Un clavo m¨¢s en el f¨¦retro
A Warren Buffet, uno de los hombres con m¨¢s dinero en el mundo, se le debe esta frase: "Esto es una lucha de clases, por supuesto. De pobres contra ricos. Y est¨¢n ganando los m¨ªos, los ricos, que la dirigen". Es un vocabulario que la izquierda ya no usa, timorata como nos ha salido, al rev¨¦s de la derecha, que no se corta un pelo a la hora de decir barrabasadas ni en Estados Unidos ni aqu¨ª. Buffet, que debe de tener un raro sentido del humor, de vena aristocr¨¢tica -s¨®lo un patricio hablar¨ªa as¨ª- ha declarado m¨¢s recientemente que el Gobierno estadounidense no deber¨ªa mimar tanto a la gente como ¨¦l y, acto seguido, ha afirmado que los s¨²per ricos deber¨ªan pagar m¨¢s impuestos. Es un punto de vista al que se han sumado las grandes fortunas francesas. En Espa?a, pa¨ªs en el que los ricos tienen esp¨ªritu plebeyo, no se espera nada similar. Se dice que Salgado subir¨¢ impuestos a las grandes fortunas: veremos.
La derecha, de Berlusconi a Gloria Lago, utiliza el vocabulario de la libertad para devastarla
Seguimos, en todo caso, en el medio de la tormenta. La ¨²ltima andanada ha sido el compromiso de PSOE y PP de constitucionalizar el l¨ªmite al d¨¦ficit p¨²blico. Le¨ªdo entre l¨ªneas sugiere que Espa?a sigue corriendo el peligro de ser rescatada. Es la interpretaci¨®n m¨¢s benevolente. La otra posibilidad ser¨ªa que Zapatero se ha rendido gratis a la moda del neoliberalismo. Al final, esa regla no es sino un clavo m¨¢s en el f¨¦retro del Estado del Bienestar. De reducir el gasto en sanidad, educaci¨®n y servicios sociales. El objetivo de la derecha mundial es aprovechar la crisis para deshacerse de lo que ?lvaro Vargas Llosa defini¨® como "comunismo de guante blanco". Pueden hacerlo, a¨²n al precio de aumentar el desorden. No hay contrapeso a esa tendencia.
La ideolog¨ªa de la derecha viene de muy lejos. Ya en 1960, Barry Goldwater, el candidato republicano a quien venci¨® Lyndon Johnson en 1964 acus¨¢ndolo de ser apoyado por el Ku Klux Klan, declar¨®: "Me interesa poco racionalizar el gobierno o hacerlo m¨¢s eficaz, porque lo que me propongo es reducirlo. No pienso promover el bienestar social, porque lo que me propongo es extender la libertad. Mi objetivo no es aprobar leyes, sino rechazarlas". Toda la era Reagan-Thatcher est¨¢ contenida en esas palabras. Los ¨²ltimos tiempos no han visto sino una radicalizaci¨®n y una globalizaci¨®n de ese ideario. En todo el mundo la derecha -de Berlusconi a Gloria Lago- utiliza el vocabulario de la libertad para devastarla. La vieja met¨¢fora acerca de la libertad de la zorra en el gallinero ilustra los l¨ªmites de esa concepci¨®n. Un liberalismo de buena fe sabe que para proteger la libertad tambi¨¦n hay que amar la igualdad: tener una teor¨ªa de la justicia.
En Galicia esa destrucci¨®n progresiva del Estado del Bienestar causar¨¢ efectos especialmente lesivos. Por ejemplo, el peso de la educaci¨®n privada y concertada es menor que en Catalu?a, Madrid o Euskadi, consecuencia de la menor riqueza del pa¨ªs. Lo mismo vale para la sanidad. El deterioro de los bienes p¨²blicos lo sufriremos todos -ninguna sanidad privada puede competir en calidad con la p¨²blica- pero afectar¨¢ m¨¢s a los que carecen de alternativas. Un mayor porcentaje de gente se ver¨¢ excluida. Muchos tendr¨¢n que entender que lo que les espera -a ellos y a sus hijos- es un horizonte de m¨¢s de lo mismo: trabajar m¨¢s por menos dinero, seg¨²n reza el mantra. El Mito de la Inclusi¨®n se disolver¨¢. Un pa¨ªs que por su tama?o y riqueza podr¨ªa ser muy vivible ver¨¢ enrarecida su atm¨®sfera. Esto es lo previsible.
Se abre un ciclo nuevo. Del desarrollismo de los a?os sesenta pasamos al despliegue del bienestar una vez se asent¨® la democracia. En Galicia fue el PP el que protagoniz¨®, ante los ojos de la gente, la construcci¨®n de carreteras, escuelas, hospitales. Fraga, como el conservadurismo de anta?o, era proclive al incremento del estado. Feij¨®o y los suyos son favorables a su adelgazamiento, lo que socava las bases del pacto social nacido en la posguerra europea y genera nuevos excluidos. El paisaje futuro del pa¨ªs, si no se produce un giro, un nuevo consenso, ser¨¢ m¨¢s duro y conflictivo.
Es extra?o, por lo dem¨¢s, que esta fenomenal regresi¨®n est¨¦ siendo tomada con tanta flema por los perjudicados. Los m¨¢s tontos piensan que se trata de un castigo b¨ªblico por la lujuria pasada. Los m¨¢s no entender¨¢n de qu¨¦ se trata hasta que lo comprueben en sus carnes. Tambi¨¦n es cierto que vivimos en un ciclo hist¨®rico en que la cuesti¨®n del poder ha desaparecido. Las relaciones sociales, en el relato usual, est¨¢n regidas por la igualdad propia de la democracia, sin que vengan a cuento las diferencias de poder, las luchas de clases, que dir¨ªa Buffet -s¨®lo los ricos tienen derecho a un lenguaje a la vez crudo e ir¨®nico-. Es una versi¨®n id¨ªlica, pastoral, que est¨¢ muy lejos de la verdad de las cosas. El hecho desnudo es que la inmensa acumulaci¨®n de poder del capital financiero apenas si tiene oponentes, una vez que los Estados se someten y los movimientos sociales se diluyen.
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