Una cierta Europa aprueba el examen libio
A comienzos de este verano, los Gobiernos implicados en la operaci¨®n militar en Libia, y muy en particular los de Par¨ªs y Londres, barruntaban que si esta se prolongaba durante el oto?o podr¨ªan comenzar a dispararse las dudas y cr¨ªticas en el seno de sus respectivas opiniones p¨²blicas.
Gadafi ofrec¨ªa entonces una resistencia tenaz, los rebeldes no acababan de convertirse en una fuerza militar efectiva y las acciones de la OTAN ten¨ªan que ser consensuadas por tanta gente y con tanto detalle que se convert¨ªan en escasas y poco contundentes. El campo de los opositores a esta intervenci¨®n comenzaba a sonre¨ªr desde?osamente.
Pero no ha terminado el verano de 2011, ni tan siquiera el mes de Ramad¨¢n del a?o 1432 de la H¨¦gira, y la vistosa bandera roja, negra y verde de los rebeldes ondea ya en la capital libia. Desde all¨ª, Juan Miguel Mu?oz informaba ayer en este peri¨®dico: "En Tr¨ªpoli la mayor¨ªa de la gente es feliz". As¨ª que, a falta del desenlace, puede decirse que la primera intervenci¨®n militar de Occidente tras el desastre de Bush en Irak se salda con un aprobado, lo que no es poco. Modesta, de "baja intensidad", ha funcionado.
Lo novedoso y positivo es que el liderazgo en la intervenci¨®n no haya sido de EE UU
El objetivo era justo: combatir a un tirano contra el que ya se hab¨ªa alzado su propio pueblo y que estaba aplastando la rebeli¨®n con medios militares. Y la ejecuci¨®n era legal: aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Tales diferencias respecto a Irak han sido cruciales, record¨® el mi¨¦rcoles Mohamed Salem en The Guardian. La intervenci¨®n en Libia no ha provocado, ni mucho menos, la indignaci¨®n en el mundo ¨¢rabe, y en todo el planeta, que despert¨® la chulesca aventura del "tr¨ªo de las Azores".
Otro elemento novedoso y positivo es que el protagonismo haya sido m¨¢s europeo que norteamericano. Obama, con un Estados Unidos que a¨²n intenta salir de Irak y Afganist¨¢n, no ha asumido el liderazgo pol¨ªtico, que ha reca¨ªdo en Sarkozy, y sus fuerzas militares no se han empleado a fondo en ning¨²n momento. Como nada iguala a la m¨¢quina de guerra estadounidense, esto ha limitado mucho la capacidad de acci¨®n de la OTAN. Pero, a trancas y barrancas, Francia y Reino Unido han hecho de esta una misi¨®n esencialmente europea, y ya iba siendo hora de que el Viejo Continente asumiera riesgos propios en la defensa de la libertad en el Mediterr¨¢neo.
Quedar¨¢n para la historia la racaner¨ªa de una Alemania de mercaderes en pantuflas, y el simb¨®licamente valioso compromiso de un peque?o y rico pa¨ªs ¨¢rabe, el Catar de Al Yazira.
Limitada a la acci¨®n a¨¦rea y al apoyo t¨¦cnico, necesitada de permanente acuerdo entre sus protagonistas pol¨ªticos y militares y muy prudente para evitar "da?os colaterales", la intervenci¨®n en Libia ha dado pocas haza?as b¨¦licas, pero tambi¨¦n, y es encomiable, no ha causado las matanzas de poblaci¨®n civil sufridas en Irak. La misi¨®n est¨¢, pues, cumplida o casi. Cuando comenz¨® Gadafi estaba a punto de aplastar a sangre y fuego la capital rebelde de Bengasi; ahora ¨¦l est¨¢ en fuga y no han sido soldados de la OTAN sino combatientes libios los que han entrado en Tr¨ªpoli.
Tras sus vacilaciones iniciales, esa mezcla de estupor ignorante y miedo burgu¨¦s con que acogi¨® el incendio democr¨¢tico en el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo, es saludable que Europa, o una parte de Europa, se haya arriesgado en defensa de una rebeli¨®n por la libertad y la dignidad. No es demasiado coherente pedir todo y su contrario: criticar la realpolitik europea que apoyaba a los tiranos ¨¢rabes a cambio de gas y petr¨®leo, control de la emigraci¨®n y represi¨®n de los islamistas, y denostar tambi¨¦n el que fuerzas europeas se sumen a la lucha contra uno de ellos.
No hay soluciones perfectas. Esta misi¨®n no lo ha sido, pero peor hubiera sido la pasividad que propon¨ªan en marzo esos esc¨¦pticos profesionales para los que todo es complejo y por tanto lo mejor es no mojarse, esos bienintencionados que invocan el pacifismo incluso para oponerse a un intento de evitar una matanza y aquellos que en todo ven una guerra por el petr¨®leo olvidando que en este caso era Gadafi quien garantizaba el suministro. Por no hablar de Aznar, que calificaba de "amigo" al Ner¨®n libio en una conferencia en Nueva York.
Los derrocamientos de Ben Ali y Mubarak confirmaron a Gadafi en su idea de que el mejor modo de mantenerse en el poder era emplear la m¨¢xima brutalidad. Si hubiera triunfado, no solo la rebeli¨®n libia habr¨ªa sido aplastada sino que la revoluci¨®n democr¨¢tica ¨¢rabe habr¨ªa sufrido un grave rev¨¦s y el golpe para la exigua credibilidad de Europa en la escena internacional habr¨ªa sido devastador.
En los ¨²ltimos cinco meses, el sirio Bachar el Asad se ha parapetado en los sucesos de Libia para reprimir salvajemente las demandas democr¨¢ticas en su pa¨ªs. Confiaba en el aguante de Gadafi y en la incapacidad internacional para plantearse nuevas misiones mientras siguiera la guerra en Libia. El d¨¦spota de Damasco ha acumulado muchas papeletas para convertirse en candidato al cuarto derrocamiento de la primavera ¨¢rabe.
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