Cuba sin embargos
El 85 cumplea?os de Fidel Castro, celebrado, como el 80, con mezcla de pompa triunfalista y nostalgia por glorias pasadas, volvi¨® a afirmar las diferencias entre la realidad insular de hoy y la de hace apenas cinco a?os. Diferencias que, como apuntara el escritor Leonardo Padura en el diario P¨²blico, no alteran la institucionalidad b¨¢sica del r¨¦gimen cubano -partido ¨²nico, ideolog¨ªa de Estado, penalizaci¨®n de opositores, control estatal de la econom¨ªa y de la sociedad civil...-, pero provocan un notable desplazamiento de los temas y los actores tradicionales de ese conflicto heredado de la guerra fr¨ªa.
A diferencia de hace cinco a?os, hoy el conflicto cubano no aparece bajo la cl¨¢sica polarizaci¨®n binaria entre isla e imperio, Cuba y Estados Unidos, revoluci¨®n y contrarrevoluci¨®n, soberan¨ªa y democracia. La ausencia de Fidel Castro al frente del Gobierno y el Estado y los ajustes de mercado a la econom¨ªa planificada, promovidos por Ra¨²l Castro, por limitados que sean, adem¨¢s de ciertos cambios en la ret¨®rica del poder y negociaciones concretas con la Iglesia cat¨®lica y algunos Gobiernos europeos y latinoamericanos, han generado una reconstrucci¨®n de los escenarios del conflicto en La Habana, Washington y Miami.
La t¨ªmida apertura econ¨®mica no altera la institucionalidad b¨¢sica del r¨¦gimen totalitario cubano
Dado que la presi¨®n internacional -especialmente de Europa y Am¨¦rica Latina- sobre el Gobierno de Ra¨²l Castro ha mermado considerablemente, sobre todo despu¨¦s de la excarcelaci¨®n de los 75 opositores arrestados en 2003, las fricciones pol¨ªticas y medi¨¢ticas se han movido hacia adentro de la isla. Una nueva generaci¨®n de intelectuales, pol¨ªticos, periodistas, blogueros y l¨ªderes sociales independientes est¨¢ presionando a favor de que la reforma econ¨®mica avance m¨¢s all¨¢ de la entrega de tierras a los campesinos en usufructo, de la ampliaci¨®n del trabajo por cuenta propia y de la compra y venta de viviendas y autos.
Quienes desean una reforma econ¨®mica m¨¢s profunda son, por lo general, partidarios de que el Gobierno de Ra¨²l Castro acompa?e los ajustes con una mejor¨ªa de los derechos civiles y pol¨ªticos.
Frente a esa presi¨®n, ideol¨®gicamente plural, en la que intervienen cat¨®licos, anarquistas, liberales, socialdem¨®cratas, juristas independientes o l¨ªderes de la comunidad negra o gay, la burocracia cubana se divide entre una porci¨®n, minoritaria, dispuesta a la pol¨¦mica respetuosa, y otra, m¨¢s amplia y hegem¨®nica, en la que cualquier debate con opositores es asumida como di¨¢logo de sordos o como puerta de acceso a la esfera p¨²blica insular de una quinta columna, "enemiga de la naci¨®n" y "asalariada del imperio". En redes o publicaciones electr¨®nicas o impresas, como Espacio Laical, ObservatorioCr¨ªtico, Havana Times, Estado de Sats, Generaci¨®n Y o Temas, pueden seguirse algunos de esos debates.
Pero la descalificaci¨®n o la deslegitimaci¨®n no son los modos m¨¢s represivos con que esa clase pol¨ªtica se relaciona con los opositores. Habr¨ªa que contabilizar todos los arrestos preventivos, todos los actos de repudio y todas las intervenciones de la burocracia ideol¨®gica y cultural sobre espacios aut¨®nomos, ganados por la sociedad civil, para alcanzar una idea aproximada de c¨®mo lo totalitario pervive en lo postotalitario de la Cuba actual. Si se hiciera esa recapitulaci¨®n, podr¨ªa advertirse el acuerdo b¨¢sico que existe entre partidarios y adversarios de la apertura econ¨®mica, en la c¨²pula, en cuanto a que la misma debe darse acompa?ada del control irrestricto, ya no del poder, sino de la vida p¨²blica del pa¨ªs.
