Firmes en la fe a 40 grados

"?Hablas ingl¨¦s?". Una monja apurada le pregunta a otra su dominio de los idiomas. No, no sabe. Se hacen entender con gestos. Miran y rega?an a Teresa Bulansor¨¤, checa de 18 a?os. "?No sabes que viene el Papa? No puedes estar as¨ª". La chica es rubia, de pelo largo y atuendo escaso. Viste un sujetador negro y un pantal¨®n por encima de los muslos. Rebusca una camiseta en su mochila mientras prosigue el quinto misterio del rosario por el altavoz. "Me quiero poner morena", protesta. "Hace calor y odio el polvo". Mal lugar para estar entonces. En el aer¨®dromo de Cuatro Vientos, a las cinco de la tarde y con 39 grados, es dif¨ªcil permanecer "firmes en la fe", como proclama el himno de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), concentrada en la instalaci¨®n militar para la vigilia con el Papa. El espacio de tierra est¨¢ dividido en 58 sectores de acampada, 13 para los no peregrinos. Casi todos est¨¢n al raso.

Dos monjas rega?an a una chica en sost¨¦n. "Me quiero poner morena", dice

Algunos han hecho el camino a pie. Otros llegan tras desplazarse en metro y cubren el tramo final en autobuses, tras esperar en filas que dan la vuelta a la plaza de Aluche, al sur de Madrid. Llegan sedientos y rellenan sus botellas en los grifos de las 15 zonas de ba?o. Los m¨¢s avispados se saltan la cola y entran a llenar botellas en los lavabos. "?Por aqu¨ª no se cuela ni Dios!", dice una voluntaria que aguarda en un urinario. Dentro, una monja con una gorra blanca llena 25 botellitas. Es la hermana Gema Blanco, que acompa?a a un grupo de 25 ni?as de un colegio de Valdemoro. "Encontrarnos con Jesucristo es lo ¨²nico que buscamos", resume. Su grupo ha acudido a todos los actos de la JMJ. Siempre temprano, "a pesar del calor del asfalto". "Por Jesucristo, lo que haga falta y m¨¢s". Se cruza con una ambulancia del Samur que busca a un peregrino desfallecido por el calor. Los servicios de emergencia atendieron a 880 personas, la mayor¨ªa por lipotimias y golpes de calor. Una chica de 25 a?os fue entubada y trasladada a un hospital. Un hombre, por una angina de pecho.

A Giusseppe Donniacuo, voluntario italiano, le ha tocado una labor dif¨ªcil. Avisa a los peregrinos que se acercan a su fila de grifos de que no queda agua en esa zona. "Se acab¨® hace cuatro horas". Admite que no todos lo toman con humor. "?Vienen, vienen!", grita de repente. Pide relevo. Una de las furgonetas de bomberos que reparte agua a manguerazos pasa a su lado. Donniacuo se empapa con otra decena de peregrinos. "Hemos repartido m¨¢s de 80.000 litros", asegura el bombero conductor. Las tres botellas peque?as de agua de la bolsa de comida del peregrino se quedan cortas. El set incluye ensalada, zumo, patatas, tres barritas de pan y dos paquetes de 50 gramos de jam¨®n y salchich¨®n, entre otros alimentos. Deben pesar, pero a los dos militares del Ej¨¦rcito colombianos que llevan a hombros 10 bolsas no parece importarles. Van con uniforme de campa?a caqui. "As¨ª es como nos queremos ver representados", dice Juan Camilo Osorio, de 22 a?os, sin abandonar el paso marcial.

El animador del escenario toma la palabra. "Cerrad los grifos solo un ratito para que el agua salga con m¨¢s fuerza", pide. Y anuncia que est¨¢n llegando 200.000 botellas m¨¢s y dos camiones de agua. "Que no corra el p¨¢nico [sic], todos vamos a beber", promete otra presentadora.

El egipcio Ragg Mamdouh (21) solo ha encontrado hueco para dormir junto a los ba?os. Se agacha y coge la tierra. "?Te parece normal?", pregunta. Le han quitado el sitio a su grupo en el sector D4. "Hoy es el peor d¨ªa de todos, el peor", se queja. Estuvo en las jornadas de Colonia de 2005 y en las de Sidney de 2008. Entonces durmieron sobre hierba. "Ellos s¨ª que saben organizar unas jornadas". La pr¨®xima JMJ ser¨¢ previsiblemente en R¨ªo de Janeiro. "Despu¨¦s de esto, a Brasil no voy, no voy". Se lo piensa. "Bueno, a lo mejor viajo como turista".

Pasadas las nueve de la noche, con el Papa ya en el escenario, comenz¨® a llover.