ate¨ªsmo y el agnosticismo. Ah¨ª est¨¢n los ¨¦xitos de libros como El espejismo de Dios (Dawkins), Dios no es bueno (Hitchens) o Tratado de ateolog¨ªa (Onfray). Tampoco hay que exagerar. Comparados con los anticlericales del siglo XIX, son corderos con piel de lobo. Ni siquiera mejoran al cl¨¢sico m¨¢s reciente, el delicioso Why I Am Not A Christian (Por qu¨¦ no soy cristiano), de Bertrand Russell. Como ha se?alado el fil¨®sofo Heleno Sa?a, pensar en serio que el ¨²nico problema de la humanidad es el de creer o no creer en Dios, "es adoptar, en sentido inverso, la misma intolerancia que hizo exclamar a Tertuliano que fuera de la Iglesia no hay salvaci¨®n".
Sostuvo Bonhoeffer que el hombre moderno tiene que vivir como si Dios no se hubiera dado. Era tambi¨¦n una idea del rumano Mircea Eliade: "?Pero se ha comprendido que la verdadera religi¨®n empieza s¨®lo cuando Dios se ha retirado del mundo?" L¨¢stima que el te¨®logo (y papa) Ratzinger no se detuviese anteayer a explicar sus teor¨ªas sobre tales eclipses.
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