La falsa imagen de Jes¨²s
Para justificar el gasto escandaloso de la visita papal a Madrid, un obispo habl¨® desde el p¨²lpito de la Conferencia Episcopal, sin escr¨²pulos espirituales, de los beneficios de marketing de las jornadas. Y con raz¨®n: todos los viajes papales tienen su espacio mayor o menor en los medios, aunque m¨¢s en Ecuador que en Reino Unido o en la ciudad de Nueva York, por ejemplo, pero en la mayor parte de los pa¨ªses en los que se ha podido ver Madrid por la tele ha sido m¨¢s noticia la contestaci¨®n p¨²blica al gasto de la visita que la visita misma.
De lo que se deduce que la tan repudiada marcha laica ha promocionado, sin quererlo, la visita papal, y a Madrid con ella. Es decir, todo lo contrario de lo que esperaba monse?or Mart¨ªnez Camino cuando con el modo h¨ªspido que emplea con frecuencia llam¨® par¨¢sitos a sus contrarios. Cre¨ªa que quer¨ªan hacerse notar, lo cual es de Perogrullo, a costa de la relevancia del Papa. Y claro que lo quer¨ªan. Pero, miren por d¨®nde, consiguieron elevar la importancia de la visita al tiempo que lograban que por esos mundos se supiera que la Espa?a cat¨®lica de hoy, a pesar de todo, ya no es la misma. Con ra¨ªces cristianas, s¨ª, como ha recordado el Papa -y por ra¨ªces que no sea, que tambi¨¦n las tenemos musulmanas- pero no dispuesta a que las ra¨ªces le salgan por los ojos de la cara al erario p¨²blico, ya sean rojos o azules los que manejen el erario. Otra cosa es que el alcalde disimulara el provecho que para su partido ten¨ªa la visita con el argumento de lo muy rentable que era para Madrid o que el consejero de Hacienda de la Comunidad se atreviera a dar cifras sobre el negocio del evento para no contar el favor que les hizo el Papa.
Los discrepantes saben que el hijo del carpintero no se sentaba a las mismas mesas que Benedicto XVI
El turismo joven nunca ha sido turismo rico, y menos si se tiene en cuenta todo el hospedaje gratuito o barato que ha podido ofrecerle la Iglesia en colegios, conventos o seminarios vac¨ªos. Pero nadie duda de que, incluso a pesar de las muchas facilidades que a los peregrinos les han dispensado las Administraciones, esta concentraci¨®n espiritual ofrezca ping¨¹es beneficios econ¨®micos a alguien; la anterior visita papal a Valencia, cuyo verdadero coste a las arcas p¨²blicas sigue por cierto sin conocerse, fue muy rentable para presuntos corruptos. En los que por cierto debi¨® pensar Benedicto XVI en el avi¨®n que le trajo cuando nombr¨® la corrupci¨®n como si nada tuviera que ver con ¨¦l.
Quiz¨¢ por eso, no bien se hab¨ªa plantado en Madrid, ya parec¨ªan algo decepcionados algunos de los medios que m¨¢s aplaud¨ªan su visita por no haber lanzado contra el Gobierno una de esas amonestaciones no precisamente diplom¨¢ticas que suelen ocurr¨ªrsele a Su Santidad en el aire. Y tambi¨¦n los medios menos fervorosos deb¨ªan echarlas en falta porque se daba como noticia que el Papa no hab¨ªa soltado bufido alguno contra Zapatero. La culpa no era de ellos, sino del Papa, que ha hecho de esas diatribas contra los representantes leg¨ªtimos de la naci¨®n una costumbre, una tradici¨®n. Hasta tal punto que el Gobierno, temeroso como los pecadores, sinti¨¦ndose culpable de supuesta laicidad, no se privaba de expresar, quiz¨¢ con arrepentimiento, su deseo de que Benedicto no le tirara de las orejas. Y la cosa no pas¨® de algunas indirectas. La verdad es que al contrario que a su incondicional Jos¨¦ Blanco, a Zapatero, con la que est¨¢ cayendo, que el Papa le tirara de las orejas m¨¢s bien deb¨ªa importarle un r¨¢bano y precisamente por la que cae -las Bolsas bajo tierra a la misma hora en que llegaba el Papa- un tir¨®n de orejas del anciano pont¨ªfice solo pod¨ªa servir para animar al electorado del PP. Sin embargo, el jefe del Estado vaticano, con su costumbre de no agradecer la pasta que le aflojan, como en el caso del Gobierno, pas¨® en su venida del presidente amortizado para aludir a la empresa y a la banca que ayud¨® a Rouco. O al menos eso entend¨ª yo cuando habl¨® de la necesidad de una ¨¦tica de la econom¨ªa.
En todo caso, lo m¨¢s claro de la visita es que nuestro ilustre visitante es el due?o de Dios y asegura que nadie podr¨¢ encontrar a Dios fuera de su reino. Y que los j¨®venes no deben distraerse con im¨¢genes de Jes¨²s que se le ofrezcan fuera de la Iglesia por el peligro que corren de seguir una falsa imagen de Cristo. Ya s¨¦ que ¨¦l hablaba para los suyos, y que el amor quita conocimiento, pero entre los suyos hay muchos que se preguntan si Benedicto XVI ha reflexionado sobre su propia imagen y cree de verdad que la que ha proyectado en Madrid es la verdadera imagen de Jes¨²s. Los discrepantes no se preguntan nada, ya saben que el hijo del carpintero no se sentaba a las mismas mesas que Benedicto ni usaba tan delicadas manteler¨ªas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.