La batalla de Abu Salim
Los sublevados combaten calle a calle en el barrio m¨¢s fiel al tirano y donde creen que a¨²n se oculta - Los actos de represalia contra los gadafistas se multiplican en Tr¨ªpoli
Las potentes explosiones se escuchan cada d¨ªa m¨¢s lejos del centro de Tr¨ªpoli. Comentaba un joven rebelde la noche del mi¨¦rcoles que ayer emprender¨ªan un asalto contra el populoso barrio de Abu Salim, donde los sublevados libios creen que se hallaban Muamar el Gadafi y su hijo, Saif al Islam. Y a partir del amanecer, y mucho m¨¢s por la tarde, el intercambio de proyectiles fue intenso como nunca en estas seis jornadas de la batalla de Tr¨ªpoli. Los milicianos que persiguen al tirano imprimieron un ritmo feroz a su ofensiva y disfrutan del inestimable apoyo -"Gracias, OTAN", gritan alzando los brazos al cielo muchos ciudadanos- de la Alianza Atl¨¢ntica. Liam Fox, ministro de Defensa brit¨¢nico, admiti¨® que la OTAN est¨¢ colaborando con sus servicios de espionaje en la caza de Gadafi. Pero el aut¨®crata no capitula. A media tarde, se dirigi¨® a trav¨¦s de una televisi¨®n local a las tribus del pa¨ªs para que marcharan hacia la capital. "No teman a los infieles. Liberen Tr¨ªpoli. Que salga toda la gente y avancen hacia Tr¨ªpoli. Luchen calle por calle y combatan. Avancen desde todos los lugares hacia el enemigo. M¨¢tenlos y arr¨¦stenlos. Ustedes son la mayor¨ªa aplastante. Hay que purificar Tr¨ªpoli de los rebeldes" apremi¨® Gadafi. Sin embargo, es muy improbable que suceda.
El d¨¦spota anima a los imanes a declarar la yihad contra los alzados
El odio contra los mercenarios leales al r¨¦gimen parece imposible de frenar
Se combati¨® en el centro de la ciudad -especialmente en torno al hotel Corintia- durante un rato por la ma?ana, pero la guerra con armamento pesado se centr¨® ayer en el barrio de Abu Salim. A la 1.30 de la tarde, a las puertas de ese distrito, los milicianos se mov¨ªan nerviosos y apuntaban a los veh¨ªculos para hacerlos retroceder. Se libraba una batalla que consideraban decisiva porque estaban convencidos de que Gadafi se escond¨ªa en un bloque de edificios del barrio, lugar en el que se ubica la infausta prisi¨®n en la que fueron asesinados en junio de 1996 m¨¢s de 1.200 presos, en su mayor¨ªa disidentes pol¨ªticos, muchos de ellos de Bengasi, cuna de la rebeli¨®n nacida en marzo.
Relata cualquier tripolitano que Gadafi goza de cierto respaldo en este barrio porque en ¨¦l residen emigrantes africanos -la mayor¨ªa de los detenidos que ingresan en las improvisadas prisiones rebeldes son negros- que el dictador ha utilizado a su antojo. "Gadafi pagaba a sus mercenarios extranjeros para que no hicieran nada. Solo deb¨ªan estar listos para cuando fueran llamados. Mientras, se dedicaban a trabajar en el resto de la ciudad", asegura el ingeniero Jaled Ramad¨¢n. "Pero", a?ade, "tambi¨¦n abri¨® las puertas de las c¨¢rceles al comienzo del alzamiento. A ellos, a los mercenarios y a los criminales es a quien paga para que nos maten. Les da dinero y drogas. ?Sabes que en Libia el hach¨ªs es m¨¢s barato que en ning¨²n otro sitio?". Otros agregan motivos diferentes.
"Hay personas absolutamente iletradas que creen que Gadafi es como Dios. Y tambi¨¦n vive en Abu Salim mucha gente procedente de Warfala y de Tarjuna. La tribu Warfala ha tenido buenas relaciones con la familia Gadafi desde mucho tiempo atr¨¢s. Les ofrec¨ªa buenos cargos en el Gobierno o en las empresas del Estado", se?ala Mahmud Ashur, due?o de una empresa textil. Y alrededor del 25% de los dos millones de tripolitanos son originarios de Tarjuna. "Pero la gran mayor¨ªa de los vecinos, sean de donde sean, est¨¢n escondidos en sus casas atemorizados", asegura Ramad¨¢n.
Poco antes de anochecer, las explosiones arreciaron y el cielo se cubri¨® de humo al tiempo que los conductores hac¨ªan sonar sus bocinas cada vez con m¨¢s ¨ªmpetu. Gadafi no hab¨ªa sido capturado, pero los lugare?os, que se refugian en sus casas durante las abrasadoras y eternas horas de un duro Ramad¨¢n, y que apenas salen para comprar alimentos, no tienen ninguna duda de que ver¨¢n a su detestado l¨ªder entre rejas o cad¨¢ver. El dictador, en su intervenci¨®n en la televisi¨®n local, hab¨ªa vuelto a tildar poco antes de "ratas, cruzados e infieles" a los insurrectos. Y anim¨® a los imanes a declarar la yihad (guerra santa) contra los alzados en armas que luchan por derribar un r¨¦gimen que perdura 42 a?os. Gadafi, obviamente, no es ning¨²n l¨ªder religioso. Pero tampoco son devotos de la piedad muchos insurgentes.
La agencia Reuters informaba ayer de que los cuerpos de 30 hombres fueron hallados con evidentes se?ales de haber sido ejecutados sumariamente por los rebeldes. Al menos un par de ellos -tambi¨¦n grabados por el equipo de TV3- estaban maniatados. No es dif¨ªcil toparse, como se ve¨ªa ayer en el basti¨®n del dictador en Bab el Azizia, totalmente bajo control de los rebeldes, con el cuerpo de alg¨²n fiel a Gadafi pudri¨¦ndose a pleno sol. D¨ªas atr¨¢s, el presidente del Consejo Nacional de Transici¨®n, Mustaf¨¢ Abdel Yalil, amenaz¨® con dimitir si no se pon¨ªa freno a esos desmanes. Parece que no hay modo.
Las palizas y golpes a los detenidos gadafistas son moneda corriente. El odio y el ¨¢nimo de revancha contra los soldados o mercenarios del tirano superan con creces en muchos rebeldes cualquier sentimiento benigno. No se esconden aunque sean filmados por las c¨¢maras. Se lanzan sobre el supuesto enemigo para atizarle. Pero eso puede ser un arma de doble filo. Porque los leales al dictador, que est¨¢n demostrando no ser una simple banda, y todav¨ªa numerosos en varias zonas de Libia, se lo pueden pensar dos veces antes de rendirse.
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