Aprovechando el Pisuerga
Algunas cosas cambian. Antes el cachalote lo tra¨ªa el Caudillo en el Azor a la marinera villa de Bermeo, lo que dio origen a una celebrada canci¨®n. Ahora el cachalote viene solo y queda varado en la playa de Zarautz, donde la gente se fotograf¨ªa ante la moribunda criatura en una pose festiva. En otra cuesti¨®n que nada tiene que ver con la anterior, un hecho me ha sorprendido mucho: cre¨ªa que no habr¨ªa paisaje con banderas en el que no se destacase al menos alguna colorida ikurri?a, y, aunque posiblemente las hubiera, no he podido vislumbrar en los barridos panor¨¢micos de los actos papales, donde descubr¨ª hasta alguna inglesa, ninguna vasca. ?Hemos dejado de ser papistas los vascos? Posiblemente s¨ª. La religi¨®n de sustituci¨®n que inventara don Sabino ha acabado por desentenderse de las pompas vaticanas. El nacionalismo se aproxima m¨¢s a heterodoxias contestatarias que a la fe oficial, por aquello de salvaguardar la propia, la de Dios y Ley Vieja. En aquel mar no hab¨ªa ikurri?as, hito hist¨®rico. Lo tendr¨¦ en cuenta para alguna cura.
Pero, a la vez que anoto los cambios que se producen, hay que testimoniar lo inmutable. En el nacionalismo nada se transforma, todo permanece; es m¨¢s, sus seguidores tienen muy a gala ser siempre lo mismo, como los regimientos cosacos que se pasaron de bando m¨¢s de cuatro veces en la guerra civil rusa, pero ellos siempre segu¨ªan en su mismo regimiento. Ante la reforma constitucional que de una forma llamativamente r¨¢pida se va a producir, cuando el ciclo Zapatero finiquita y el bolsillo aprieta, aprovechando que la reforma pasa por Valladolid dicen los del PNV que van a presentar una enmienda postulando el derecho a decidir. Es decir, lo del derecho de autodeterminaci¨®n de toda la vida. No perdonan, erre que erre, pero de lo que se trata en el fondo es de marcar perfil, difumin¨¢ndolo, con el de Bildu. Cuando los nacionalistas quieren marcar perfil se aproximan entre ellos.
Todo a sabiendas de que lo que el PNV haya hecho o vaya a hacer en las Cortes no es m¨¢s que para llamar la atenci¨®n sobre la nueva etapa soberanista, pues despu¨¦s de que pacientemente Zapatero haya entregado a la autonom¨ªa vasca las competencias que, a criterio del PNV, faltaban, van ahora y, en palabras de Urkullu, reconocido que se ha "encauzado el cumplimiento ¨ªntegro del Estatuto", anuncian un nuevo tiempo en el que Euskadi sea reconocida como "naci¨®n europea". Es de agradecer que a este nuevo tiempo no lo haya calificado -como lo hacen nacionalistas y ahora tambi¨¦n los socialistas- de hist¨®rico. Ten¨ªa raz¨®n el ministro canadiense de la Ley de la Claridad St¨¦phane Dion, el que propuso a los quebequenses un refer¨¦ndum para la independencia en su caso, pero bajo cauces legales: "Si la descentralizaci¨®n de un pa¨ªs se hace para calmar al nacionalismo, ser¨¢ un fracaso. Los separatistas no quieren una descentralizaci¨®n, sino su propio Estado". Tiempo perdido.
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