La reconstrucci¨®n de Libia
Seis meses despu¨¦s de que los rebeldes libios tomaran las armas contra el dirigente del pa¨ªs, Muamar el Gadafi, por fin lo han derrocado, pero, si bien han vencido en el campo de batalla, no lo han hecho desde el punto de vista pol¨ªtico y econ¨®mico. Para que los rebeldes garanticen un ¨¦xito a largo plazo a su revoluci¨®n, tendr¨¢n que superar las deficiencias que padecen.
En los d¨ªas que siguieron al comienzo del levantamiento el 17 de febrero, los rebeldes formaron un ¨®rgano pol¨ªtico conocido como Consejo Nacional de Transici¨®n (CNT) y un gabinete conocido como Comit¨¦ Ejecutivo. Aunque sus integrantes proced¨ªan de toda la sociedad y contaban con personas capacitadas, se han visto afectados por varios problemas.
Los libios corren el riesgo de quedar dependientes de la asistencia extranjera, como los palestinos
Los cr¨ªticos han censurado la falta de transparencia del CNT, la opacidad de sus decisiones y los criterios utilizados para seleccionar a sus miembros. Los libios dicen que el presidente del Consejo, Mustaf¨¢ Abdel-Jalil, concede prelaci¨®n a los disidentes que pasaron tiempo en las c¨¢rceles de Gadafi frente a quienes tienen la capacitaci¨®n y las aptitudes necesarias para reconstruir el pa¨ªs. Si el CNT no aborda esos motivos de preocupaci¨®n, resulta dif¨ªcil ver c¨®mo gestionar¨¢ las complejas dificultades que tiene por delante.
No son solo las pol¨ªticas del CNT las que pueden poner en peligro el ¨¦xito del levantamiento. Pese a ser admirado en algunas zonas controlada por los rebeldes, Abdel-Jalil es una figura adusta que carece del carisma caracter¨ªstico de los dirigentes revolucionarios. Es una figura provinciana que hasta ahora no ha sido capaz de comunicar una visi¨®n convincente de una nueva Libia.
El Este controlado por los rebeldes padece una escasez de dirigentes pol¨ªticamente competentes. Poco despu¨¦s de asumir la presidencia del CNT en marzo, Abdel-Jalil anunci¨® que sus miembros no se presentar¨ªan a las futuras elecciones, pero desde entonces ha habido muy poca actividad en el frente pol¨ªtico. Como los activistas se sent¨ªan reacios a empezar a hacer campa?a mientras los rebeldes segu¨ªan combatiendo, no se apresuraron a constituir partidos pol¨ªticos. En consecuencia, solo se han creado dos partidos en un pa¨ªs que carece de experiencia en materia de democracia pluralista. En este momento hay muy pocas voces que aboguen coherentemente por los cambios necesarios para garantizar la transici¨®n a un r¨¦gimen democr¨¢tico.
Otros problemas se perfilan para el CNT. En julio, su jefe militar de Estado Mayor, Abdul Fattah Younis, fue muerto en circunstancias oscuras despu¨¦s de que el Consejo hiciera p¨²blica una orden de detenci¨®n contra ¨¦l. Su tribu pidi¨® explicaciones que el CNT no tiene. Las personas cercanas a la causa dicen que funcionarios superiores del CNT estuvieron implicados en la muerte de Younis.
Aunque los recientes ¨¦xitos militares de los rebeldes han puesto sordina a la investigaci¨®n sobre el asesinato de Younis, su tribu est¨¢ pidiendo justicia y est¨¢ dispuesta a tomarse represalias, si el CNT no puede resolver el asunto. Semejante resultado podr¨ªa dividir a los rebeldes y sumir a Libia en una nueva violencia en el preciso momento en que las hostilidades deber¨ªan haber acabado.
El peligro de derramamiento de sangre civil entra?a un riesgo m¨¢s general para la Libia posterior a Gadafi. En el Este los rebeldes ya se han tomado la venganza contra los leales a Gadafi, muchos de los cuales trabajaron para sus temidos comit¨¦s revolucionarios. En la Libia occidental, los trabajadores en materia de derechos humanos han informado de que se ha disparado a las manos a partidarios de Gadafi para se?alar su traici¨®n. En vista de que el CNT no es capaz de imponer disciplina, es probable que semejante violencia aumente a medida que los soldados y las milicias evacuen los baluartes de Gadafi.
El CNT afronta tambi¨¦n varios dilemas econ¨®micos. Antes de la revoluci¨®n, Libia produc¨ªa casi 1,6 millones de barriles de petr¨®leo al d¨ªa, que representaban el 96% de sus ingresos por exportaciones, pero desde febrero se han cerrado las espitas. Entretanto, el CNT ha sobrevivido en gran medida gracias a la ayuda internacional y al desbloqueo de los activos libios por parte de Gobiernos extranjeros. Pero esos fondos no han podido alimentar la econom¨ªa de los territorios controlados por los rebeldes. Los libios se quejan de que no se les han pagado sus salarios mensuales. Los apagones nocturnos han dejado a muchos a oscuras en ciudades como Tobruk e incluso la capital de los rebeldes, Bengasi, ha padecido cortes el¨¦ctricos espor¨¢dicos.
Los costos de la guerra representan mucho m¨¢s que la reparaci¨®n de las instalaciones petroleras y el restablecimiento de la corriente el¨¦ctrica. Ciudades como Misurata han quedado arrasadas y habr¨¢ que reconstruirlas, pero Libia carece de la capacidad t¨¦cnica para abordar esos problemas. Una Libia posterior a Gadafi carente de expertos con conocimientos t¨¦cnicos corre el riesgo de quedar dependiente de la asistencia extranjera, de forma muy parecida a la de los palestinos, que viven en gran medida de la ayuda internacional y no de su propia actividad econ¨®mica.
La ca¨ªda de Gadafi y de su r¨¦gimen autoritario entra?a una gran promesa para un pueblo privado de libertad durante 42 a?os, pero, en vista de los tropiezos habidos hasta ahora, el CNT tendr¨¢ que intensificar sus esfuerzos para ganar la paz por la que ha luchado tan denodadamente.
Barak Barfi es investigador en la New America Foundation. ? Project Syndicate, 2011. Traducido del ingl¨¦s por C. Manzano.
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