Un indefinible sabor
Primero fue la zarzaparrilla quien habit¨® entre nosotros, aunque hace tiempo que su nombre cay¨® en el olvido y su sabor en la desdicha, y eso que Arzak la hab¨ªa elevado a la cumbre de la gastronom¨ªa armoniz¨¢ndola con percebes y calamares, ?nada menos! Despu¨¦s vinieron todos los dem¨¢s refrescos, algunos de reconocible perfume inspirado por las frutas, y otros de indefinible sabor y oscuros como el caballero Batman merced a los az¨²cares tostados que los alimentan; y lo hicieron con tal potencia y fortuna que no hay humano en el mundo conocido -as¨ª sea beduino o inuit- que no los tenga hoy al alcance de su mano.
Eran los a?os finales del siglo antepasado cuando los farmac¨¦uticos americanos dieron en inventar jugosas bebidas que llevaban en su seno los granos del ¨¢rbol de la cola junto con otros l¨ªquidos tonificantes, tal que la cafe¨ªna, o saborizantes como la vainilla y la canela. Y tambi¨¦n otros terceros y m¨¢s secretos a los que en algunos casos no parece fuesen ajenas las hojas del arbusto que llaman erythroxilum coca, que al decir de los andinos que las mastican producen efectos analg¨¦sicos y euforizantes. Sea o no cierta la creencia, lo real es que con un nombre compuesto por ambos ex¨®ticos componentes la bebida se populariz¨® y su sabor enganch¨® y el n¨²mero de consumidores creci¨® hasta el infinito, de forma tal que su cifra de negocios nos parece incalculable.
Algunos chef convierten esta bebida en papel comestible
Su f¨®rmula se presume uno de los arcanos mejor guardados de este mundo -algo as¨ª como las predicciones de F¨¢tima, pero en pagano- y han sido y son innumerables las bebidas alternativas a la original que intentan ocupar su puesto en el mercado. Su crecimiento ha sido imparable y al comp¨¢s de ella su diversificaci¨®n, siempre al hilo de los tiempos: cuando fue necesario endulz¨® las vidas propias a la vez que nos engordaba y cuando las modas y la salud lo aconsejaron vinieron las light y las zero que permit¨ªan conservar el figur¨ªn de la silueta. Con y sin cafe¨ªna, con lejano sabor a cereza, a vainilla, a lima y a lim¨®n, a frambuesa y hasta a naranja, en un proceso imparable. Para ni?os y j¨®venes, segunda y tercera edad, cualquier raza y religi¨®n.
Se bebe sola o acompa?ada de los m¨¢s inveros¨ªmiles productos, que mezclan en todas las proporciones, aunque justo ser¨¢ reconocer que la combinaci¨®n con los c¨¢lidos licores caribe?os se lleva la palma, pese a que en diversos hemisferios y latitudes se la ha visto acompa?ando al whisky irland¨¦s o al escoc¨¦s, a la ginebra o al vodka, e incluso en nuestro entorno a los m¨¢s impresentables vinos tintos, conformando aquello que llaman calimocho.
Y luce en las m¨¢s prestigiosas cartas del lugar en forma de plato, elevada por los grandes cocineros a la condici¨®n de producto masticable. Obs¨¦rvense las creaciones de Dani Garc¨ªa o Paco Roncero, que la convierten en papel comestible con regusto de vainilla. O de mi compa?ero de p¨¢gina, Quique Dacosta, que la ha transformado en mito sin m¨¢s que unirla al foie con un poquito de ron. Cuba libre. ?La chispa de la vida?
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