Mientras en La Habana la tensi¨®n se acumula en los bordes de los ajustes raulistas, en Washington y en Miami el debate parece concentrarse en los efectos de la flexibilizaci¨®n de viajes, remesas e intercambio cultural y acad¨¦mico, promovida por la Administraci¨®n de Barack Obama. Varios congresistas cubanoamericanos (David Rivera, Mario D¨ªaz Balart, Marco Rubio, Ileana Ros Lehtinen, Bob Men¨¦ndez...) han impulsado, en los ¨²ltimos meses, reversiones de esa pol¨ªtica en el Congreso Federal y en la legislatura estatal de Florida. Si bien en esta ¨²ltima, la revocaci¨®n ha prosperado, a nivel federal lo m¨¢s probable es que choque con el veto presidencial, que ser¨ªa mayoritariamente respaldado por la propia comunidad cubanoamericana.
En consonancia con esa estrategia tradicional, que parte de la falsa premisa de que el incremento en los viajes y las remesas del exilio y en la comunicaci¨®n intelectual y art¨ªstica entre Estados Unidos y Cuba solo fortalece al r¨¦gimen y no beneficia, tambi¨¦n, a la ciudadan¨ªa de la isla y de la di¨¢spora, grupos minoritarios de Miami vienen pronunci¨¢ndose, en los dos ¨²ltimos a?os, contra presentaciones de m¨²sicos y artistas de la isla en la capital del exilio. De esas protestas, la de mayor perfil medi¨¢tico -tras la que desatara el concierto del cantante colombiano, Juanes, en la plaza de la Revoluci¨®n de La Habana- ha sido la que acompa?a el pr¨®ximo concierto de Pablo Milan¨¦s en el American Airlines Arena de Miami.
Si hubiera que hacer una caracterizaci¨®n general del conflicto cubano, englobando en una misma esfera los escenarios de la isla, Washington y Miami, dir¨ªamos que en los tres lugares tiene lugar un choque entre defensores y cr¨ªticos del embargo. Del embargo de libertades p¨²blicas -derechos civiles y pol¨ªticos tan elementales como libertad de movimiento, de asociaci¨®n y expresi¨®n, que autonomicen a la ciudadan¨ªa de la isla y doten de legitimidad a una oposici¨®n pac¨ªfica y soberana- en La Habana. Y del embargo comercial, que obstruye la normalizaci¨®n de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, en Washington.
Quienes se aferran a esos embargos, en uno y otro lugar, no son actores sim¨¦tricos o equivalentes. No todos tienen en sus manos la misma cantidad de poder para transformar el statu quo de la isla o de la pol¨ªtica de Estados Unidos hacia la mayor de las Antillas. El mayor poder de cambio de la situaci¨®n cubana, en cualquiera de sus escenarios, est¨¢ en manos de La Habana.
Convertir el n¨²cleo totalitario del sistema pol¨ªtico insular en un innegociable suplemento de la t¨ªmida apertura econ¨®mica es la fuente de todos los embargos. Es esa la plataforma de todas las intolerancias que sabotean la democracia cubana.
Son muchas las ventajas de que las mayores tensiones en torno a Cuba se concentren en La Habana, Miami y Washington. Es en esas tres ciudades donde deben derogarse los embargos que todav¨ªa mantienen a Cuba al margen de la democratizaci¨®n que ha vivido el mundo en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Una Cuba sin embargos sigue siendo una de las m¨¢s distintivas promesas del periodo de la historia mundial iniciado, hace 20 a?os, con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Rafael Rojas es historiador cubano.
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