"El S¨¢hara fue la primera rebeli¨®n"
Elabadila Chbihna Maaelaynine, de 46 a?os, ya no aguant¨® m¨¢s. El 4 de noviembre de 2010 este inform¨¢tico saharaui, bien integrado en la sociedad marroqu¨ª, vol¨® de Casablanca a El Aai¨²n, la capital del S¨¢hara Occidental. Necesitaba ver de cerca el campamento de Agdaym Izik que 20.000 saharauis hab¨ªan erigido, hac¨ªa casi un mes, en las afueras de esa ciudad.
"Quer¨ªa estar con la gente", afirma Maaelaynine. "El S¨¢hara fue escenario de la primera revuelta ¨¢rabe aunque, a diferencia de lo sucedido en T¨²nez o en Egipto, no tuvo un desenlace feliz", comenta. El profesor estadounidense Noam Chomsky ha teorizado sobre Agdaym Izik, punto de partida de las revoluciones ¨¢rabes.
Maaelaynine tiene credenciales para ser un buen observador. Su tatarabuelo es el jeque Maaelaynine, uno de los jefes militares y religiosos del S¨¢hara que se enfrent¨®, a principios del siglo XX, a espa?oles y franceses. En el siglo XIX fund¨® Smara, la capital religiosa de la antigua colonia espa?ola.
"El exgobernador y sus superiores deben ser juzgados por cr¨ªmenes ¨¦tnicos"
El inform¨¢tico saharaui, que trabaja para multinacionales, no es sospechoso de ser un fan¨¢tico independentista. En 2003, cuatro a?os antes de que Rabat ofreciera la autonom¨ªa al S¨¢hara, public¨® un art¨ªculo en el semanario Le Journal a favor de una amplia autonom¨ªa pol¨ªtica y un condominio econ¨®mico. Ahora es uno de los responsables del Movimiento Veinte de Febrero que reivindica un cambio democr¨¢tico en Marruecos.
"All¨ª, en el campamento, me encontr¨¦ con saharauis llegados de todas partes, muchos de Espa?a", recuerda Maaelaynine. "Pero, en cambio, no estaban las figuras de la lucha por la independencia". "Me sorprendi¨® la organizaci¨®n, con su sistema de recogida de basuras para sus 6.500 jaimas (tiendas n¨®madas), su ambulatorio para el reparto de medicinas...".
"Me llam¨® tambi¨¦n la atenci¨®n la inteligencia pol¨ªtica de la direcci¨®n improvisada del campamento", prosigue Maaelaynine, sentado en la terraza de su piso de Rabat. "Evitaban cualquier provocaci¨®n y para eso registraban los coches en busca de banderas del Polisario o de Marruecos". "Durante los m¨ªtines nunca se corearon esl¨®ganes hostiles a Marruecos". "A los marroqu¨ªes que residen en el S¨¢hara no se les llamaba colonos sino norte?os".
El perfume de la revoluci¨®n ¨¢rabe Maaelaynine lo detect¨® en los primeros comunicados que exig¨ªan "libertad, dignidad y que los ingresos que genera la explotaci¨®n de los recursos locales reviertan a la poblaci¨®n". M¨¢s concretamente, los saharauis pidieron terrenos para construir casas o directamente viviendas.
Bajo la autoridad del ministro del Interior, el gobernador de El Aai¨²n, Mohamed Guelmouss, negoci¨® con los l¨ªderes del campamento y Mohamed VI pronunci¨®, el 6 de noviembre, un discurso exento de amenazas. "La gente estaba contenta; se apuntaba en listas para obtener ayudas", rememora Maaelaynine. Decidi¨® regresar a Rabat el 7 de noviembre.
Poco antes de que despegara su avi¨®n renunci¨® a embarcar. Circulaban rumores sobre un inminente asalto al campamento que las autoridades marroqu¨ªes desment¨ªan, pero que se confirmaron el 8 de noviembre de madrugada. Rabat aleg¨® que los pro-Polisario se hab¨ªan apoderado de Agdaym Izik. En el desmantelamiento y los posteriores choques en la ciudad murieron 11 agentes de seguridad y dos civiles saharauis, seg¨²n un balance avalado por organizaciones de derechos humanos.
"Lloraba", recuerda Maaelaynine. "?Por qu¨¦ arrasar un campamento pac¨ªfico?", se pregunta. En la tarde de ese d¨ªa, despu¨¦s de horas de enfrentamientos, empez¨® lo peor a ojos del inform¨¢tico: "Civiles marroqu¨ªes atacaron, con respaldo policial, propiedades de saharauis". "El odio que suscitan har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil la convivencia".
Maaelaynine condena la violencia y cree que los autores de la muerte de los agentes marroqu¨ªes deben ser juzgados. Pero, a?ade levantando la voz, "no tengo ning¨²n respeto por un r¨¦gimen que alent¨® expediciones punitivas; reprimi¨® masivamente intentado detener a todos los j¨®venes saharauis de entre 18 y 25 a?os y mantiene en prisi¨®n a m¨¢s de 160 personas que, en su mayor¨ªa, solo fomentaron una protesta pac¨ªfica".
"El exgobernador, sus superiores y subordinados deben ser juzgados por cr¨ªmenes ¨¦tnicos contra los saharauis", concluye. "Fui testigo de esos cr¨ªmenes".
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